El dron salvavidas inventado por dos valencianos para evitar muertes en la playa: «Cada segundo muere una persona ahogada en el mundo»

En 2013 una tragedia en la playa de Puerto de Sagunto propició una revolución en el socorrismo. Eran las 9:50 de la mañana, faltaban solo 10 minutos para que los bañistas empezaran a chapotear. Quique y Adrián, los salvavidas realizaban la primera ronda de vigilancia en sus lanchas de agua cuando avistaron a una mujer inconsciente en el mar. Rápidamente, la recogieron y la llevaron a la orilla, pero sus esfuerzos no bastaron y la mujer acabó falleciendo. «Vimos lo rápido que se te puede ir la vida; una vez tragas agua, todo sucede muy rápido», relata Adrián Plazas, uno de los socorristas a cargo ese día.

En el verano de 2022, en el mismo lugar de la playa de Sagunto, la historia fue diferente. Un niño fue arrastrado mar adentro y luchaba por mantenerse a flote mientras comenzaba a tragar agua. La tragedia parecía repetirse, pero esta vez, un dron salvavidas, la creación de Adrián y de su socio y amigo Quique, apareció en el cielo como un ángel de la guarda. El artefacto llegó justo a tiempo para lanzarle un chaleco salvavidas y permitió ganar tiempo para que llegara a la moto de agua. El niño sobrevivió.

En los nueve años transcurridos entre ambas situaciones se desarrolló General Drones, la empresa fundada por los antiguos socorristas Adrián Plazas y Enrique Fernández Campos, quienes crearon una herramienta capaz de ganar más tiempo en la lucha por salvar vidas. Lo que parecía una visión futurista, esta empresa lo convirtió en realidad: socorristas utilizando drones para responder con rapidez al auxilio cambiando para siempre el destino de muchas personas.

El Auxdron, el nombre con el que fue bautizado esta tecnología de salvamento, es un hito a nivel mundial en la historia del socorrismo en un campo que llevaba muchos años sin registrar innovaciones. Desde el uso de las walkie talkies y los desfibriladores nada cambió durante décadas.

El dron se antoja aún mucho más relevante si tenemos en cuenta los millones de turistas que recibe España en busca de sol y playa. Una masificación que trae también cada año más muertes por ahogamiento en nuestras costas.

Según los últimos datos del Informe Nacional de Ahogamientos (INA), que elabora la Real Federación Española de Salvamento y Socorrismo, el julio pasado se convirtió en el tercer mes con más personas ahogadas en los espacios acuáticos españoles en la última década, al registrarse 93 muertes y sumar 291 fallecimientos en lo que va del año.

Pero el problema de los ahogamientos no es exclusivo de España; es un desafío global. La Organización Mundial de la Salud (OMS) lo reconoce como la tercera causa de muerte por no traumatismo en el mundo. Y revela un dato desolador: cada segundo muere una persona ahogada en el mundo, lo que significa que mientras leemos esto, un puñado de vidas se pierden por culpa del el agua.

Afortunadamente, los turistas que elijan la playa de Puerto de Sagunto como su destino están protegidos por tierra, agua y aire. En el caso de los nadadores que requieran ayuda lo primero que verán será cómo llega la asistencia desde el cielo en una forma menos sexy que Mitch Buchannon, protagonista de la emblemática Los vigilantes de la playa, y más robótica, como Wall-E.

Aunque los habituales de la costa saguntina han comenzado a normalizar la presencia del dron, esta tecnología no pasa desapercibida. Los turistas extranjeros o aquellos que visitan la playa por primera vez se acercan a fotografiarlo, mientras que los asiduos no dejan de aplaudir cuando el dron regresa tras una misión de rescate. Porque a pesar de que el aparato no haga boca a boca como un socorrista humano, lo que fascina es la velocidad con la que se desliza. «Han llegado a llamar al 112 para felicitarnos por esta nueva herramienta», relata Adrián. Explica que los bañistas no perciben al Auxdron como una molestia; al contrario, lo ven como una garantía de seguridad. «Cuando lo ven, no piensan en la privacidad ni en la vigilancia, sino en el rescate».

