El Ejecutivo es consciente de que va a resultar muy complicado que, en efecto, la banca acabe abonando los 3.000 millones de euros en dos años que pretende recaudar con el nuevo impuesto que anunció el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante el debate sobre el estado de la nación. Que no lo acaben traspasando el cliente y que el ciudadano, por lo tanto, asuma una nuevo gravamen.
En el Ministerio de Hacienda se remiten a la legislación que acompañará la nueva figura, y por la que estará prohibido por ley que se repercuta el impuesto sobre los clientes. En Economía, la propia vicepresidenta primera, Nadia Calviño, reclamaba ayer una «colaboración positiva» del sector. Y en Moncloa apuntan que todavía se trabaja sobre el gravamen y que se buscará la mejor forma de asegurarse que los bancos, efectivamente, abonen la nueva figura.
Pero a la vez, desde el Ejecutivo muestran una notable desconfianza sobre el sector. De hecho, que el impuesto vaya a ir acompañado de una imposibilidad de traslado o que Calviño pida una colaboración que se antoja poco probable no hace más que mostrar ese temor.
Una preocupación que no parece tan fuerte en el caso del impuesto a las eléctricas, en parte porque los trabajos están más avanzados aunque tampoco existe, ni mucho menos, la certeza de que no será finalmente así. Pero en el caso de la figura sobre la banca, que todavía no se sabe con seguridad qué gravará pero que podría actuar sobre intereses y comisiones, la preocupación es mucho mayor. Y Hacienda y el Gobierno saben y temen que, aunque la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) estará encima, las entidades compensen la figura de manera indirecta.
El único país de Europa
Las entidades bancarias, por su parte, intentar huir de ese debate, de quién acabará abonando el impuesto, y tratan de que la discusión se centre en el hecho de que España será el único país de europeo con una figura de este tipo. Y de que será perjudicial para las entidades, para los clientes y para la actividad económica.
Así lo exponen desde la patronal, desde las propias entidades y también desde sus servicios de estudios. Especialmente activo está siendo BBVA Research, que ya la semana pasada avisó de los efectos negativos del impuesto y que esta semana, a través de su responsable de Análisis Económico, Rafael Doménech, ha incidido en el mensaje.
«Un impuesto específico a la banca conduce a un equilibrio con menos crédito y a un mayor coste, con un menor crecimiento de la actividad y del empleo, y una recaudación por debajo de la esperada inicialmente», expone en un artículo publicado en Voz Populi y recogido también en la página web de BBVA Research, y subraya que «lamentablemente, es previsible que los clientes más vulnerables como jóvenes, personas con menor educación financiera, mujeres o pequeñas empresas pueden verse más afectados» por los efectos negativos del impuesto.
Subida de tipos
El origen de este impuesto está en los denominados beneficios «caídos del cielo» que, en opinión del Gobierno, otorgará a las entidades la subida de tipos del Banco Central Europeo (BCE) y que la banca rechazan absolutamente. En cualquier caso, lo que sí apuntaba ayer la agencia de calificación crediticia Moody’s es que el incremento de hasta 50 puntos básicos en los tipos de interés que, probablemente, anunciará este jueves Christine Lagarde beneficiará más a las entidades bancarias del sur de Europa.
Esto se debe a que las entidades de España, Italia y Portugal tienen una mayor proporción de préstamos ligados a intereses variables, por lo que la subida del precio del dinero elevará sus ingresos. Los bancos de los países del sur también disponen de unos menores ratios de préstamos frente a depósitos y unos mayores colchones de liquidez, por lo que recibirán mayores beneficios de los rendimientos más altos de sus activos líquidos, informa Europa Press.
Fuente: elmundo.es (22/7/22) pixabay.com