El viernes pasado por la mañana, un alto funcionario del Consejo Europeo explicaba a los periodistas acreditados en Bruselas las entrelíneas del borrador de directrices para negociar el Brexit. Donald Tusk, presidente del Consejo Europeo, había enviado el documento a las capitales unas pocas horas antes.
Un periodista británico alzó la mano y preguntó por el punto 22, el que dice que cualquier acuerdo que establezca la relación post-Brexit entre Gibraltar y la UE necesitará el visto bueno de Londres y España. La preocupación del periodista era si el Consejo Europeo no estaba abandonando su habitual neutralidad en esta disputa territorial entre España y Reino Unido, al otorgar un derecho de veto de facto a Madrid sobre los eventuales vínculos económicos de Gibraltar con los 27. La respuesta no pudo ser, por directa, más cruda: «Tras la notificación [del Gobierno británico de abandonar la UE], para los asuntos relativos al Brexit, el Consejo Europeo está formado a 27 y ahí solo una de las dos partes está representada».
Para quien quiera entender: Reino Unido se está yendo y a la hora de debatir las condiciones de salida, ya no forma parte de la familia. La cuestión volvió a surgir este lunes en la rueda de prensa diaria de la Comisión Europea, justo un día después de que un ex líder del Partido Conservador británico, Michael Howard, mostrase su convencimiento de que Reino Unido estaría dispuesto a ir a la guerra por defender la soberanía de Gibraltar. El Ejecutivo comunitario trató de enfriar los ánimos de Londres. Un periodista español preguntó sarcásticamente que, vista la retórica bélica que ha emanado del Reino Unido este fin de semana, de qué lado se pondría la Comisión en caso de guerra entre España y Reino Unido por Gibraltar. «Del lado del diálogo y la cooperación», respondió Margaritis Schinas, portavoz jefe de la ComisiónEuropea y de su presidente, Jean Claude Juncker.
Sobre si el Ejecutivo comunitario respalda el punto 22 de las directrices, Schinas no pudo ser más claro: «Estamos al 100% con el borrador de las directrices políticas […] Este inequívoco y claro apoyo cubre también este tema así como muchos otros». De nuevo el mismo mensaje para Londres: os estáis yendo.
Alfonso Dastis, ministro de Exteriores, pidió calma. «Alguien en Reino Unido está perdiendo los nervios, pero no hay ninguna base para ello», aseguró este lunes, mientras desde Downing Street también intentaban templar las aguas. Un portavoz del Gobierno afirmaba a EFE que «esto no va a pasar», en referencia una intervención militar para defender Gibraltar. Y por su parte, la primera ministra, Theresa May, se rio abiertamente delante de un grupo de periodistas ante el escenario de una guerra con España.
Pero en Gibraltar, su ministro principal, Fabian Picardo, siguió con la retórica encendida, al equiparar a España con un «matón» y a Tusk como un «marido cornudo» vengativo. «No vamos a ser una víctima del Brexit, ya que no somos los culpables del Brexit: nosotros votamos a favor de permanecer en la Unión Europea, por lo que pagarlo con nosotros es permitir a España comportarse como un matón» dijo Picardo, para añadir que «el señor Tusk, que se ha dado a usar las analogías del divorcio y la petición de divorcio, se está comportando como un marido cornudo que lo está pagando con los niños».
Y por si fuera poco, también entró Cataluña en el quilombo. Norman Tebbit, miembro de la Cámara de los Lores y ex ministro de Margareth Thatcher, escribió en el diario The Daily Telegraph que si él fuera primer ministro, y en respuesta por lo de Gibraltar, haría saber a Madrid que se plantea «invitar a Londres a líderes del movimiento independentista catalán, o incluso que estoy pensando en llevar a Naciones Unidas su deseo de independencia».
Pero bajo todo esta polémica subyace un problema que los pro-bréxit británicos deberán solventar en algún momento. Estar en un club tenía ciertas ventajas. Una de ellas era la neutralidad de la UE con el asunto de Gibraltar. De hecho, no son cuestiones ajenas. España abrió la frontera con el Peñón para engrasar su adhesión a la UE. Salir del club significa renunciar a esas ventajas. Como bien dice la expresión británica, uno no puede comerse el pastel y, además, tenerlo. O te lo comes, o lo guardas para luego. Las dos cosas no se puede.
Fuente: Expansion.com (3/4/17) Pixabay.com
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