No hay país europeo con tantaspeluquerías como España. Nuestro país alberga unos 50.000 locales de estetipo, más del doble que la media europea (22.300) y un 25% másque en 2011. Para entender el porqué hay que remontarse a los años de crisis,cuando un 20% de los salones existentes echó el cierre y miles de profesionales se quedaron en la calle.
Muchos de los antiguos asalariados se quedaron con una mano delante y otra detrás, así que decidieron darse de alta como autónomos y emprender su propio negocio para salir adelante. La situación no era fácil, pues miles de consumidores en apuros económicos dejaron de acudir a la peluquería o espaciaron las visitas al máximo. De ahí surgió el auge de los cortes de pelo ‘low cost’ incluso en pisos de particulares, una estrategia con la que las ‘víctimas’ de la crisis han subsistido durante años.
“A finales de 2012, el Gobierno tomó la feliz decisión de subir el IVA del 8% al 21%. Los profesionales no se atrevían a repercutirlo en los precios, asumieron el impuesto y el desastre fue mayúsculo”, explica Óscar Mateo, director de conocimiento de mercado en la Asociación Nacional de Perfumería y Cosmética (Stanpa). En apenas seis meses, unas 8.000 peluquerías quebraron.
Unas 8.000 peluquerías quebraron como consecuencia de la subida del IVA y la crisis
No obstante, esa reducción se ha compensado con creces. España ha pasado de tener menos de 40.000 a más de 50.000 peluquerías en ocho años, lo que da lugar a una ratio que nos coloca a la cabeza de Europa. Tenemos un salón de belleza por cada 900 habitantes cuando lo normal es albergar uno por cada 1.500. Algo parecido ocurre en hostelería, otro sector plagado de empresarios que montaron un bar cuando se quedaron en paro.
El problema es que los españoles ya no se cortan el pelo con tanta frecuencia porque la crisis ha cambiado sus hábitos de consumo. Antes de 2008, lo hacían una vez cada tres semanas. Ahora dejan pasar un mes y medio entre tijera y tijera. A eso se suma el desplome del ticket medio hasta unos niveles que comprometen la rentabilidad del peluquero. Y eso nos lleva al siguiente punto: ¿Hay hueco para tanto salón de belleza?
Si nos fijamos en el ‘boom’ de aperturas relacionadas tanto con el cabello como con las uñas o la depilación, parece que sí. “A diferencia de los países nórdicos, en España ‘vivimos en la calle’. Nos gusta estar guapos y que se note”, opina el consultor de moda Marcos Álvarez tras augurar larga vida a las ‘pelus’ y a las franquicias tipo Marco Aldany, Espejos o Llongueras. Pero Stanpa no se muestra tan optimista.
La patronal de cosmética estima que el 30% de las peluquerías existentes en España no es rentable. “Los salones ‘low cost’ de subsistencia no generan empleo y apenas aportan riqueza a la economía. Cobrar seis euros por un corte de pelo no da para pagar el alquiler, los impuestos y la electricidad. Es insostenible”, apunta Mateo. El experto está convencido de que habrá ajuste a la baja en los próximos años y un proceso de concentración en el sector.
El futuro es negro para las peluquerías tradicionales de señora -“abocadas a desaparecer”- pero esperanzador para las ‘barber shop’ o salones masculinosaltamente especializados. También están de suerte los peluqueros que ofrecen valor añadido, o así lo ve el director ejecutivo de Retail Institute, Laureano Turienzo. «Una de dos: o eres diferente o eres el más barato».
Las ventas del sector se recuperan desde 2015 (con una media de 341.000 euros facturados el año pasado) pero los beneficios siguen en un nivel bajo: apenas superaron los 6.280 euros de media en 2017, o así se desprende de la plataforma de información financiera Insight View. La mayoría de las empresas de peluquería se concentran en Madrid (seguida de Barcelona), son micropymes y no superan los cinco años de vida.
Pese a su elevada ratio, el mercado de las peluquerías crece a un ritmo superior al de la industria de la belleza en su conjunto. El número de empleos asciende a 200.000 indirectos y 35.000 directos, según los últimos datos de Stanpa. El 85% de las mujeres españolas y el 65% de los hombres sale a cortarse el pelo con regularidad, con un ticket medio de 26 euros en nuestro país.
Burgos, corazón de los peluqueros
Los productos capilares profesionales son otra de las categorías más dinámicas, con un crecimiento interanual del 2,3% a fecha de abril de 2018. No le fue tan bien a los champús y suavizantes de gran consumo (+0,2%), cuyas ventas se mantuvieron planas. Muchas peluquerías se dedican a la reventa de ese tipo de productos (Wella, L’Oreal, Schwarzkopf…) y ofrecen servicios alternativos de manicura o estética para complementar sus ingresos.
Las grandes marcas de cosmética aprovechan el ‘boom’ de los salones de belleza para vender sus champús o cremas suavizantes, pues son conscientes de su capacidad prescriptora. Un ejemplo es L’Oreal, cuya división de productos profesionales crece a un ritmo del 4% en España. La compañía francesa forma a 15.000 peluqueros cada año con cursos o talleres. Incluso organiza fiestas en cruceros para dar a conocer sus innovaciones.
L’Oreal elabora la mayoría de los productos capilares en su fábrica de Burgos, desde donde exporta un millón de champús, suavizantes o tintes al año (de marcas como L’Oreal Professionnel, Kérastase, Redken o Matrix) a 52 países. El 7% de la producción se queda en España, si bien nuestro país sólo representa un 3% de las ventas en este segmento.
Fuente: Elconfidencial.com (8/12/18) Pixabay.com