El resultado electoral no lo decidirá el debate entre Paul Ryan y Joe Biden. Los aspirantes a la vicepresidencia intercambiaron golpes dialécticos en un debate mucho más vivo y más marrullero que el que Barack Obama y Mitt Romney mantuvieron hace unos días. Estas con diez conclusiones que dejó el duelo televisivo de Danville.
1. Sin vencedor evidente.
Esta vez ninguno arrolló. Hubo intercambio de dardos y algunos golpes bajos. El vicepresidente llegó con la lección aprendida e hizo todo lo que Obama no hizo en Denver la semana pasada. Ryan no fue tan brillante como Romney. Pero adoptó una actitud serena que le hizo quedar bien. Los sondeos dieron por ganador a Ryan y los analistas declararon un empate. Bueno para los republicanos, que siguen en cabeza en las encuestas.
2. Levantando la moral.
El objetivo de Biden era arengar a los demócratas en horas bajas y lo logró. Su estilo combativo era un grito a las bases desilusionadas por la actitud pasiva del presidente. Pero la impresión aquí es que el vicepresidente se pasó de frenada. Le sobraron risotadas y gestos histriónicos y le faltó respeto por su rival. Sus argumentos fueron buenos. Pero perdió el debate en las formas. A los puntos y sin KO.
3. El desafío.
El desafío de Ryan era presentarse como un político listo para ser presidente si llega el momento y lo logró con un tono contenido y sin estridencias. Expuso sus argumentos con soltura en los asuntos económicos. Aunque sufrió al explicar su posición sobre el aborto y no estuvo suelto al abordar la política exterior. Aun así los sondeos indicaron que gustó más que su rival y que quienes vieron el debate pensaron que estaba mejor preparado para llegar a la Casa Blanca. Todo un logro frente a un veterano como Joe Biden.
4. Rivales parecidos.
A Ryan y a Biden les unen muchas similitudes. Ambos son políticos de carrera y profesan la religión católica. Ambos sufrieron una pérdida importante siendo muy jóvenes: Ryan a su padre por un infarto y Biden a su esposa y su hija menor en un accidente de tráfico. El debate dejó en evidencia sus visiones opuestas sobre el futuro de Estados Unidos fruto quizá también del bache que refleja su edad. Biden (69 años) intentó susurrar sus propuestas al oído de los «babyboomers». Ryan (42) se presentó como la imagen del relevo generacional.
5. Sólo un protagonista.
Biden fue el protagonista indiscutible del debate. Estuvo tan gritón como eficaz. Mejor en política exterior que en economía y mejor cuando hablaba que cuando no dejaba hablar a su rival. No citó a Obama por su nombre una sola vez. Quizá sigue teniendo la vista puesta en su posible futuro electoral.
6. Más presión para Obama.
La agresividad verbal de Biden aumenta aún más si cabe la presión sobre Obama, que está obligado a ganar el martes su duelo en Nueva York. ¿Seguirá la estrategia trazada por su segundo? No debería porque asustaría a los indecisos. Debe encontrar un punto medio entre la fanfarronada y no aparecer. Pero sobre todo debe hacer un debate sólido. Obama sigue sin ofrecer un momento memorable en esta campaña. Los hubo pero los protagonizaron otros: Michelle, Bill Clinton, Joe Biden este jueves.
7. Ecos de 2016.
Tanto Biden como Ryan albergan aspiraciones presidenciales y así quedó claro en el debate del jueves. El vicepresidente intentó ganarse el respeto de sus bases, que a menudo lo han presentado como un líder propenso a los lloriqueos y a las meteduras de pata. El aspirante intentó demostrar que es un político con menos aristas que las que indica su caricatura y que puede conquistar a los votantes menos extremistas subrayando la necesidad de hacer recortes en el gasto. Ambos lograron lo que se proponían. Pero Ryan sigue siendo un candidato mucho más creíble para 2016. Tiene el tiempo a su favor.
8. Mal en el aborto.
El peor momento de Ryan fue la pregunta sobre el aborto. Estuvo seco y falto de palabras exponiendo la posición oficial de la campaña, que sólo lo defiende en casos de incesto, violación o riesgo para la salud de la madre. El congresista ha votado leyes mucho más radicales en el Capitolio y su posición está a la derecha de Romney. Era una pregunta muy difícil para él y muy dañina para los republicanos, que necesitan reducir entre las mujeres la brecha que aún les separa del presidente.
9. Política exterior.
Biden metió la pata al hablar del ataque contra el consulado estadounidense en la ciudad libia de Bengasi. Pero por lo demás, ganó por goleada en debate sobre la política exterior. Ryan no supo articular las diferencias que supondría la presidencia de Romney para las relaciones de Estados Unidos con sus aliados. Tampoco supo decir a ciencia cierta qué debería haber hecho Obama en crisis como Siria o las negociaciones con Irán. Aun así, es importante recordar que esta vez la política exterior es un asunto irrelevante. La economía y el déficit son los problemas que más preocupan a los ciudadanos.
10. Un duelo irrelevante.
El debate del jueves por la noche apenas influirá en el resultado electoral. No hubo meteduras de pata ni errores muy evidentes. Fue un intercambio que satisfizo a las bases y dejó sin respuestas a quienes aún no han decidido a quién votar. Los comicios los deciden los aspirantes a la presidencia. Más aún en esta campaña tan igualada y tan polarizada donde cada voto puede ser crucial. Romney sigue por delante en el índice RCP que agrupa varios sondeos nacionales. Aunque sigue por detrás en estados decisivos como Ohio y Virginia que necesita para ganar. El martes se medirá con Obama en un debate que se antoja decisivo. Entonces quizá sea más fácil predecir el resultado electoral.
Fuente: Elpais.com (13/10/12)
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