La mayor farmacéutica británica es la primera en dar este paso y afirma que no incentivará a los facultativos por asistir a congresos.
El gigante farmacéutico GlaxoSmithKline (GSM) dejará de pagar a los médicos para que promocionen sus productos en conferencias, en una operación de lavado de imagen tras los recientes escándalos de sobornos y otras prácticas ilícitas en las que se ha visto implicada la multinacional británica. El anuncio de la compañía, que asimismo cancelará los incentivos por ventas individuales de sus visitadores médicos y tampoco sufragará los viajes de los facultativos para asistir a congresos científicos, marca un cambio en una industria muy criticada por sus agresivas tácticas de marketing.
Otras empresas habían empezado antes a acometer tímidas modificaciones en sus estrategias comerciales, que en las últimas tres décadas venían dependiendo en gran medida de la influencia de los médicos en la promoción de sus medicamentos, pero la decisión de GSK es más radical.
“Reconocemos que tenemos un papel importante en la prestación de información sobre nuestros fármacos a los médicos, pero ello debe hacerse con claridad, transparencia y sin la percepción de conflicto de intereses”, ha justificado en un comunicado su presidente ejecutivo, Andrew Witty. Los responsables de la compañía rechazan cualquier relación de su nueva política con las acusaciones del Gobierno de China sobre sobornos a médicos y hospitales de aquel país por valor de 494 millones de dólares (359,53 millones de euros), un caso del que eluden hablar amparándose en que la investigación todavía sigue en curso. O con la multa de 3.000 millones de dólares (2.183 millones de euros) que en 2012 tuvo que desembolsar a las autoridades estadounidenses —la más alta para una farmacéutica en la historia de aquel país— por la promoción ilegal de cientos de medicamentos.
Decenas de empleados de Glaxo, todos ellos chinos, permanecen detenidos por participar en una red de pagos ilegales que se canalizaban a través de agencias de viajes. El régimen llegó a exhibir en televisión la confesión pública de uno de los supuestos implicados en un escándalo que, a principios de este mes, forzaba al primer ministro británico, David Cameron, a interceder por GSK durante una visita oficial a Pekín. La multinacional no niega que se produjera el delito, pero aduce que a manos de unos empleados que actuaron fuera de su sistema de control.
El gigante británico (que en el último cuatrimestre facturo en ventas 10.000 millones de dólares) intenta ahora pasar página con un paquete de medidas que incluye la eliminación inmediata del pago de compensaciones a sus agentes comerciales según el número de recetas expedidas por los médicos con los que tratan. A partir de ahora, las remuneraciones estarán ligadas a la mejora de la asistencia al paciente y a los resultados globales de la compañía.
«Seguimos preguntándonos si hay otros métodos y más efectivos de operar que los que hemos seguido en los últimos 30 o 40 años», ha declarado Witty sobre las necesidades de la industria de adaptarse a «un mundo cambiante» en el que además imperan las nuevas tecnologías. Un mundo también en el que las farmacéuticas deben esforzarse en limar su criticada imagen. La decisión de GSK de dejar de costear los viajes de los facultativos para que participen en congresos médicos ya fue adoptada hace dos años por la compañía AstraZeneca, que optó entonces por centrarse en «las oportunidades educativas de los profesionales de la salud». A partir de 2016 también será desterrada definitivamente en Glaxo la extendida práctica de pagar a los médicos para que promocionen unos fármacos determinados y que, solo entre enero y septiembre del pasado año, le supuso un coste de 8,5 millones de dólares, según datos de la propia compañía que otras fuentes revisan al alza.
Los críticos de la industria han venido mostrándose muy escépticos tanto ante los esfuerzos voluntarios de algunas compañías para cortar los excesos del pasado como frente al actual sistema que regula las multas por infracciones. Tim Reed, director de la organización Health Action Internacional, que aboga por una mayor transparencia en el sector, declaraba ayer al Financial Times que las reformas en curso son bienvenidas pero insuficientes: «El único modo de conseguir un control adecuado (de las multinacionales) es una fuerte regulación por parte de Estado. También es necesario implementar un sistema de multas sustanciales cuya cuantía se equipare a la gravedad de la transgresión», subraya.
Los gobiernos de ambos lados del Atlántico han presionado en los últimos tiempos por una mayor transparencia, especialmente en Estados Unidos donde las farmacéuticas están obligadas a difundir las sumas y nombres de los médicos que reciben emolumentos de las compañías por sus viajes, promociones o tareas de investigación.
Fuente: Elpais.com (17/12/13)
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