André-Gustave Citroën fallecido en 1935, se convirtió en una eminencia en el mundo del motor, después de cruzar el Sahara junto a sus coches. No obstante, el patrimonio que alguna vez acumuló acabó en manos ajenas, poco antes de su deceso.
El pasado 3 de julio se cumplieron 85 años de la muerte de André-Gustave Citroën, el fundador de la conocida marca francesa de coches, quien falleció de cáncer de estómago, a los 57 años, en París. De acuerdo con numerosas biografías, Citroën no murió feliz ni rodeado de una gran fortuna. Al contrario, el empresario había quebrado y gran parte del patrimonio que alguna vez acumuló acabó en manos ajenas. Y es que, debido a sus diversos problemas financieros, provocados por sus potentes inversiones, Citroën debió vender algunas de sus fabricas a los hermanos André y Édouard Michelin, los conocido fabricantes de neumáticos. Aun así, André-Gustave murió siendo ampliamente reconocido por su aportación a la historia del automóvil.
André-Gustave Citroën nació en París el 5 de febrero de 1878, en el seno de una familia judía y no tuvo una infancia fácil. Cuando tenía solo cinco años, su padre se suicidó, saltando de una ventana, y su madre debió hacerse cargo del negocio de diamantes y perlas que su marido llevaba. Así, André-Gustav comenzó a trabajar desde pequeño junto a su progenitora. A los 9 años, y tras leer a Julio Verne, el joven se dio cuenta que su vocación no estaba en las ventas, sino que en la tecnología. Específicamente, en la ingeniería, la cual, según la web de Citroën, podría ver «día a día, con la construcción de la Torre Eiffel, después la apertura de la Exposición Universal de 1889, en avances técnicos en la Galería de las Máquinas y en los pabellones dedicados a la electricidad, el teléfono o los inventos de Edison».
De esa manera, al alcanzar la edad adulta, Citroën entró en la Grande École Polytechnique, una de las escuelas más reconocidas en ingeniería en Francia, donde se graduó con honores. Pero, dos años después, el ingeniero se vio obligado a alejarse levemente de su oficio para cumplir con el servicio militar, que lo situó como subteniente de artillería en Le Mans. Sin embargo, en 1900, la suerte lo volvió a conducir por el camino de sus pasiones, cuando conoció a un cliente de su tío, quien -de acuerdo con el libro Million Cars for Billion People– lo convenció de adquirir la patente de los engranajes helicoidales, en forma de chevrones (que después se convertiría en el logo de su marca). A raíz de ello, Citroën fundó su propia fábrica de engranajes y, en 1908, su éxito lo llevó a que fuese contratado por la famosa empresa Automoviles Mors, con el fin de reorganizar sus talleres.
«André Citroën multiplicó la producción, de 152 a 1.200 vehículos en un año y empezó a estudiar los métodos estadounidenses de producción en series», menciona citroenorigins.es sobre aquella época. Posteriormente, en 1912, Citroën creó su compañía, que pronto se dedicaría a las fabricación de coches. No obstante, la guerra comenzó en 1914 y Citroën tuvo que dejar de lado sus planes. En un principio, André fue reclutado como capitán del ejercito, pero -como relata coches.com- el empresario aprovechó su audacia y propuso al ministro de guerra «liderar una moderna fábrica, basada en el modelo de producción en serie de Ford, donde pasaría a fabricar 23 millones de obuses a razón de 10.000 al día».
Después del fin de la guerra, Citroën (quien ya se encontraba casado con Georgia Binger, la hija de un banquero genovés) volvió a trabajar en su fabrica y logró, por fin, crear el primer vehículo de la marca: el Citroën Type A 10 PH, que dobló la producción de Peugeot y Renault juntas. De ese mismo modo, André-Gustave siguió fabricando nuevos modelos de vehículos -entre ellos, el primer coche de tracción delantera producido en serie- y, en cosa de meses, se alzó como una de las eminencias del mundo del automóvil. Sobre todo, después de atravesar el Sahara, en 1921, con uno de sus coches, el Citroën Kegresse B2 10HP, y publicar un cartel luminoso de Citroën en la Torre Eiffel, en 1925.
Pero en 1930, todo comenzó a decaer.
Citroën -a quien le gustaba el buen vivir e incluso los casinos– había invertido más de lo que podía pagar y, para salvarse de las deudas, traspasó sus acciones a los Michelin. Aunque Citroën solo perteneció a los hermanos durante 40 años, porque en 1976 Peugeot adquirió el 90% del capital de Citroën a Michelin para crear el grupo PSA, que hoy está formado por las marcas Peugeot, Citroën, DS Automoviles, Opel y Vauxhall.
Actualmente, PSA cuenta con tres plantas en España -en Madrid, Vigo y Zaragoza- y producen mas de 930.000 vehículos al año, de los cuales un 86% es exportado. Un sueño cumplido para la compañía que fundó Andre-Gustave Citroën, quien anhelaba que gran parte de la población pudiese acceder a un coche.
Fuente: Elmundo.es (9/7/20) Pixabay.com