Dos plataformas flotantes en Maine y California generan especulaciones sobre un proyecto secreto del gigante tecnológico escondido a plena luz del día.
Por mucho que se intente, es difícil negar y esconder un proyecto cuando se trata de un edificio enorme de cuatro pisos de altura construido sobre una barcaza a pesar de que se tape con andamios y se impida el acceso con vallas de protección. El primero se construyó este verano en la costa Este de Estados Unidos en New London (Connecticut) y luego fue trasladado con ayuda de remolcadores a Portland (Maine), donde hoy flota sobre las frías aguas del Atlántico.
El segundo ha atraído todavía más la curiosidad de los ciudadanos y los medios de comunicación al encontrarse en un muelle de Treasure Island, en la bahía de San Francisco, en la costa Oeste del país. El alcalde de esa ciudad admite no saber de qué se trata. La policía informa que no tiene jurisdicción. Y los Guarda Costas –que sí la tienen- están obligados a guardar silencio sobre lo que sucede en el interior de esos edificios, que los rumores vinculaban a Google.
Pero el ansia de saber de un periódico local (The Day, de la localidad de New London), que se acogió a la Ley de Libertad de Información, ha provocado que los Guarda Costas tuvieran que responder a las demandas presentadas por el rotativo ante un juez y aportar los documentos que asocian las barcazas con Google, concretamente con Michael Tierney, la persona al frente de las famosas gafas del gigante tecnológico.
De momento, Google sigue en silencio y, como todo el mundo sabe, cuando no hay respuestas a las incógnitas lo que se hace hoy en día es especular en las redes sociales. Bajo la etiqueta #GoogleBarge se abre un mundo de teorías, alguna incluso conspiratoria, como la que asegura que la plataforma de San Francisco será el lugar en el que se esconda a Edward Snowden si algún día se llega a lograr su extradición a Estados Unidos o la que dice que en el interior de esa estructura blanca se está fraguando el siguiente escándalo de la NSA.
Luego están las conjeturas más comunes y pausibles: desde un golpe publicitario de Google para contrarrestar el poder de Apple con sus modernas tiendas y crear sus propios centros para vender las Google Glass, hasta que se trata de simples centros de almacenamientos de datos flotantes que resultan más económicos que los situados en tierra , ya que el océano proporciona ilimitada agura fría y de fácil acceso para refrigerar los sistemas.
El periodista del blog de tecnología CNET Daniel Terdiman, quien fue el primero en informar sobre la barcaza de San Francisco, explica que le llegó información de que Google estaba alquilando un edificio en Treasure Island y que las autoridades le dieron un nombre y datos de una compañía que tenía alquilado un hangar que acabó llevándole a Google. Además, el periodista asegura que la Comisión de Conservación y Desarrollo de la Bahía de San Francisco (BCDC, siglas en inglés) le ha confirmado que el edificio de 1.600 metros cuadrados construido sobre la barcaza pertenece a Google.
Al levantar la estructura en el corazón de la Bahía de San Francisco, Google ha podido mantener en secreto el proyecto, ya que al no construir en tierra pudo esquivar permisos y explicaciones que en la ciudad hubieran sido obligatorios. Todo hasta que el edificio se hizo demasiado visible hace algunas semanas y ya resultaba imposible de esconder a plena luz del día.
Según los expertos, si una vez concluida la construcción, Google decide navegar el edificio, por ejemplo, hasta el puente Golden Gate adentrándolo en el Océano Pacífico, no tendrá que dar explicaciones de que ha hecho hasta el momento. Tan solo tendrá que enfrentar un duro escrutinio si decide quedarse en la Bahía, ya que la BCDC y los vecinos de Silicon Valley tienen un alto grado de exigencia respecto a lo que sucede y se construye en un lugar de alto valor medioambiental y escénico. Y todo apunta a que no están dispuestos a que su hermosa bahía se transforme en un centro comercial o un almacenaje de datos.
Fuente: Elpais.com (6/11/13)
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