Investigadores británicos han desarrollado un software capaz de replicar la escritura humana. Este invento, según los expertos, podría servir para crear documentos falsos y poner en jaque a los tribunales.
Investigadores del University College London han desarrollado un programa de ordenador capaz de imitar perfectamente el estilo ortográfico del ser humano. Este invento, que nace con un objetivo totalmente lícito, podría ser empleado igualmente por delincuentes con la finalidad de falsificar documentos. Esto supone que jueces y abogados podrían, dentro de poco, enfrentarse a copias perfectas, generadas a través de un sistema informático, de documentos manuscritos.
«El software en sí es simplemente un avance tecnológico más. Sin embargo, si combinamos este programa informático con un sistema de impresión en tres dimensiones armado de un bolígrafo, podría convertirse en una herramienta perfecta para realizar falsificaciones. La firma manuscrita era el último nivel de credibilidad en un documento, pero parece que ésta también podría ponerse en duda», explica David Maeztu, socio del despacho Abanlex.
Para el letrado, frente a este problema generado por las nuevas tecnologías, sólo existe una solución: siempre que exista una duda sobre la veracidad de una prueba, impugnarla y pedir un estudio pericial que certifique la autoría original de una firma o un documento manuscrito.
«La combinación de estas dos tecnologías ya puede generar replicas perfectas y es posible manipular escritos. Sin embargo, el delincuente que busque generar estas falsificaciones, siempre tendrá que contar con un escrito original, una matriz que haya estudiado el sistema informático para crear la imitación. La labor de un perito caligráfico es investigar cada uno de los documentos, encontrar el primero y así poder hacer una comparación fijándose en parámetros esenciales como la morfología o grafología -presión, velocidad, inclinación- de la letra o la firma», apunta José Guillermo Pastor, presidente de la Asociación Nacional de Grafólogos, Peritos Calígrafos y Documentólogos (Grapeca).
Ambos expertos identifican los peligros evidentes que pueden generar este tipo de tecnologías y alertan de que los abogados deberán ser cada vez más cautos a la hora de aceptar documentos con firmas o textos manuscritos en una causa jurídica.
Testigos
«Si, aunque se realice una investigación pericial precisa, no es posible certificar la veracidad del escrito y comparar éstas con un documento original, la única solución que le quedará a un abogado será recurrir a posibles testigos. En caso de acuerdos o contratos firmados ante notario, por ejemplo, éste último podría convertirse en un declarante esencial para comprobar la veracidad del documento puesto en cuestión, ya que no sólo debe de certificar que existe un acuerdo entre las partes y ambas entienden el contenido del contrato, sino que también debe de verificar cada una de las firmas estampadas en él», añade Maeztu.
A pesar de lo expuesto, Pastor concluye que aunque la tecnología permita realizar este tipo de réplicas, ningún software puede, todavía, crear un patrón nuevo basándose en la escritura, lo que provoca que siempre existirá la posibilidad de desvelar el engaño.
«Estos programas basan su copia en ejemplos escritos, pero nuestra letra cambia constantemente y por mucho que saque parámetros idénticos de una firma realizada 10 veces seguidas, nunca podrá generar una que pueda pasar por original. El algoritmo utilizado terminará realizando una copia de alguna de ellas». En este sentido, Pastor termina señalando una de las grandes normas de su oficio: «Si dos firmas son iguales, es que una de ellas es falsa».
Rúbricas pirateadas
Lejos de las falsificaciones, los dos expertos también hablan de los peligros que pueden traer las firmas digitalizadas. Aunque ambos coinciden en que los sistemas de seguridad utilizados son muy rigurosos, también hay que tener en cuenta su posible robo. «Cada vez es más frecuente firmar documentos médicos, transferencias o envíos de correos en una tableta, lo que genera un perfil biométrico que confiere fiabilidad a las futuras rúbricas. Sin embargo, muchas veces olvidamos que esas tabletas son hackeables y que se podrían utilizar ilegalmente las firmas digitalizadas. En ese caso, será complicado probar que no se ha refrendado un documento», explica el socio de Abanlex, David Maeztu.
Fuente: Expansion.com (20/9/16)
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