Más de uno pensará que me he vuelto loco o he mojado hoy los cereales en aceite 5W30, pero si seguís leyendo, veréis que aún me queda cordura. Yo soy de la generación de los años 80, concretamente de 1983, y aún recuerdo muchas cosas de la época que cada vez, amenazan con ser más cotidianas.
Mi compañero Delco ya nos ha contado que julio de 2012 ha sido el peor mes en matriculaciones de las últimas tres décadas, al haber caído más del 17%. Se han consolidado ya dos años en los que el mercado español lejos de ver la luz al final del túnel, sigue viéndolo más negro que la carga de un barco petrolero.
Los años 80 amenazan con volver, y no me refiero a lo bueno: a esos coches que daban muchas sensaciones o el mítico Grupo B, sino a prácticamente todo lo malo, que no era poco. No hay un único responsable para todo esto, y en parte, puede que nosotros también hayamos contribuido a esto.
Las ventas, por los suelos
Tal y como asegura el sector del automóvil, las ventas de julio de 2012 ya no son comparables a los años 90 —lo que venían diciendo últimamente— sino ya se habla de niveles de los años 80. Esa afirmación es realmente preocupante, pero es que los españoles cada vez compramos menos coches.
Fijaos en el anuncio del SEAT Marbella de 1989, ahora nos da la risa. ¡Ojo al equipamiento! ¡Tiene suspensión BPM y sistema de frenos cruzados! Es decir, es lo mismo que decir que venía pintado, que tenía puertas y un volante por eso de ser generoso. Por cierto, las BPM en el eje trasero significaban eje rígido y ballestas longitudinales, ¡tope guay!
Ese coche se ofrecía por 785.000 pesetas, a cambio de un motor 0.9 de 40 rabiosos caballos que permitían hacer unos 500 kilómetros entre repostajes. Con suerte y viento posterior, podríamos alcanzar la estratosférica velocidad de 130 km/h. Equipamiento interior… eso lo dejamos mejor para la sección de humor.
La memoria es demasiado selectiva. En los 80 se vendían coches de una calidad y prestaciones muy inferiores a los actuales (por lo general) y a un precio menos competitivo. En 1989 el salario mínimo interprofesional era de 46.680 pesetas, lo que significaba que se pagaría el coche (sin otros gastos) en casi tres años de trabajo.
Obviamente, se vendían pocos coches, había menos población y la sociedad era muy distinta a la actual. España empezó a despegar económicamente gracias a la Comunidad Económica Europea y sus subvenciones. Cuando han ido las cosas bien en este país (burbuja aparte), se han vendido más de 1 millón de coches cada año. Habrá suerte si se acaba 2012 con 700.000 unidades.
Hoy día el Tata Vista (coche muy superior al Marbella) cuesta 7.960 euros, al cambio casi 1,33 millones de pesetas sin contar inflación. Con un SMI de 641,40 euros, el coche se paga, exclusivamente, con el esfuerzo de dos años de trabajo, y el coche cuesta “el doble”. Pero bueno, podemos seguir pensando que los coches son caros pasando de euros a pesetas y sin ajustar la inflación, que eso es solo para economistas y frikis.
Los coches que se nos ofrecen cada vez son mejores, pero los fabricantes se están fijando en que el cliente cada vez quiere gastar menos, lo cual está haciendo que marcas como Volkswagen ajusten mucho precios y se vuelvan a ver modelos como el Golf con menos de 100 caballos. ¡Como en los 80! Hasta el Polo ha bajado precios.
Los motores pequeños vuelven a ganar protagonismo después de ser los apestados del mercado, más de la mitad de los coches que se venden hoy día corresponden a versiones de acceso (en cuanto a motor) y las motorizaciones más altas pierden mucho terreno, especialmente las de gasolina, que en algunas marcas ni se ofrecen ya.
Hay quien se lleva las manos a la cabeza porque SEAT vaya a vender el nuevo Toledo con motores de menos de 100 CV y utilice soluciones tecnológicas de utilitario (como el eje trasero). Si lo pensamos bien, es un coche muy adaptado a lo que se nos viene encima, y gente del norte aceptará asarse días sueltos en el año y ahorrarse el aire acondicionado. Los del centro y sur se lo pensarán… menos.
Fuente: motorpasion.com (1/8/2012)
Dejar una contestacion