Cada vez más trabajadores emigrantes envían dinero desde el extranjero a España y los inmigrantes residentes tienen menos recursos que remitir a sus países de origen. Esa ha sido la tónica desde que comenzó esta crisis y en el segundo trimestre se acentuó hasta el punto de que las remesas recibidas superaron a las enviadas por primera vez en una década. El sorpasso devuelve el signo de los flujos de dinero a la etapa previa a la oleada de inmigrantes, en plena burbuja inmobiliaria, que convirtió a España en un país emisor neto de remesas.
Entre abril y junio este año entraron en España 1.591 millones de euros en remesas, el mayor volumen registrado en la historia, y las salidas se situaron en 1.563 millones, con lo que el saldo queda positivo por primera vez desde 2003, según los datos recién publicados por el Banco de España, que no desagrega los países de destino o procedencia.
El vuelco convierte a España en un país receptor neto de remesas, pero el dibujo de este 2013 tiene poco que ver con el de los emigrantes de los años sesenta. Dentro del flujo migratorio figura el creciente fenómeno del expatriado, directivos españoles que las multinacionales españolas —o directamente otras empresas extranjeras— destinan a diferentes países. Estos, lejos de la figura que tradicionalmente se entiende como la de emigrante, también envían dinero a su país de origen.
Aun así, los españoles se están buscando la vida fuera como consecuencia de la crisis: el saldo migratorio negativo de los españoles no deja de crecer desde 2008 y alcanzó su máximo el año pasado. El año pasado casi 60.000 españoles dejaron el país y 32.380 llegaron, con lo que la pérdida neta quedó en 27.344 españoles, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE). En el mismo ejercicio, se perdieron 135.045 extranjeros residentes que dejaron el país en recesión y con expectativas laborales poco halagüeñas.
La población española se contrajo en 2012 por primera vez
En total, la población española encogió en 113.902 personas en 2012, un 0,2%, en lo que constituyó el primer descenso anual de habitantes desde al menos 1971, cuando comenzó la serie estadística. El número de inmigrantes se redujo un 2,3%, hasta los 5,1 millones. Y ya hay 1,9 millones de españoles en el extranjero, según el INE, un 6% más que hace un año. En este incremento también pesan los antiguos inmigrantes que obtuvieron la nacionalidad y luego dejaron España y residentes en el exterior que la lograron en virtud de la Ley de Memoria Histórica.
La información de españoles censados fuera contrasta con los servicios estadísticos de los países receptores cuando se baja al detalle de los lugares de destino países receptores, pero la tendencia sí coincide y sirve para explicar lo que ha ocurrido con las remesas.
España ha sido un país eminentemente receptor desde 1990 y hasta 2003, pero en 2004, en plena euforia económica y con el boom de la inmigración al alza, por primera vez hubo un saldo negativo (se envió más dinero del que se recibió) de cuatro millones de euros, testimoniales y simbólicos. A partir de ahí, los saldos siguieron esa línea, con un récord de 3.138 millones en 2007, un año en que los inmigrantes enviaron a sus países casi 8.500 millones.
Con la burbuja inmobiliaria pinchada, el paro se desbocó hasta alcanzar los seis millones de desempleados actuales, el 27% de la población activa, y el dinero que muchos inmigrantes ocupados en el sector de la construcción enviaban a sus familias en los países de origen fue menguando, mientras crecía el recibido. El año 2012 ya cerró cerca del nuevo sorpasso (se enviaron 6.485 millones y se ingresaron 5.922), pero el vuelco ha llegado finalmente en el segundo trimestre de 2013.
Remesas.org, un centro de datos especializados en remesas de inmigrantes, siempre ha recelado respecto a los datos del Banco de España en cuanto al dinero entrante, ya que no desagrega los países emisores y el perfil de español que más está dejando su país por la crisis es el de jóvenes cualificados que difícilmente envían dinero a sus padres.
Para esta plataforma tiene un peso fundamental el dinero que envían los inmigrantes que obtuvieron la nacionalidad española y se volvieron a su país y ahora dan recursos a los parientes que siguen viviendo en España, lo que, a la postre, es otro giro radical frente a los que venía ocurriendo en la época dorada del ladrillo.
Fuente: Elpais.com (2/10/13)
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