No contentos con pagar una miseria a sus empleados en los Estados Unidos, McDonald’s ha comenzado a reemplazar a los empleados del McAuto con máquinas inteligentes capaces de hablar con conductores, leer matrículas y anticiparse a los deseos de sus clientes.
Es parte de la optimización que la hamburguesería y otras cadenas de comida rápida llevan haciendo durante unos años debido a su importancia para su hoja de resultados: este tipo de pedidos representan el 70% de su negocio en las zonas con mayor actividad. Según CNN, esa optimización ha resultado en una rebaja considerable del tiempo de proceso medio en los McAuto de los Estados Unidos, pasando de seis minutos y 18 segundos en 2019 a los cinco minutos y 49 segundos en el año de la pandemia.
Ahora, estas compañías van a darle otra vuelta de tuerca aún más agresiva. Y de nuevo será gracias al Covid-19, que está actuando de acelerador del cambio en todas las industrias. Según el informe de McKinsey sobre el estado de la inteligencia artificial a nivel global en 2020, son muchas las compañías que investirán más dinero en IA como consecuencia de la pandemia y la crisis, principalmente para reducir costes. McDonald’s es una de ellas.
Inteligencia artificial con patatas
La multinacional de las hamburguesas ya ha probado varias nuevas tecnologías en sus restaurantes estadounidenses. Una de ellas es el uso de inteligencia artificial para leer matrículas de los coches y predecir qué podría pedir el cliente basándose en sus hábitos y la hora del día. Esta IA cambiará dinámicamente el menú presentado en las pantallas para ajustarse a esa predicción y así agilizar el proceso de pedido.
La inteligencia artificial también se encargará de tomar nota del pedido usando un asistente parecido a Siri o Alexa, pero especializado en la comida rápida de la cadena. Según Lucy Brady, una de las grandes jefas tecnológicas de McDonald’, usar una máquina ofrece una manera de tratar al cliente de una forma correcta de forma consistente. La máquina, apunta, no se equivoca al recoger el pedido como lo puede hacer un humano y además no se estresa ante situaciones de presión provocadas por clientes maleducados o agresivos. Y al no tener que introducir la información manualmente, se ahorra tiempo.
Otra ventaja de este sistema es que la comunicación cliente-máquina será más clara. En muchas ocasiones — entre micrófonos mal colocados y acentos extraños — es como intentar hablar con un marciano en órbita.https://player.elconfidencial.com/embed/video/gXQhdB1y674/640/360/0/
Todas las revoluciones industriales y grandes avances tecnológicos han traído cambios dramáticos en el tejido socio-económico. Es el clásico ejemplo de los arrieros que traían hielo de las montañas. Éstos fueron reemplazados por camioneros que distribuían el hielo de las fábricas a las casas. Pero esa industria también desapareció, reemplazada por los frigoríficos caseros. La historia de la civilización está plagada de ejemplos similares. Hemos visto cómo empleos e industrias completas desaparecían en cuestión de años.
¿Sin posibilidad de reconversión?
El cambio es cada vez más rápido. Durante la década que pasé en Nueva York fui testigo de cómo desaparecieron miles de empresas de transporte de pasajeros reemplazadas por Uber. Esas empresas, que dependían de llamadas y despachadores, se vieron obsoletas en cuestión de apenas unos meses. Dentro de muy poco, los coches autónomos se cargarán tanto a conductores de Uber como a taxistas.
Como decía Debora Spar — la decana de la Escuela de Negocios de Harvard — en una reciente entrevista, “en 10 o 15 años, particularmente con los vehículos sin conductor, vamos a ver cómo desaparecen millones y millones de puestos de trabajo que han sido ocupados tradicionalmente por hombres”.
Pero no sólo van a desaparecer camioneros, taxistas, dependientes del McDonald’s o los cajeros del supermercado. También lo harán millones de trabajos de oficina. Al principio aquellos que puedan ser automatizados fácilmente. Después otros más complejos. Es un cambio que ya está en marcha y que ha eliminado ya muchos de los puestos mejor pagados en el sector de las finanzas.
Para rematar, Spar afirma que están “viendo que los programas de formación para reciclar empleados no funcionan demasiado bien”. Argumenta que se debe “conectar las universidades con las necesidades laborales del futuro, no con las del pasado”, poniendo el foco en “los cambios sociales e identitarios”. Esta hipotética reconversión es un brindis al sol. La inteligencia artificial va a llegar a todas las industrias, incluso las más creativas, como la producción cinematográfica.
Salario universal, crisis existencial
Elon Musk argumenta que es inevitable que casi toda la humanidad se quede sin trabajo en el futuro cercano y que los gobiernos — con impuestos a las empresas que usen estas máquinas de inteligencia artificial — deberán pagar un salario básico universal a todo el mundo. Una experiencia, por cierto, que en California ha funcionado bien.
Es un tema que la ciencia ficción ha tratado en varias ocasiones ya. En la serie The Expanse tocan esta crisis de forma lógica. En su Tierra del futuro, poca gente puede trabajar. La mayoría de los trabajos ya no son necesarios. La gente no se muere de hambre ni de frío por los avances tecnológicos, pero no puede trabajar. Ni siquiera los doctores se salvan de esa criba, que tienen que esperar su turno durante años para poder acceder a una plaza de alto nivel aunque tengan notas brillantes.
En ese futuro, sin embargo, hay otros trabajos, pero están en otros sitios. Colonias en Marte, el cinturón de asteroides y lunas de planetas de Jupiter y Saturno. Trabajos sacrificados y peligrosos que no pueden ser llevados a cabo por una máquina en la extrema más dura. Pero en la Tierra, a cobrar el paro permanente y a verlas venir. The Expanse es un futuro especulativo pero, visto lo que se nos viene encima en los próximos veinte años, se antoja más que razonable .
No sabemos todavía si la humanidad camina hacie The Expanse o a Star Trek — la utopía del futuro, el Novaceno — el cambio es imparable y sus consecuencias psicológicas, sociales y hasta filosóficas son todavía impredecibles.
Fuente: elconfidencial.com (4/3/21) Pixabay.com