En cinco años, echar gasolina o diésel será una práctica menos frecuente, a juzgar por los planes europeos y nacionales de movilidad. Imagine: de aquí a 30 años se hablará más de pedalear, recargar baterías, pilas de combustible eléctricas o de hidrógeno, repostar gas, bioetanol o biodiésel.
Pero en este proceso de transformación, el gas natural busca ganar posiciones no solo frente a sus competidores más contaminantes, sino también frente a sus pares más ecológicos. Así, la industria identifica dos nichos de mercado con potencial crecimiento: el sector marítimo y el del transporte vehicular, por sus virtudes en la disminución del ruido, mejoras en la calidad del aire, mayor autonomía y seguridad de suministro.
Su evolución ascendente se constata en los últimos años. España cuenta con una flota de 4.600 vehículos de gas natural, una cifra que se ha duplicado en cinco años, cuando apenas llegaba a 2.000; con un consumo de 1.208 GW/año, según los últimos datos de la Asociación Ibérica de Gas Natural para la Movilidad (Gasnam), que agrupa 73 empresas españolas y lusas.
«España necesita más puntos de suministro para cumplir con la UE”, dice Manuel Lage, de Gasnam
Además, registra 42 estaciones de servicio públicas, concentradas en Madrid y Barcelona, de las que 18 son de GNL (gas natural licuado) y el resto, de GNC (gas natural comprimido); así como otras 50 privadas. “Es una alternativa real al diésel y la gasolina. El gas aumentará la actividad industrial”, afirma Marta Margarit, secretaria general de Sedigas, la patronal del sector.
Los requerimientos de la Unión Europea ante el cambio climático han obligado a los países miembros a reorientar sus políticas de movilidad urbana, y cuyo primer horizonte es 2020. En este contexto, el Ministerio de Industria presentó en julio pasado una estrategia a cinco años de impulso de energías alternativas en el transporte (el plan VEA), que incluye entre ellas al gas natural y que potencia, principalmente, la industria, el mercado y el auge de infraestructuras.
Esto es, la fabricación de coches (turismos, ligeros, pesados), componentes y tecnologías; medidas de estímulo para su adquisición, una amplia red de estaciones de servicio que satisfaga la creciente demanda y una campaña informativa. En total, 30 actuaciones aún sin fecha de inicio ni presupuesto.
La intención es que “España se convierta en el país de referencia tecnológica a nivel europeo en este sector”, señala Industria. El proyecto calcula que el parque de vehículos a gas natural se elevará a 18.000 en 2020, para lo cual se requerirá un mínimo adicional de estaciones en torno a 50, entre urbanas y transeuropeas.
Anfac prevé una cuota mayor de coches de combustibles verdes, aunque a 2020 dominará aún la gasolina y el diésel
Sin embargo, para Manuel Lage, secretario general de Gasnam, es “un plan pacato”. Un estudio de Deloitte para dicha asociación estima, aunque en 30 años, una flota superior a 660.000 de ligeros a gas, más de 10.000 pesados y 140.000 pesados interurbanos, para un grado de penetración del 3%, 79% y 45%, respectivamente.
Tampoco está de acuerdo con que se incluya el GLP por ser un derivado del petróleo. “Se necesitan más puntos de repostaje para cumplir con Bruselas y esto requiere apoyo de la Administración”, considera Lage. El problema es el coste de las infraestructuras –que ronda los 800.000 euros–, no de oferta, añade.
La directiva europea Clean Power for Transport Package es la iniciativa madre que favorece el uso de combustibles limpios y establece, a la vez, la distancia entre las estaciones: una cada 150 kilómetros en zonas urbanas y cada 400 en las redes transeuropeas. También, el proyecto LNG Blue Corridors, que fija cuatro grandes rutas paneuropeas para el transporte de larga distancia y que conecta a más de 12 socios.
“El mercado camina hacia una presencia mucho mayor de nuevas tecnologías. Poco a poco vemos más vehículos híbridos, eléctricos y de gas, y en un futuro cercano habrá una cuota mucho mayor. Aunque en los próximos cinco años seguirán dominando el diésel y la gasolina”, augura Mario Armero, vicepresidente de Anfac.
Menos CO2 y ruido, y ahorros del 30% y 50%
El uso del gas natural en el transporte seduce por sus ventajas económicas y medioambientales. Los usuarios pueden ahorrarse hasta un 30% respecto del diésel y un 50% frente a la gasolina, según Sedigas y la plataforma Madrid Respira. Y supone una reducción del 25% de emisiones de CO2 .
“Sus ventajas son más evidentes en la disminución de la contaminación local”, señala Ignacio Núñez, portavoz de la organización madrileña. Así, respecto a la calidad del aire, baja más de un 80% las emisiones de óxido de nitrógeno; el 100% las partículas sólidas y de óxidos de azufre; un 25% las de monóxido de carbono y, en cuanto al ruido ambiental, hasta cinco decibelios menos frente al diésel.
En la Comunidad de Madrid, por ejemplo, está presente en las flotas de recogida de basura y de autobuses. La medida ha supuesto para la EMT un ahorro de 1,6 millones al año.
El ayuntamiento centra así sus esfuerzos en extender su uso al taxi, en la distribución de mercancías y la mejora de la red. En 2016 prevé la apertura de cuatro estaciones.
Al auge del gas no solo se suman marcas tipo Fiat o Volkswagen, también firmas como Shell, que promueven ahora la fabricación de lubricantes, con un ahorro del 3% en el consumo de combustibles, dice la compañía.
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