Emilio Botín ha sido el banquero que ha llevado a la banca española a tener una dimensión global. Cuando asumió la presidencia del banco familiar, en 1986, Banco Santander era un entidad doméstica con apenas 15.096 millones de euros de activos. Hoy es uno de los principales bancos del mundo, con 1,2 billones de euros de activos y un valor en bolsa de 92.900 millones de euros.
Emilio Botín no ha sido sólo el presidente de Santander, sino también el patriarca y el alma del banco, que fundaron su abuelo y su padre.
Nacido en 1934, Botín se licenció en Derecho y Economía por la Universidad de Deusto y aterrizó en el banco familiar con apenas 24 años, como apoderado de los Servicios Centrales de la entidad. En 1960 entró en el Consejo del banco y cuatro años después fue nombrado director general hasta asumir, en 1977 el cargo de consejero delegado.
En 1986, cuando su padre dejó la Presidencia, Emilio Botín empezó a compaginar los dos máximos cargos ejecutivos de la entidad, de la que, además, era también el principal accionista. Empezó entonces una larga carrera caracterizada por el afán de hacer de Santander un banco cada vez más grande y, sobre todo, cada vez más internacional.
En el mercado doméstico, a finales de la década de los ochenta, Botín revolucionó el mercado con el lanzamiento de la SuperCuenta, una cuenta de alta remuneración que permitió a Santander crecer fuertemente en pasivo de clientes y, al mismo tiempo, dio comienzo a una nueva etapa de competencia entre los bancos. Cinco años más tarde, Botín firmó una operación que representó el primer gran salto en el tamaño del banco, con la adjudicación en subasta del intervenido Banesto, entonces presidido por Mario Conde. Botín designo a Alfredo Sáenz como presidente del banco adquirido.
Pero fue a finales de los noventa cuando el banco dio un salto de calidad, con la fusión de Banco Santander con el Central Hispano. Botín y José María Amusátegui anuncian la creación del mayor banco español, Banco Santander Central Hispano (BSCH). La entidad, con unos activos de casi 40 billones de pesetas, cerca de 240.404 millones de euros, se situó en el décimo puesto del ranking bancario europeo.
Pronto quedó claro que la fusión, inicialmente planteada como unión entre iguales, acabaría transformándose en una absorción por parte de Santander. De hecho, la copresidencia entre Botín y Amusátegui sólo duró dos años. En 2001, Botín asumió la presidencia única de BSCH, en lo que se definió en el sector como la victoria de las corbatas rojas (tradicionalmente llevadas por los ejecutivos de Santander) sobre las corbatas azules.
América Latina y Europa Santander siguió profundizando su presencia internacional en América Latina. El banco permaneció en el continente, con cada vez más presencia en México, Chile, y Brasil, a pesar de las profundas crisis vividas por la región. Es conocida la frase de Botín cuando, tras la crisis de impago de la deuda argentina, afirmó que Santander estaría en América Latina «a las duras y las maduras».
Botín siempre defendió que «quien no está en Brasil no está en América Latina», y no cesó hasta que consiguió una posición fuerte en el país, que obtuvo finalmente tras la compra conjunta de ABN Amro que realizó con Royal Bank of Scotland y Fortis.
Emilio Botín siempre tuvo claro que la diversificación entre mercados maduros y mercados emergentes era fundamental para proteger al banco de las crisis cíclicas que golpean las economías mundiales. Su mirada se dirigió entonces a Europa, donde Santander protagonizó la primera compra transfronteriza, con la adquisición en 2004 del británico Abbey National.
Confianza en España Entre los grandes éxitos de Emilio Botín está que Santander ha sido uno de los pocos grandes bancos internacionales que superó sin ayuda la crisis financiera que se inició con las hipotecas subprime de EEUU y que en España se manifestó con el estallido de la burbuja inmobiliaria.
Botín ha sido uno de los más firmes defensores de economía española, apoyando a los sucesivos gobiernos en los esfuerzos para salir de la crisis. Desde el primer momento, pidió que se diferenciaran los bancos sanos de los que tenían problemas y que estos salieran del mercado, liquidados o absorbidos por los fuertes. Santander es, de hecho, el primer accionista privado de la Sareb, el banco malo que creó el Gobierno para avanzar en la reestructuración del sector.
El banquero dedicó la mayoría de sus últimas intervenciones públicas a defender la recuperación y a pedir confianza en España y su capacidad para volver al crecimiento.
Fuente: Expansion.com (10/9/14)
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