España tiene cuatro problemas: lo peor es que los extranjeros no entienden tres

¿Por qué se desconfía de España?

Cuando uno habla con los supuestos especuladores internacionales que presionan a España se da cuenta de que actúan como actúan porque hay cosas que no entienden. Al margen de Portugal, hay tres dudas existenciales que no somos capaces de explicarles con cariño: el paro, la vivienda y la organización del país con sus comunidades, diputaciones y ayuntamientos.

El problema griego no está terminado y emergerá en breve. Como en toda intoxicación etílica el primer síntoma fue la negación del estado, retardando lo evidente a través de inyecciones de liquidez, y la segunda entrega fue el reconocimiento de la falta vía reestructuración de la deuda pública.
No obstante, lo que falta y se nos avecina tampoco es baladí. Hay que darles una solución a todas las entidades financieras, aseguradoras y empresas privadas dependientes de lo público y que no pueden financiarse. ¿Se va a nacionalizar la banca griega? ¿Se va a vender a precio de saldo? ¿Cómo de grande es este marrón?
El segundo motivo por el que vamos a tener una primavera muy movida que justifica las tensiones que sufren la calidad crediticia de nuestro país y nuestro índice bursátil, con fuerte peso en bancos, es Portugal.
Es poco respetuoso con nuestros vecinos a derecha y a izquierda decir a voz en grito que en España ya no se puede recortar más y que estamos al límite, cuando a los portugueses les subieron el IVA al 24%, los italianos se han tenido que tragar el copago en sanidad y a ambos los tienen medio intervenidos.
Los grandes esfuerzos de nuestro vecino, mucho mayores que los españoles, sólo sirven para ganar tiempo a la espera de una mejora en el crecimiento mundial que no acaba de llegar. Si no se produce dicha recuperación en los próximos trimestres, empezará la promoción de la segunda entrega portuguesa, la Reestructuración Lusa, y eso es un problema mayúsculo para España porque somos su gran acreedor. Eso es lo que tensiona nuestra prima de riesgo y por eso se nos pide que afrontemos más reformas.
Cuando se habla de recortes de 10.000 millones de euros, y salen a relucir líneas rojas o declaraciones antirreformistas, es bueno que la gente sepa que esa cantidad no sirve ni para saldar el 75% de la deuda de las empresas públicas de tan sólo dos comunidades autónomas españolas. Sin comentarios si escalamos el problema a la deuda de las comunidades, de la nación o de las familias. Así nos ven desde fuera    Cuando uno habla con los supuestos especuladores internacionales, que son personas que tienen que decidir si le prestan el dinero de sus clientes ahorradores al Gobierno de Brasil, que da un interés del 12%, o a España al 5%, y nosotros les llamamos capitalistas opresores por optar por repartir sus inversiones entre ambos, y les pregunta cómo nos ven, la respuesta es muy clara.
España tiene cuatro problemas. Uno es Portugal y luego hay tres dudas existenciales que no somos capaces de explicarles con cariño.
La primera es nuestra tasa de paro. Se debaten entre pensar que es cien por cien cierta, y por lo tanto se asustan de la cantidad de subsidios que van a tener que salir del presupuesto público por mucho recorte que se haga, o que no es cierta y que España dobla la tasa de paro Europea y tiene un 50% de paro juvenil, porque la gente no está realmente incentivada a aceptar cualquier trabajo. Ambos casos son dramáticos y justifican un incremento de coste al que nos prestan el dinero.
La segunda es que no entienden por qué hoy un españolito que gane un buen sueldo, y por lo tanto supuestamente etiquetado como rico y merecedor de ser frito a impuestos por ganar ese dinero a través de una nómina -ignorando si es trabajando como un animal-, no puede comprarse un piso de tres habitaciones salvo que avalen papá y mamá.
¿No falta todavía en España un ajuste realmente fuerte en el precio de la vivienda? ¿Cómo afectaría eso al balance de muchas entidades financieras cuando los pseudorricos puedan comprarse un piso de 100 metros cuadrados en una capital de provincia? Son dudas que los mercados tienen, y esperan respuesta.
Y la tercera y no menos importante es que no son capaces de distinguir al cien por cien dónde empieza y dónde acaba el Estado, la Comunidad, la Diputación, los Ayuntamientos y las empresas públicas. No tienen muy claro si le prestan dinero a una de estas cinco instituciones, dónde empiezan sus garantías para recuperar lo prestado, dónde acaban y cómo les afectan los excesos de las otras cuatro. A mí me han pedido que lo haga en inglés o en español y hago lo que puedo, pero no es fácil.
Grecia 3.0 y Portugal 2.0 son los dos problemas que afronta Europa. España comparte el contagio luso y tiene la obligación de dar respuesta a los tres grandes interrogantes de nuestros acreedores: paro, precios reales del mercado inmobiliario y quién es quién en nuestro modelo de país.
No hay que dramatizar, porque somos demasiado grandes como para que Europa mire para otro lado, aunque Draghi se haga el duro hablando de inflación, pero estamos ante un reto muy serio y no nos dejarán resolverlo con un simple: «Paga Draghi».
Juan Ramón Caridad, director general de Swiss & Global España.

Fuente: El Economista (12/4/12)

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