Llegan a España con un sueño, tienen muchas ganas de trabajar y ocupan los nichos de mercado que los autónomos autóctonos desocupan por la falta de relevo generacional.
Pasan 20 minutos de las diez de la noche y no tengo nada en la nevera; de camino a casa un ultramarinos abierto, en el que encuentro no sólo la cena de hoy sino también unos lápices de colores que necesita mi hijo. Lo regenta un tipo con ojos rasgados al que acompaña su mujer y quizá alguno de sus hijos. Mañana abrirán de nuevo sus puertas a las 8:30. Estamos acostumbrados a que estén ahí, pero ¿qué dificultades se encuentran para prestarnos servicios tan básicos?; ¿qué les ha motivado a luchar por un proyecto de vida desarrollado en la base del emprendimiento?
Los inmigrantes afrontan la crisis que vive España con mayor espíritu emprendedor. Eso es lo que reflejan las cifras. El único colectivo de trabajadores autónomos que crece en nuestro país es el de los extranjeros. En los diez primeros meses del año se han contabilizado 8.603 nuevos autónomos foráneos, mientras que los nacionales siguen en retroceso. En la actualidad, uno de cada 15 autoempleados que hay en España ya son personas nacidas fuera de nuestras fronteras. Y son los extracomunitarios los que más optan por esta solución. La tasa de emprendimiento de extranjeros no comunitarios en 2011 ascendió a un 10,9%, cinco puntos más que en 2010 y el casi doble la tasa de emprendimiento de los españoles. Las ganas y la dedicación son el secreto de su éxito.
Los últimos datos oficiales publicados por la Federación Nacional de Trabajadores Autónomos (ATA) son reveladores: el 7,1% del total de afiliados al Régimen General de trabajadores Autónomos (RETA) son extranjeros, lo que apunta que, a pesar de las dificultades continúan luchando por un proyecto de vida que aprovecha el tejido productivo que los autónomos nacionales se han visto obligados a abandonar en muchos casos por falta de relevo generacional.
Este incremento viene también derivado de la situación de desempleo de nuestro país. Eduardo Abad, Coordinador Nacional del Área de Inmigración de la Unión de Profesionales y Trabajadores Autónomos (UPTA) explica que «el inmigrante viene a poner en marcha un sueño de realización personal y que para poder continuar con su proyecto personal se enfrenta a la elevada tasa de desempleo mediante el emprendimiento, a pesar de las dificultades sobreañadidas frente al autónomo nacional».
Las trabas con las que se encuentra el emprendedor inmigrante son mucho mayores que a las que se enfrenta el autónomo nacional. Abad, sostiene que el «autónomo inmigrante tiene que demostrar no sólo la viabilidad económica y financiera del proyecto sino también su perdurabilidad a futuro». Además, Guillermo Guerrero, Coordinador del Área de Inmigrantes de ATA, añade que «al inmigrante emprendedor se le exige no sólo demostrar la viabilidad económica del proyecto, sino también la capacidad de mantener a su familia, certificados de escolarización de menores, informes de integración de las CCAA, etc.»
Ambos representantes están de acuerdo en que los plazos de tramitación son excesivamente altos, lo que provoca el desistimiento de muchos emprendedores extranjeros, especialmente extracomunitarios o bien su paso a una economía sumergida de subsistencia.
Otro de los mitos a desterrar es el bulo de los beneficios fiscales que obtienen los autónomos inmigrantes, especialmente la comunidad China. Tanto Abad como Guerrero afirman que la legislación es exactamente la misma para autónomos sean nacionales o inmigrantes. En palabras de Abad «sería un auténtico atropello que fuera lo contrario, teniendo en cuenta que, además, para poder renovar su permiso de residencia se les exige un certificado que demuestre estar al corriente de pagos con la Seguridad Social». De hecho, existen convenios bilaterales entre el Gobierno español y los gobiernos de los países en materia fiscal para evitar tanto tanto la no tributación como la doble tributación.
Superados los escollos el inmigrante levanta el cierre y se inicia entonces una nueva batalla: llegar al consumidor final y luchar contra la competencia nacional. Los prejuicios establecidos de que el extranjero viene a quitarnos el trabajo es otro de los grandes equívocos asociados al concepto emprendimiento inmigrante. «Hay que romper definitivamente los estereotipos de que el inmigrante viene a destruir el tejido empresarial español. No es cierto. El inmigrante viene a trabajar y producir», señala Abad. En este sentido, Guerrero añade que «los prejuicios son distintos según la procedencia, por ejemplo alemanes, franceses o italianos no son tan rechazados como latinoamericanos, marroquíes o chinos».
