¿El Port de Tarragona se está convirtiendo en un puerta de entrada de inmigrantes extracomunitarios irregulares en España? Todas las fuentes consultadas por este rotativo niegan tajantemente esta cuestión. Admiten que todos los puertos europeos son muy apetecibles para estos marineros procedentes de países en guerra o en situaciones de pobreza extremo, pero todo el mundo se ratifica en que Tarragona no es puerta para la inmigración ilegal.
Sin embargo, en cuestión de pocas semanas seis ciudadanos de nacionalidad siria han aprovechado la llegada al Port de Tarragona para huir. Los tres primeros (ver texto anexo) lo hicieron nada más atracar el MV Milos, con bandera de Malta. Entraron en el camarote del capitán, recuperaron sus pasaportes y huyeron sin autorización. Aún siguen en busca y captura.
En la madrugada de ayer un conflicto de origen laboral (que en un primer momento pareció un motín contra el capitán) destapó otra huida de otros tres marineros del carguero Blue Ocean A.
Lo que en un principió se catalogó como un posible motín de de una parte de la tripulación –toda ella de origen sirio y que suma casi 30 personas– una vez el buque se marchaba de Tarragona, parece que tiene más relación con problemas laborales entre armador y la tripulación.
De hecho, voluntarios de Stella Maris, la delegación diocesana del Apostolat del Mar, estuvieron ayer por la tarde a bordo para conocer la situación de los marineros. Todos ellos estarían bien de salud y con comida y agua para unos días. Sin embargo, la queja que transmitieron a los voluntarios es la precaria situación laboral que tienen con el armador. Algunos, incluso, llevan seis meses sin cobrar.
Estas tensiones laborales se agravaron más cuando el carguero de animales se marchaba vacío del puerto en la tarde-noche del martes y con ello, posiblemente parte de las nóminas impagadas de los amotinados.
Llamada a emergencias
Por ello, las llamadas de emergencias que llegaron a tierra firme pasadas las 20 horas describían una situación más dantesca de lo que realmente pasaba en cubierta de este buque construido en 1992 y de bandera de Palaos, un archipiélago situado en el océano Pacífico.
La alerta, que movilizó a Salvamento Marítimo –enviaron la Salvamar Diphda– y a la patrullera de la Guardia Civil, indicaba que había seis o siete marineros que estaban dispuestos a saltar por la borda y llegar a nado a la costa.
Tras las declaraciones de los 9 tripulantes, se vio que la amenaza de saltar por la borda sólo fue una cortina de humo para llamar la atención y provocar que el barco estuviera vigilado por la patrullera de la Guardia Civil y devuelto a puerto hasta esclarecerse lo ocurrido.
La misma Benemérita ordenó tras tomar declaración a las nueve personas que todas las diligencias que se iniciaban fueran secretas para averiguar qué había ocurrido horas antes en alta mar.
La versión oficial es que se ha abierto una investigación sobre lo ocurrido a bordo del Blue Ocean A y que se ha interrogado a una parte de la tripulación para recopilar la máxima información. La misma fuente policial ha descartado desde un principio que hubiera un transfondo terrorista y político en el caso.
Los permisos
El Diari, sin embargo, ha podido conocer algún detalle más de esta investigación. El primero de ellos es que el barco llegó en septiembre a Tarragona con dos objetivos: el primero, obtener una documentación de la Unión Europea para que el carguero pudiera comerciar ganado procedente de países de la Unión. Paralelamente a este primer trámite, el capitán del barco también inició negociaciones para cargar corderos con destino a Trípoli (Libia) u otros puertos del norte de África. El carguero está preparado para llevar ganado vivo.
El Blue Ocean A estuvo un mínimo de tres semanas amarrado en el Port. En ese tiempo sí logró obtener el permiso de transporte animal, pero en cambio no llegaron a acuerdo económico con las empresas suministradoras de ganado. Por ello, el barco decidió marcharse de vacío.
El malestar en la tripulación por las condiciones laborales provocó el incidente en alta mar. Por ello, ayer la Autoritat Portuària se desmarcó de lo ocurrido recordando que el control de pasajeros y extranjería son competencias del Estado.
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