Lento, complicado y caro. Pese a ello, Infovía, creada por Telefónica hace 18 años, fue la puerta de acceso a Internet de los españoles que no vivían en Madrid ni en Barcelona. La conexión entró en los hogares de una nueva generación digital que ahora cumple la mayoría de edad.
En 1996, Infovía permitía acceder a Internet al precio de una llamada local desde cualquier provincia española. Bastaba marcar el número 055. Hasta entonces, para conectarse era necesario realizar llamadas interprovinciales si se vivía en una ciudad que no contaba con proveedores de acceso, unas empresas que por lo general se concentraban en grandes núcleos de población. Infovía logró en el primer año alrededor de 185.000 usuarios (España cerró 1996 con 342.000 internautas según AIMC) y 770 empresas ofrecían sus servicios por medio del servicio de Telefónica. Hasta la llegada de Infovía, Telefónica proporcionaba desde 1994 el servicio Ibertex a nivel nacional. Con Infovía, a través de un módem que costaba alrededor de 10.000 pesetas (60 euros), el ordenador se conectaba por la línea telefónica al proveedor que facilitaba la conexión a Internet. El precio de la conexión a Infovía era de 139 pesetas la hora (0.84 euros) mientras que si se accedía a través de una llamada interprovincial ascendía a 185 pesetas (1,11 euros) por tan solo tres minutos de acceso en hora punta.
En 1997 más de 400 empresas ofrecían la conexión a Internet por una cuota mensual de entre 3.000 y 10.000 pesetas (18 a 60 euros). Goya, CTV, Redes TB o Servicom, eran algunos de las empresas más conocidas que reunían un mayor número de clientes. En muchas ocasiones, los ordenadores realizaban la llamada pero no conseguían acceder a Internet. Así, se veían obligados a perder mucho tiempo hasta que lograban la conexión y, además, pagaban 11,40 pesetas (casi 7 céntimos de euro) por cada conexión fallida. En muchas ocasiones era necesario efectuar ocho o diez intentos hasta que se conseguía acceder a la red. El asunto llegó al Congreso de los Diputados en 1998 ante el gran número de quejas de los internautas y Telefónica puso en funcionamiento en 1999 Infovía Plus. Como explica Joaquín Mata, director de Operaciones y Red de Telefónica España, “hace 18 años hubiera sido impensable descargar una página de internet cualquiera, de las que ahora vemos a diario, con sus fotos y sus banners, sin tardar menos de diez minutos y sin cortes ni interrupciones”.
Para acceder a Internet era necesario invertir más de 1.500 euros entre ‘hardware’ y conexión
Para acceder a Internet, además de tener algunos conocimientos de ordenadores, instalar un programa y configurarlo para que realizara la llamada a Infovía, era necesario invertir más de 1.500 euros. Un ordenador de sobremesa costaba alrededor de 200.000 pesetas (1.200 euros), incluyendo el 16% de IVA. A esa cantidad había que añadir 10.000 pesetas (60 euros) por uno de los módem más baratos, el mismo importe de un productor de CD-Rom (del DVD ni se hablaba). El equipo no incorporaba la tarjeta de sonido, que se vendían por 14.000 pesetas (84 euros), ni altavoces cuyo precio era de 6.500 pesetas (34 euros). Una impresora para uso doméstico costaba 35.000 pesetas (210 euros).
Realizando un ejercicio de autocontrol para no aumentar la factura en exceso, navegar una hora al día salía por un pico: más de 60 euros con impuestos. Aplicando una tarifa de las más habituales en aquella época (20 horas libres y las siguientes a 200 pesetas cada hora), navegar durante 30 horas al mes ascendía a 3.000 pesetas con uno de los proveedores más baratos. Al coste del proveedor había que añadir el de Infovía que, por 30 horas al mes, cobraba 4.050 pesetas. Así que, además de los quebraderos de cabeza que producían las conexiones a los primeros internautas españoles hace 18 años, los pioneros pagaron la factura.
Muchas empresas españolas comenzaron a publicar en Internet en 1998, pero un par de años antes, unos pocos se anticiparon e, incluso, abrieron comercios electrónicos. En Benasque, un pueblo del Pirineo altoaragonés que entonces tenía alrededor de 800 habitantes, la familia Barrabés abrió en 1996 una de las primeras tiendas del comercio electrónico en España. Vendían ropa, material de esquí y montaña por catálogo y pensaron que Internet podía ser un canal más para comercializar sus productos. Dos años después, en su tienda ‘online’ ofrecían 2.250 artículos y el 8% de sus ventas se producían a través de la Red.
Carlos Barrabés, que se convertiría en uno de los casos de éxito de Internet en España, estaba convencido de que era el camino para salir del aislamiento de un valle del Pirineo. En 1998 aseguraba: “la Red nos ha situado en una nueva dimensión de negocio en la que tenemos un peso específico similar al que habíamos conseguido en nuestro sector. El comercio electrónico es noticia y hace que también nosotros lo seamos. La presencia en Internet ha favorecido la proyección de nuestra marca”. Y, 18 años después, así ha sido.
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