Ausencia de redes familiares
Agrupaciones como la Fundación Cepaim y la Asociación AD Los Molinos ratifican la posición de ATA y Upta. Desde Cepaim afirman que si ser autónomo ya es difícil para un español, para un inmigrante puede convertirse en un infierno: «Las mayores dificultades están relacionadas con el desconocimiento del contexto sociocultural y legislativo, las exigencias jurídico-administrativas para acceder a una autorización de trabajo por cuenta propia, el acceso a líneas de financiación, déficit de formación en gestión empresarial y los condicionantes sociales de su rol de inmigrante que le llega a dificultar las relaciones con el entorno».
Teresa Arranz, coordinadora de la Asociación AD Los Molinos, añade que «en ellos estas dificultades se acrecientan por la ausencia de redes familiares y sociales en las que apoyarse para conseguir financiación, avales, etc. Y por las dificultades administrativas de cambio del permiso de trabajo por cuanta ajena a cuenta propia».
La progresión del trabajo autónomo inmigrante ha evolucionado de tal manera que no sólo se han convertido en generadores de empleo (incluso ya hay muchos comercios de inmigrantes que contratan trabajadores españoles), sino también son regeneradores económicos de sus países de origen. «El autónomo inmigrante tiene un comportamiento especial en la actualidad, y es que la situación de la economía española les obliga a retornar a su país pero sin perder los lazos con España; mantienen su negocio y se convierten en exportadores de nuestro producto nacional», explica Guerrero. Por este motivo se están desarrollando actuaciones específicas con países como Senegal, como el Programa de Retorno Productivo, que además de asesorar en la gestión del negocio a nivel nacional enseña al inmigrante a exportar.
Por otro lado, el autónomo extranjero está cada vez más preparado y se orienta a profesiones que requieren una cualificación específica (actividades administrativas o relacionadas con la dependencia, tecnología o ciencia, educación, etc.) y recurre a los escasos programas de formación que les proporciona el Estado Español.
Madrid capital ‘Lanzadera’
Pese a la oposición de algunos sectores a este fenómeno, desde la fundación Cepaim lo tienen claro: «una economía en recesión como la nuestra necesita de personas emprendedoras que la reactiven. Las trayectorias personales y profesionales de la personas migrantes en sus países de origen, así como la propia experiencia migratoria constituye en muchos casos un bagaje de conocimientos y competencias relacionadas con una concepción emprendedora». Desde la Fundación, a través del proyecto Cepaim Emprende, financiado por el Ministerio de Empleo y Seguridad Social y el Fondo Social Europeo, se acompañan y animan estos procesos.
El servicio Lanzadera de la Asociación AD Los Molinos apoya y tutela iniciativas emprendedoras de inmigrantes de origen latino, marroquí, asiático y de Europa del Este. Arranz explica que «el dinamismo emprendedor es imprescindible para impulsar el crecimiento económico y la creación de empleo».
Sectorialmente «en Madrid los autónomos predominan en el sector de hostelería (bares y restaurantes), pequeño comercio, peluquería y estética y locutorios. Generalmente son las actividades que han realizado por cuenta ajena anteriormente y por tanto conocen», señala Arranz. No obstante, «también se observa otra tendencia de ocupar espacios en sectores no tradicionalmente identificados con el emprendimiento inmigrante como puedan ser, por ejemplo, la venta y reparación de telefonía móvil, el comercio electrónico o la reparación y mantenimiento de edificios, tareas auxiliares de la construcción, empresas especializadas en el suministro de servicios de infraestructura de los hogares y cuidados de las personas o en sectores como la imagen, el diseño o las nuevas tecnologías, especialmente entre los emprendedores inmigrantes más jóvenes», apuntan desde Cepaim.
Hay que olvidarse del estereotipo de los chinos en los ‘Todo a 100’ y los latinos en los locutorios. También ejercen otras profesiones. Sólo hay que fijarse, por ejemplo, en los médicos colegiados en España. Los extranjeros en 2002 eran sólo 702. En 2011 ya eran 3.991 y a punto de terminar este año llegan a los 4.562. Entre las nacionalidades más abundantes están la peruana, la colombiana, la cubana y la venezolana, aunque existen médicos de prácticamente todos los puntos del globo. La valoración que hace el Colegio de Médicos es la siguiente: «Los visados de estudiante para formación MIR sólo se cambian por un visado laboral si se consigue un contrato de trabajo. El problema que ve el Colegio es que se están formando médicos en España, con el coste que ello implica, y muchos, finalizada su formación, se ven obligados a trabajar en su país de origen u otros países porque en España no hay opciones laborales. Por lo tanto, se están invirtiendo recursos en formar a médicos extranjeros que luego no tiene una repercusión beneficiosa para el Sistema Nacional de Salud».
