Igual que ocurre en cualquier casa cuando no se reparan las grietas y desperfectos fruto del paso del tiempo, las carreteras españolas vivieron su momento de esplendor desde finales de los años ochenta hasta mediados de la década pasada. Con el maná de los fondos europeos se logró una de las mayores modernizaciones de la red viaria de Europa y España pudo atajar el déficit crónico de infraestructuras que había mantenido con sus principales competidores europeos. Unido a la puesta en marcha de nuevas autovías y autopistas, así como de tramos de un solo sentido; la inversión en conservación se mantuvo durante muchos años en parámetros razonables.
Pero llegó la crisis a mediados de 2007 y no solo se dejaron de construir proyectos nuevos, sino que se abandonaron aquellos iniciados en fase muy preliminar y las partidas para mantenimiento y conservación se redujeron a mínimos históricos. Por este motivo, la Asociación Española de la Carretera (AEC) ha presentado esta mañana un estudio que analiza el estado actual de conservación de las carreteras. Los resultados no pueden ser más alarmantes, según ha explicado el nuevo presidente de esta organización, Juan Lazcano.
«Las carreteras se enfrentan a un deterioro sin precedentes, ya que la situación que muestra nuestro estudio es la peor desde que se inició la serie en 1985», ha señalado Lazcano. En este sentido, ha advertido que el déficit que ya acumulaban las vías en 2011 se ha incrementado en los dos últimos años una media del 13% (un 20% en la red que gestiona el Estado y un 10% en la que administran los Gobierno autonómicos).
Así, esta asociación estima que para poner al día la red de carreteras habría que poner en marcha un plan de choque de unos 6.200 millones de euros y después invertir anualmente unos 1.600 millones en las carreteras dependientes del Gobierno central y otros 1.800 en las de las autonomías. Se trata del equivalente al 2% del valor patrimonial de la red que es el volumen de inversión que los expertos consideran necesario gastar anualmente para mantener las carreteras en perfecto estado de revista.
¿Qué les pasa a las carreteras españolas?
El estudio se basa en medir el estado de las infraestructuras a través de su inspección ocular, por lo que no entra a dirimir si las carreteras son suficientemente anchas o necesitarían la instalación de más balizas o barreras protectoras. Además, en aquellos aspectos donde no es posible hacer la evaluación solo con lo que ve el ojo humano, se utilizan medios técnicos para, por ejemplo, medir la iluminación de las vías o para conocer si el material retrorreflectante ha perdido la condición de tal.
Después de tres meses analizando el estado de más de 3.000 tramos de 100 metros, o lo que es lo mismo, tres millones de metros cuadrados de pavimento, 3.000 señales verticales de código, 900 kilómetros de marcas viales, 175 kilómetros de barreras metálicas y 25.000 elementos de balizamiento la conclusión es clara: la situación es deficiente, rozando el «muy deficiente».
Dicho de otro modo: actualmente tres de cada cuatro kilómetros de pavimento presenta grietas en la rodada (el 72% de la red) y uno de cada tres kilómetros muestra grietas, desintegraciones, deformaciones y baches (el 38%).
Con una calificación media de 4,6 y 4,1 respectivamente, la señalización vertical en las carreteras del Estado y en las autonómicas obtienen una puntuación por debajo del aprobado. Con ello, se llega a la conclusión de que hay que reponer unas 330.000 señales. Y es que en la red estatal, alrededor de 83.000 señales superan la edad de siete años, que es el periodo de garantía que otorgan los fabricantes a las láminas retrorreflectantes, lo que se traduce en que si bien durante el día la señal puede mostrar un estado de conservación adecuado; por la noche su correcta visibilidad no está garantizada.
Además, los evaluadores han llegado a la conclusión de que habría que repintar las marcas viales de 52.000 kilómetros, o lo que es lo mismo, habría que pintar 28 de cada 100 kilómetros de carreteras de la red estatal y 49 de cada 100 de la red autónomica. Por su parte, las barreras metálicas retornan al suspenso y las señales de balizamiento pasan de un «bien» a un mero «aceptable». En materia de iluminación, el 82% de las luminarias en funcionamiento registran rangos inadecuados de iluminancia (por defecto o incluso por exceso), casi un 40% más que en 2012.
Reparar todos estos desperfectos costaría la friolera de 6.200 millones de euros y a partir de ese momento no descuidar su estado y seguir gastando al menos otros 3.400 millones anuales parta preservar un óptimo estado de conservación. Conscientes de que ni el Gobierno central ni los autonómicos están en disposición en este momento de gastar ese dinero en la carretera, Juan Lazcano ha admitido que una solución sería la aplicación de la tasa por uso de las autovías, tal y como recomienda implantar la comisión Lagares en el marco de la futura reforma fiscal.
«Alemania, que era el gran defensor de las autovías libres de peaje en Europa frente a Italia o Francia, ha sido ahora el primer país que ha implantado la tasa por uso para poder pagar la conservación de sus carreteras y eso debería analizarse aquí», ha explicado el presidente de la AEC. Eso sí, toda la recaudación que se lograra con dicha tasa debería gastarse en conservación y mantenimiento de la red viaria.
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