Del Mar Negro al Mediterráneo: el futuro energético de Turquía se decide bajo las olas

Los diplomáticos europeos han pasado gran parte de agosto mirando, nerviosos, cómo iban escalando las tensiones entre Turquía y estados miembros de la UE, preocupados por la posibilidad de un enfrentamiento militar en la disputa sobre los derechos marítimos en el este del Mediterráneo. El presidente Recep Tayyip Erdogan anunció el 21 de agosto que Turquía había descubierto una gran cantidad de gas natural en el Mar Negro. Incluso prometió que beneficiaría a los consumidores, como tarde, en 2023. «Turquía ha encontrado la mayor reserva de gas natural en su historia en el Mar Negro», dijo Erdogan, sugiriendo que su país se convertiría pronto en un exportador neto de energía.

Los mercados no han compartido el optimismo de Erdogan: después de una subida inicial, la lira volvió a caer, siguiendo el mismo ritmo de los últimos meses. El descubrimiento de 320 mil millones de metros cúbicos de gas natural en una zona no conflictiva es, desde luego, una buena noticia para un país que importa prácticamente toda su energía. Incluso con la rebaja en los precios de los últimos tiempos, la factura energética de Turquía fue de 41.000 millones de dólares en 2019. Y el nuevo yacimiento de gas, renombrado «Sakarya», tiene el potencial de extraer energía por valor de 80.000 millones de dólares en las próximas décadas, según Fatih Birol, director ejecutivo de la Agencia Energética Internacional.

El objetivo de Erdogan para 2023 parece poco realista, dado que los expertos aún desconocen los costes exactos de perforación o la viabilidad comercial del terreno. Por lo menos, se necesitarán miles de millones de dólares de inversión para conseguir que el gas sea comercialmente viable. La reserva gasística se encuentra a 2 kilómetros por debajo del lecho marino y a 170 de la costa turca. Más importante aún, se encuentra en aguas territoriales turcas.

El ‘hub’ de la energía

Desde luego que una oportunidad como esta para diversificar las fuentes energéticas puede beneficiar a Turquía, especialmente debido a su crisis económica y sus necesidades energéticas que rondan los 45-50 mil millones de metros cúbicos de gas cada año. La dependencia turca del gas ruso ha sido siempre un problema para Ankara, ya que el país importa su gas natural sobre todo de Rusia, Irán y Azerbaiyán. Y el descubrimiento del Mar Negro llega en un momento en el que el contrato de Ankara con el gigante energético ruso Gazprom se debe renovar. Los diplomáticos turcos esperan que este hallazgo, con potencial de convertirse en una reserva aún más grande, convenza a los rusos —y, por ende, a los iraníes— a bajar los precios de la energía.

Pese a su falta de recursos energéticos nacionales, Turquía se ha convertido en una especie de ‘hub’ de la energía, con oleoductos y gasoductos que van desde Irak al Cáucaso convergiendo en Anatolia. Una reciente infraestructura clave ha sido el desarrollo del TurkStream, un gasoducto planificado que conectará el gas ruso por debajo del Mar Negro con la red energética turca y luego con el sur de Europa. Mientras se lleva a cabo la construcción del TurkStream, Ankara ha intentado reducir su dependencia de Rusia importando gas natural licuado de varios países, entre ellos Estados Unidos. Turquía ha encargado a un consorcio liderado por Rusia la construcción de la primera planta de energía nuclear del país y también se ha concentrado en el carbón y la energía hidroeléctrica.

Pero el verdadero foco de atención de Ankara en los últimos meses han sido las copiosas reservas de petróleo en el este del Mediterráneo. Y es poco probable que el descubrimiento del Mar Negro cambie ese interés. Erdogan ya ha anunciado que continuará con su actividad de exploración en el Mediterráneo y, desde que colapsaron las conversaciones entre Turquía y Grecia el pasado mes, las perspectivas de un nuevo enfrentamiento en el mar han aumentado.

En el Mediterráneo, las reclamaciones sobre las fronteras marítimas, zonas económicas exclusivas (ZEE) y recursos energéticos han conducido a Turquía, Grecia y Chipre a un nuevo conflicto. Gran parte del problema se basa en las peticiones griegas sobre las fronteras marítimas de sus islas que están cerca de Turquía. El contraargumento turco es que estas islas no pueden tener las mismas zonas económicas exclusivas que la Grecia continental, sobre todo porque esto dejaría áreas en la costa turca cerradas a los barcos turcos y proyectos de perforación. Mientras tanto, una propuesta para un gasoducto entre Grecia, Chipre, Israel y Egipto ha excluido a Turquía, dejando que Ankara lleve a cabo una política más asertiva en el área al empezar su exploración gasística en la costa de Chipre y Turquía.

La Unión Europea está amenazando a Turquía con sanciones. Francia ya ha aumentado su presencia militar en el área para apoyar a Grecia y a Chipre y ha hecho ejercicios militares conjuntos con Italia y estos dos países. La semana pasada, la flota turca emitió un mensaje de advertencia, conocido como «Navtex», de su intención de llevar a cabo ejercicios cerca de la costa de Iskendereun, al noreste de Chipre.

Mientras el descubrimiento del Mar Negro puede ser una gran noticia para la economía turca en seis o siete años, el este del Mediterráneo sigue siendo el tema principal de las relaciones turcoeuropeas. «No haremos ninguna concesión», dijo Erdogan, pese a señalar después que está abierto al diálogo con Grecia.

Fuente: Elconfidencial.com (12/9/20) Pixabay.com Wikipedia.com

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