La tensión por las elecciones en Grecia alimenta la incertidumbre y neutraliza de momento el efecto del acuerdo sobre el rescate de la banca española.
Las dudas de los mercados sobre la intervención quirúrgica de la zona euro en la banca española y la creciente incertidumbre sobre el resultado de las elecciones en Grecia alimentaron ayer la tensión en torno a la moneda única hasta límites desconocidos.
Mientras la Comisión Europea pedía calma y se negaba a juzgar el plan para España por la reacción bursátil en un solo día, numerosos analistas desconfiaban de las posibilidades de éxito de un rescate de la banca española que carga la factura al Estado español.
A ello se añadió la recta final de la campaña electoral en Grecia, que el próximo domingo celebrará por segunda vez en mes y medio unas elecciones generales de las que podría salir un Gobierno reacio a aplicar los planes exigidos por la zona euro.
Bruselas insiste en que si Atenas no cumple lo pactado, se cancelará el rescate, lo que condenaría al Estado griego a la suspensión de pagos y a una posible salida de la Unión Monetaria. «Nadie considera que la hipótesis de la salida del euro sea la más plausible en estos momentos», señalaron ayer fuentes del Consejo Europeo.
Pero incluso el presidente de esa institución, Herman Van Rompuy, reconocía la semana pasada que una victoria de Syriza (un partido de izquierdas que propone renegociar rescate) podría provocar una «reacción exagerada» que debilitaría aún más a la banca griega. «En ese caso, tendríamos que actuar», señaló durante un encuentro con asesores de la Comisión.
La zona euro ya había reconocido a finales de mayo que se estaban preparando «planes nacionales de contingencia» en previsión de esa eventualidad. Pero la agencia Reuters aseguró ayer que esos planes incluyen la posibilidad de limitar la retirada de dinero en efectivo no solo en Grecia sino en toda la zona euro y suspender el acuerdo de Schengen que suprime los controles fronterizos.
Fuentes de la Comisión aseguraron desconocer completamente tales preparativos, que apuntarían a una suerte de corralito general, sin precedentes en el continente. Un portavoz oficial desmintió «rotundamente» esa posibilidad a este diario. La propia agencia de noticias reconoce que se trataría de un plan destinado a neutralizar una hipoteca que nadie se plantea, como es la salida de Grecia del euro. Pero el mero hecho de que ya se mencione abiertamente la limitación de los movimientos de capital denota la tensión que vive la Unión Monetaria en estos momentos.
Entre los elementos que alimentan esa tensión figuran también las dudas sobre la solución adoptada para España el pasado sábado, cuando el Eurogrupo forzó al Gobierno de Mariano Rajoy a pedir «apoyo financiero para llevar a cabo la reestructuración del sector bancario español». Berlín y el Banco Central Europeo (BCE) precipitaron ese rescate parcial con vistas, precisamente, a las elecciones griegas del domingo, pues en teoría se eliminaba así un punto vulnerable.
Pero los mercados cuestionaron ayer la respuesta aprobada y que, en contra de los deseos de Madrid, no inyecta capital directamente en la banca española sino a través del Estado. La fórmula utilizada, según muchos economistas, lastra las finanzas públicas españolas un poco más y, sobre todo, puede dañar la credibilidad del país ante los inversores internacionales.
Para colmo, la aprobación de un rescate parcial ha dado la imagen en Grecia, Portugal e Irlanda de que sus intervenciones se pueden renegociar. La baza que le faltaba a Syriza para ganar.
España sigue siendo irrescatable
«España no va ser rescatada, no es posible rescatar a España». En contra de lo que pueda parecer, esas palabras del presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, el pasado mes de abril, no han perdido vigencia. Todo lo contrario. Siguen pesando 72 horas después de que su ministro de Economía anunciase que España va a pedir apoyo al fondo de rescate de la zona euro para completar la reestructuración de su sector financiero. Y es que Bruselas reconoce que esa intervención quirúrgica y limitada es la última oportunidad para evitar un rescate completo que pondría al borde de la explosión las estructuras actuales de la Unión Monetaria. La mayoría de los analistas dudan que el precario fondo de rescate, dotado solo con avales, pudiera soportar una caída total de España. Y el fondo definitivo, aunque un poco más robusto porque dispondrá con algo de capital contante y sonante (80.000 millones de euros) tampoco parece suficiente para contener el efecto dominó que desencadenaría un rescate completo de España. En cualquier caso ese fondo aún no está disponible y nadie sabe, cuando entrará en vigor aunque el objetivo inicial es que sea durante el mes de julio. Pero también hay economistas, como Guntram Wolf, del instituto de estudios Bruegel, que auguran el éxito del rescate de la banca española si la reestructuración del sector se hace «a fondo y a costa de «pérdidas para los acreedores nacionales e internacionales de los bancos». Wolf cree que los daños colaterales del plan se están exagerando.
Fuente: Cincodías.com (12/6/2012)
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