El mal negocio de vender loteria premiada por mayor importe

Ganar nueve premios de Lotería consecutivos es un exceso casi obsceno de fortuna, pero a menos que se demuestre que hay truco, la cuenta corriente del premiado reincidente engorda como tocada por una varita mágica. La familia de Juan Antonio Roca, cabeza de la trama de corrupción inmobiliaria conocida como Operación Malaya gozó de la buena suerte durante casi una década. Hasta que se destapó que hacían trampas, como recuerda José María Mollinedo, secretario general de los Técnicos del Ministerio de Hacienda (Gestha).

«Pensábamos que estas prácticas estaba extinguidas tras los macro procesos de los narcos de la droga en los años noventa, cuando era muy habitual, pero parece que han vuelto con las tramas inmobiliarias», afirma Mollinedo.

Los pasos hasta perpetrar el fraude suelen ser los siguientes: La persona interesada en lavar el dinero negro rastrea las entidades bancarias de la zona donde se han repartido los premios. Siempre a través de un intermediario, se pone en contacto con la sucursal bancaria donde se ha depositado el billete premiado y ofrece a un empleado de esa entidad una importante comisión a cambio de que medie con el propietario del boleto. El defraudador ofrece un sobreprecio al titular del premio, que oscila entre el 10% y el 20%, según Gestha.

Por ejemplo, a una persona que haya ganado 300.000 euros en la Lotería de Navidad se le puede llegar a ofrecer 350.000 por el billete y a la persona de la entidad bancaria que ha hecho la gestión otros 25.000 euros de comisión. Si acepta, el propietario del billete se queda sin cobrar el premio, pero recibe más dinero, mientras que la persona que compra el billete ha conseguido blanquear 300.000 euros que puede justificar diciendo que le ha tocado la lotería, estado además exento de tributación.

Sin embargo, desde Gestha advierten que esta maniobra supone «un auténtico engaño» para los agraciado. El problema de justificar el dinero negro ante Hacienda pasa del comprador a la persona que en un principio le había tocado la lotería, que no tiene forma de explicar ante Hacienda de dónde ha salido ese dinero con el que se ha comprado según que cosas. «Cuando es una suma grande de dinero, las compras que se irán realizando (casas, coches, etc) siempre deja un rastro», advierte Molliendo.

Por ejemplo, un contribuyente con unos ingresos brutos anuales de 30.000 euros que resultase agraciado con un premio de 400.000 euros y que optase por vender un billete a un defraudador a cambio de, por ejemplo, 450.000 euros, podría verse obligado a pagar al fisco mas de 20.000 euros en caso de que se descubriese la ganancia patrimonial no justificada. Además, podría exponerse también a responsabilidades penales por colaborar en un delito de blaqueo de dinero.

Fuente: Cinco Días (23/12/11)

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