Los turistas se acercan curiosos a mirar y fotografiar el dron
Los turistas se acercan curiosos a mirar y fotografiar el dron

Como cualquier ave, el Auxdron vuela ligero y estable. Su movimiento fue diseñado a través de un prototipo hecho con un taper que simulaba la carcasa, relata con orgullo uno de sus creadores. En 2015, este par de amigos socorristas decidió dar forma a ese cacharro y apostaron todos sus recursos para poner en marcha este proyecto innovador. «No pensábamos en clientes ni entendíamos lo que significaba ser empresarios», confiesa Adrián, que explica que la única certeza era que, hasta ese momento, nadie había diseñado un dron para trabajar en conjunto con un equipo de salvavidas.

El desarrollo de este robot volador no hubiera sido posible sin el apoyo del talento académico. Los ex salvavidas contaron con la ayuda de ingenieros de la Universidad Politécnica de Valencia, quienes colaboraron en mejorar el prototipo desde el punto de vista técnico para que fuera capaz de resistir el agua y el viento y tuviera la capacidad de soportar peso. Pero no todo es tecnología, en este proyecto también fue clave la aportación de los artistas falleros: «Cuando empezamos a diseñarlo, teníamos los planos pero no teníamos quién lo pudiera fabricar, entonces se nos ocurrió que como los artistas falleros hacen cualquier tipo de objeto, ellos podían darle forma. Así que fuimos a los talleres y hubo uno que nos dijo que podía crear un molde y ese fue nuestro primer modelo».

Después de cinco prototipos, crearon el definitivo que hoy surca los cielos de la playa de Sagunto: estable, capaz de alcanzar los 80 km/h y de transportar hasta cinco kilogramos de peso. Equipado con una cámara de alta resolución, ofrece una visión aérea esencial, registrando cada detalle. Del lado de los socorristas también ven el dron como un aliado. Mariel, el coordinador de los salvavidas, destaca que un instrumento fundamental que los ha ayudado mucho es el megáfono que contiene el aparato: «El sistema de megafonía nos facilita enormemente las cosas. Si necesitamos dar cualquier aviso a los bañistas, podemos hacerlo sin necesidad de meternos en el agua». Y agrega: «El dron es nuestros ojos en el mar».

«Parece que es un sector donde solo vienen cuatro estudiantes, pero tienen bajo su responsabilidad la vida de muchas personas»

La última innovación que ha tenido es la incorporación de inteligencia artificial, que permite contabilizar el número de personas en la playa en cualquier momento y también sirve como herramienta crucial para la búsqueda de desaparecidos en el mar.

Pasaron tres años desde que comenzaron a desarrollar la idea hasta que vieron que realmente podía ayudarlos a salvar vidas. «Recuerdo que fue el 15 de agosto de 2018. Me pilló en una fiesta patronal y me metí en un cuarto a llorar porque llevábamos mucho sufrimiento a nuestras espaldas desde 2015. Tres años creando todo un proyecto solo para hacer un rescate, y entonces ese rescate demostró que podíamos salvar la vida de una persona», cuenta Adrián: «Fue una explosión de emoción, vi la imagen y no lo creía. A partir de ahí empezó a crecer», añade conmovido.

Mientras caminamos por la playa de Sagunto con Adrián, permanece constantemente atento al walkie-talkie de los salvavidas que están cerca. Cuando éste suena, detiene la conversación para escuchar y se queda en silencio hasta que se queda tranquilo tras certificar que está todo bien. «Defecto profesional», admite.

La metodología de trabajo del socorrista, que exige una atención plena, ser rápido y llegar a tiempo, es una capacidad que no solo han trasladado al emprendimiento, sino que también inculcan en su academia de pilotos de drones. La academia se puso en marcha al darse cuenta de que manejar este aparato de socorrismo no solo requiere habilidades técnicas, sino también un sexto sentido. «Muchos llegaban con el título de piloto, los poníamos a trabajar, pero no tenían el sentido del servicio que buscábamos», explica Adrián. Así, convirtieron el problema en negocio: «Nos encontrábamos con muchos problemas respecto al personal, y eso nos llevó a crear la academia Lliria Academy, donde formamos a los pilotos».

