Las leyendas urbanas alimentan falsos mitos sobre la gasolina, su ahorro o sus peligros. Autocasion.com realiza un repaso de los tópicos más frecuentes echando por tierra su teorías:
1.-La gasolina explota: FALSO. La gasolina es un combustible y, como tal, arde. El problema es que es muy volátil (se evapora rápidamente) y su vapor sí puede generar una explosión. Es casi imposible hacer estallar un depósito lleno de gasolina, pero, paradójicamente, si está vacío, sí puede explotar, porque contiene los gases que no pueden salir de él -si bien dichos gases se dispersan muy deprisa en espacios abiertos.
2.-Una colilla puede encender un reguero de gasolina: FALSO. Si tiras una colilla en una lata de gasolina, lo más probable es que se apague igual que si la echas al agua. La gasolina necesita un foco de ignición relativamente elevado, como una chispa fuerte o una llama viva, para empezar a arder: una colilla apenas tiene temperatura (salvo cuando se aviva al soplar o cuando fumamos
3.-Los coches de gasolina son más peligrosos en caso de accidente: FALSO. Se dice que un deportivo muy famoso es peligrosísimo porque lleva el depósito de combustible delante del conductor y en un choque frontal puede rociar de gasolina a los pasajeros, que se abrasarían. Para que un depósito se rompa en un siniestro el golpe tiene que ser tan brutal que los ocupantes del coche fallecerían en el acto.
4.-Con gasolina de 98, el coche corre más: DEPENDE. Sólo en algunos motores de muy alta compresión o sobrealimentados, que necesitan un alto poder antidetonante, se obtienen mejores prestaciones que con gasolinas de menor «octanaje» (actualmente, no existe el octanaje, ya que las gasolinas modernas no contienen plomo como antidetonante). La mayoría de las mecánicas están pensadas para funcionar con gasolina de 95 RON, por lo que su potencia máxima no aumenta con la de 98 RON. Hay motores que precisan gasolinas de mayor calidad, pero lo especifica en el manual.
5.-Un motor de gasóleo va mejor añadiendo un poco de gasolina en el depósito: FALSO. La gasolina es más volátil que el diésel y necesita temperaturas muy bajas para congelarse. Sin embargo, el gasóleo contiene naftas, que se solidifican rápidamente cerca de los 0ºC. Antiguamente, para evitar que se congelase el gasóleo, se mezclaba con gasolina: de ese modo permanecía líquido en invierno. La proporción nunca podía superar el 20%; a partir de ahí, el motor dejaba de funcionar. Actualmente, las petroleras añaden aditivos anticongelantes al diésel que suministran en las épocas frías y no es necesario mezclarlo con gasolina: JAMÁS eches gasolina en tu coche diésel.
6.-Poner unos imanes a los tubos de gasolina ahorra combustible: FALSO. Hay dispositivos en el mercado que se anuncian como economizadores de combustible. La explicación es la misma: «ionizamos el combustible y aumentamos su rendimiento»… Ninguna prueba independiente ha certificado tales beneficios. Los fabricantes de automóviles invierten miles de millones de euros en reducir el consumo y las emisiones de sus vehículos mediante sistemas de inyección cada vez más precisos, aerodinámica, materiales ligeros, neumáticos de baja resistencia a la rodadura… Si con un imán en el tubo de la gasolina el coche gastase menos, ¿no lo montarían ya en la fábrica?
7.-Poner bolas de naftalina en el depósito hace que el motor vaya mejor: DEPENDE. Las gasolinas antiguas tenían muy poco octanaje; al añadir bolas de naftalina, el rendimiento de la mecánica era algo mejor. Hoy en día, este combustible es mucho más depurado; además, la naftalina ataca algunos elementos de los modernos sistemas de inyección (juntas de los inyectores, bomba de carburante, filtro, conductos…. La avería puede ser muy cara.
8.-Es mejor repostar por la mañana: VERDADERO. Cuanto más frío está el ambiente, menos evaporación hay, por lo que no “perderás” gasolina… pero también existe más humedad en el aire, así que al final una cosa contrarresta la otra. En días muy calurosos del verano puede que sí compense, pero estamos hablando de milésimas de euro en cada depósito. La mejor manera de ahorrar al repostar es hacerlo de camino a algún destino, en lugar de realizar un recorrido exclusivamente para ello.
9.-A mayor velocidad, mayor consumo: DEPENDE. En primera a 50 km/h gastaremos bastante más que en quinta a 70 km/h. El menor consumo de combustible se consigue «llaneando» en la marcha más larga y sin pisar el acelerador. En un turismo normal, la zona más económica suele estar entre los 70 y los 90 km/h. A esa velocidad, la resistencia aerodinámica no afecta demasiado al consumo y el coche no necesita un gasto de carburante extra para moverse. Por encima de 100 km/h dicha resistencia aerodinámica aumenta de forma exponencial con la velocidad. Por ejemplo: cualquier coche con más de 35 CV es capaz de alcanzar los 100 km/h, mientras que un Bugatti Veyron necesita casi 30 veces más potencia para cuadruplicar esa velocidad.
10.-Usar poco el freno ayuda a ahorrar: VERDADERO. Frenar es desperdiciar energía que se ha gastado previamente para alcanzar una velocidad. Al acelerar, la energía térmica de la combustión (gasta combustible) se transforma en energía cinética -que depende del peso del coche y la velocidad-. Cuando frenamos, transformamos esa energía cinética (que nos ha costado dinero) en energía térmica, que no se puede almacenar ni aprovechar: literalmente, se tira. Ésta es precisamente la ventaja de los híbridos: al retener, se recargan unas baterías que ayudan a recuperar la velocidad después, por lo que no se desaprovecha la energía cinética. De nada vale anticiparse y no usar mucho el freno si después aceleramos «como posesos».
Fuente: Abc.es (15/12/12)
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