Una compañía de taxis de Estocolmo (Suecia) acaba de lanzar una campaña promocional muy singular: durante dos semanas ofrece un asesoramiento psicológico a sus clientes mientras realizan el trayecto. La consulta, efectuada por terapeutas verdaderos, no comporta ningún coste adicional, pues está incluida en la tarifa de transporte. Una campaña que los profesionales españoles ven con cierto escepticismo.
Para acceder al servicio, el cliente de la empresa en cuestión, Taxi Stockholm, tendrá solamente que reservar vía web una cita con una de las tres terapeutas que la compañía pone a disposición. De esta forma, durante el viaje el pasajero podrá charlar con un profesional de los problemas que más le acucian. Eso sí, en un vehículo “más discreto” que los normales, detalla la firma escandinava en un comunicado.
Taxi Stockholm explica que la idea de ofrecer este tipo de asesoramiento surgió de una encuesta, según la cual más del 70% de los clientes de taxis considera que un trayecto es una buena oportunidad para la reflexión.
“Nuestros conductores sienten que tienen que oír cosas a las que no saben cómo responder”, subraya en la nota Carina Herly, responsable del marketing de la empresa. “A menudo los conductores son la gente perfecta con la que hablar, pero no siempre. Por eso probamos esta idea”. Y también para luchar contra el “winter blues”, la depresión provocada por un otoño frío y con poca luz, típico de la capital sueca, añade.
En España, en el mejor de los casos, esta iniciativa parece algo exótico, según los expertos consultados. “Todo valor añadido que un taxi pueda ofrecer para cumplir mejor con la demanda del cliente es algo positivo”, afirma el vicepresidente de la Federación Profesional del Taxi de Madrid, Jesús Fernández. Un conductor que hable inglés, por ejemplo, o que posea un Mercedes, son servicios extras que ya se dan en nuestro país.
La presencia a bordo de un psicoterapeuta para el cliente, sin embargo, es una posibilidad que Fernández no ve realizable en los taxis españoles. “El nuestro es un país latino, abierto, donde los pasajeros asumen que el taxista es, de alguna forma, también psicoterapeuta. Y está incluido en la tarifa”, explica. “A mí me han contado de todo: problemas familiares, conyugales, sexuales… Pasas el rato y das consejos, aunque a veces sean malos”, relata.
Para el vocal de psicología clínica del Colegio de Psicólogos de Madrid, Juan Carlos Duro, la consulta en un taxi no puede tener carácter profesional, “por muy bien que se haga”, porque no se dan las condiciones mínimas que se requieren en estos casos: “Tiempo y espacio adecuado para escuchar ydevolver a la persona las orientaciones oportunas con el timing adecuado, y la voluntad del paciente de enfrentarse a sus problemas y no solo descargarse de ellos”.
La postura del representante de los psicólogos, sin embargo, se acerca a la de Fernández cuando aboga por “propiciar que en la vida cotidiana la gente pueda compartir sus angustias, porque esto es terapéutico de por sí”. En este sentido, dice Duro, conversar con un taxista o una peluquera puede revelarse provechoso.
La misma Taxi Stockholm –cuyos 4.700 empleados despachan cada día 15.000 llamadas, con una cifra de negocio de 2.000 millones de dólares al año– aclara que su iniciativa no equivale a un programa de psicoterapia completo y que se trata de una prueba de la que se desconoce, de momento, si tendrá continuidad. Lo cierto por ahora es que una campaña similar en España aparece muy improbable.
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