Martín, el piloto de dron con el primer prototipo
Martín, el piloto de dron con el primer prototipo

Uno de los formados de la academia está hoy junto a Adrián manejando el aparato. Martín es el piloto que cuida la playa de Puerto Sagunto este verano. Martín ejemplifica perfectamente el sentimiento de servicio que destacaba Adrián: siempre atento al walkie-talkie, respeta estrictamente las normas y , como un agente de pista , vigila que nadie atraviese el perímetro donde está el dron, consciente de que en cualquier momento puede necesitar despegar.

Antes de que Martín termine de dar las indicaciones a esta periodista, una voz más acelerada de lo habitual irrumpe por el walkie-talkie: «Torre 1, emergencia». En un instante, el dron se eleva y se dirige al espigón. Unos segundos después, una lancha lo sigue a toda velocidad. Desde la distancia, se puede observar que el aparato no lanza el chaleco; en la pantalla de Martín se confirma que la persona está a salvo. Sin que le tiemble el pulso, Martín informa a sus compañeros sobre la situación asegurándoles que todo está bajo control y lo trae de vuelta a su perímetro. Y la calma regresa. La tensión provocada por una emergencia durante las vacaciones es aún más mordaz, pero el susurro del océano y del robot volador vuelven a disuadir el miedo.

Ser piloto de dron en la playa se asemeja mucho a ser un socorrista. Aunque el bronceado impecable y el entorno idílico podrían sugerir un trabajo de película, la realidad exige gestionar la «calma tensa» que transmite el mar. «Lo crucial es saber cambiar el chip rápidamente», explica Martín, con los ojos siempre puestos en la orilla.

Mientras Puerto de Sagunto disfruta del verano, Martín sabe que en cualquier momento la situación puede cambiar, y es ahí donde la verdadera habilidad de un piloto entra en juego. Este verano ha habido, hasta el momento, muy pocos días de banderas verdes. El año pasado tampoco fue fácil, recuerda el piloto de dron: «Fue mi primer año en Sagunto y, en un solo día, llegamos a realizar 12 rescates. Recuerdo que cada vez que sonaba el walkie, tenía un impulso inmediato. Tuve que levantarme 3 o 4 veces solo durante la comida para atender rescates, y así todo el día», narra.

A pesar de la eficacia y los múltiples rescates en los que el dron salvavidas ha participado, su presencia ha disminuido drásticamente en las playas de España, pasando de estar operativo en 22 puntos a sólo tres. La causa, explica Adrián, es un recurso que paralizó el proceso de adjudicación del contrato. Cuando este se reanudó no había tiempo suficiente porque la campaña estival estaba ya en marcha. Adrián, explica que sin la financiación o y la concienciación desde la Generalitat Valenciana, los municipios dejan de destinar una partida presupuestaria a mejorar o a reforzar los equipos de vigilancia. «Y, sin embargo, estamos batiendo el récord de ahogados», dice indignado antes de añadir: «Hemos demostrado que salvamos a personas, por eso me cuesta entender por qué seguimos debatiendo esto. Creo que llega el dilema de si no me obligan, no lo pongo», concluye.

El costo de esta tecnología, explica el fundador, no cree que sea el problema, ya que incorporar esta aparato al equipo de salvavidas tiene un coste aproximado de 15.000 euros por mes, lo que equivale a 300 euros al día.

Adrián no es un hombre que se dé por vencido con facilidad. Su rostro se endurece aún más cuando habla de la desidia que envuelve al sector del socorrismo, un ámbito que, según él, sigue siendo tratado con poca profesionalización: «Parece que es un sector donde solo vienen cuatro estudiantes, pero tienen bajo su responsabilidad la vida de muchas personas», explica. A sus ojos, la falta de conciencia en torno a la importancia de profesionalizar el socorrismo es un mal que no solo afecta a los salvavidas, sino a toda una comunidad que depende del turismo como motor económico.

El recuerdo de su tiempo como socorrista le sigue como una sombra. Nunca deja de pensar en las vidas que podría estar salvando. Por eso su misión ahora es concienciar hasta lograr un cambio: «He visto las imágenes de un dron momentos antes de soltar el chaleco de rescate. Imagínate a esa mujer ahogándose y muriendo, como me pasó a mí una vez. Ahora, piensa que es tu familiar. ¿Qué darías por salvarle la vida?», dice y se autorresponde: «Si fuera mi madre, daría todo lo que tengo».

Fuente: elmundo.es (12/8/24) pixabay.com

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