Giussepina hace 1.600 kilómetros al día para ir a trabajar

El debate social sobre la crisis laboral, los salarios y los precios de los alquileres vuelve a estar abierto en Italia. La historia de Guiseppina Guiliano, una napolitana de 29 años, es un claro reflejo de lo que ocurre en este país.

Conocida como la ‘bedela de la alta velocidad’, esta mujer viaja desde Nápoles hasta Milán todos los días para trabajar como conserje en un instituto. Para eso se tiene que levantar a las 3:30 cada mañana para coger un autobús hasta la estación, en donde coge un tren de alta velocidad a las 5:09 horas para llegar a Milán en cuatro horas y media.

Todos los días llegas puntual al Instituto Boccioni de Milán, en donde trabaja como conserje. A las 10:30 comienza su jornada laboral y, cuando esta finaliza, vuelta a casa siguiendo el mismo trayecto en la dirección contraria. A las 17:00 sale del instituto, compra algo para comer y a las 18:20 sube al tren con destino a Nápoles.

Llega a las 23:30 a su casa y solo se puede permitir unos minutos con su familia, porque al día siguiente vuelve a recorrer los 1.600 kilómetros (800 de ida y 800 de vuelta) para ir a trabajar.

Coger el tren sale más barato que alquilar un piso

A pesar de que desde septiembre tiene un contrato indefinido en el instituto de Milán, Guiseppina prefiero continuar con esta vida casi “extrema”, ya que considera que prácticamente no tuvo otra alternativa.

Intentó buscar un piso en Milán acorde a su salario, que ronda los 1.100 euros, pero solamente una habituación le costaba 650 euros al mes. Esto le llevó a realizar cuentas hasta que llegó a la conclusión de que ir y volver en tren todos los días eran más rentable que alquilar una habitación. Con los puntos de los viajes al comprar un billete con antelación, el tren le sale por uno 400 euros al mes.

De esta forma, gasta menos que compartiendo una habitación en Milán y puede ahorrar algo, ya que de la otra forma se gastaría todo su sueldo entre comida, alquiler y gastos de agua y luz.

Dualidad Norte Sur

Guiseppina decidió llevar esta forma de vida ahora que es joven, aunque ha reconocido al diario ‘Ir Giorno’ que no iba a ser siempre, ya que cuando vaya envejeciendo será más difícil mantener el ritmo.

Su caso se ha hecho popular en Italia. Tanto, que desde su instituto están intentando buscarle un alojamiento. Pero su caso no es solo una historia de esfuerzo y sacrificio, sino un drama social que vive Italia.

Muchos jóvenes tienen que vivit de una forma parecida a la de Guiseppina, sobre todo si viven en el Sur del país, ya que las condiciones de vida en el Norte, en donde trabajar, no son las mismas.

Fuente: as.com (21/1/23) pixabay.com

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