‘Toltilla’ en Valladolid
Mei y su marido Mariano, como le han apodado ya los parroquianos que cada día acuden a los dos bares que regentan en Valladolid, representan a la perfección el espíritu emprendedor de la comunidad china. Tras trabajar como empleada en una tienda al llegar a España hace seis años, Mei decidió iniciar su propia aventura al hacerse cargo de lo que un cliente definía como «el típico bar de barrio».
Aunque también se cuelga el mandil, tiene una cocinera española que se ocupa de preparar las típicas tapas españolas, que ahora comparten mostrador con algunas delicias de su país. Mei, al igual que la mayoría de sus compatriotas, no recurrió a los bancos para montar su negocio sino que buscó la ayuda de su familia «que me mandaron el dinero desde China», explica.
La crisis y «los elevados impuestos» ha hecho mella en el negocio. Resiste gracias a las 12 horas que se pasa en el establecimiento, que no cierra ningún día de la semana. Mei y su marido miran de nuevo a China. Quizá por añoranza o porque en España las cosas están muy difíciles, piensan en volver a su país y montar allí un negocio de venta de churros, que hace furor en el gigante asiático.
A raíz de la agudización de la crisis económica el colectivo de inmigrantes está experimentando una radicalización de las posiciones de las personas que no ven con buenos ojos que vengan extranjeros a trabajar a España. Existe la errónea creencia popular de que los extranjeros no pagan impuestos y de que son precisamente los que más ayudas sociales reciben.
Un pequeño empresario originario de la Europa del Este, que no quiere que aparezca su nombre, constata como en el último año ha crecido la desconfianza, a pesar de que lleva más de siete años trabajando en su propio negocio y tiene al día toda la documentación legal. Tiene una pequeña empresa familiar, un taller, en el que trabajan cuatro personas, que saca adelante con mucho esfuerzo. Ante la posibilidad de hacer una mención a su negocio en este artículo su respuesta fue «no, prefiero no salir. No quiero llamar la atención, que el ambiente no está bien». Y es que reconoce que en el último año «oímos frases irónicas como qué bien os va a vosotros, como si nosotros no sufriéramos la crisis o no cumpliéramos con nuestras obligaciones o con los impuestos. Yo me paso el día trabajando para sacar adelante el negocio y tengo hipotecas como los demás». Al igual que otras pymes promovidas por españoles nota como la crisis afecta al negocio, pero por ahora está contento de que consigue aguantar, eso si «con mucho esfuerzo y muchos sacrificios».
Tanto Boelo van der Pool, de Babel Idiomas, como Eric Gheminade de EC Consultoría informática, ambas empresas con sede en Málaga coinciden en que faltan ayudas por parte de las instituciones. Gheminade declara que «no encontré muchas dificultades hasta el momento de empezar a contratar personal. No tuve apoyo de instituciones ni incentivos. Solicitamos dos y ambos los negaron. Con esto pierdo toda ilusión de encontrar apoyo desde instituciones públicas».
Van der Pool, se dedicó a ser autónomo porque «era la única salida para hacer algo con mi carrera (empresariales) ya que en las empresas locales no iba a poder desarrollarme tal y como lo he podido hacer en mi propia empresa».
Historia similares hay en toda España. El boliviano Percy Vargas llegó a Valencia en 2001, con formación de fontanero, y se puso a trabajar por cuenta ajena para un español que le «pagaba muy mal y tarde», por lo que decidió, después de tres años, buscar otro trabajo. «Todo lo que me ofrecían no me daba para vivir, así que como tenía la prestación, pedí el adelanto que da la Seguridad Social del 40% y me hice autónomo», relata. Casado con una compatriota que está en paro y con tres hijos, Ximo, como le conocen todos sus clientes, lleva seis años trabajando solo. El sobrenombre valenciano lo heredó de un colega con el que coincidió hace años en un trabajo. «Tuvimos una buena relación y cuando se jubiló me pasó su cartera de clientes y su línea de teléfono», explica. Y no se molestó en corregir a quienes le llaman preguntando por Ximo.
El colectivo de autónomos gallegos subraya que las cuatro provincias ganan afiliados extranjeros, sobre todo A Coruña. Existe un hecho diferencial y es que el crecimiento se da entre las mujeres inmigrantes. Por procedencia, los portugueses son los que mayor porcentaje representan, un 22,9%, siguen aumentando los chinos, 15,1% del total, y brasileños con una subida del 9,4%.
Irma Ramos, propietaria de Topitos, tienda de moda y zapatos infantil en Zaragoza, reconoce que no ha encontrado problemas pero sí algunas trabas «por el papeleo, pero todo entra dentro de unos márgenes normales». Para iniciar su actividad no ha contado con ayudas y recurrió a «cobrar el paro íntegro y al apoyo de su familia». Irma, afirma que «se nota la crisis» y que «al ser nueva hay casas que me suministran que no se fían».
Fuente: Eleconomista.es (26/11/12)
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