Apple, Inditex o Nike son ejemplos de los problemas a los que pueden enfrentarse las empresas cuando deslocalizan la producción. Una hipotética vulneración de derechos laborales en la cadena de suministro puede derivar en una crisis de reputación de la que no siempre las compañías salen airosas.
En junio de 1996 la revista Life mostraba que Nike empleaba menores para producir balones de fútbol en Pakistán. Aunque inicialmente la compañía negó que fuera responsable de las condiciones que los subcontratistas aplicaban a sus empleados en la fabricación de artículos deportivos que después eran enviados a occidente, el descenso de sus ventas y la pérdida de valor en bolsa, supusieron un antes y después para Nike, que en los años siguientes articuló una nueva política de responsabilidad corporativa y obligó a sus proveedores a firmar su código de conducta.
Con los años, la progresiva deslocalización de las fábricas con el objetivo de ahorrar costes ha originado problemas en la cadena de suministro de las grandes corporaciones. Apple ha sido el último ejemplo. El grupo tecnológico se ha visto envuelto en las últimas semanas en el escándalo de Foxconn, el grupo chino con sede en Taiwan en cuyas factorías se ensamblan el iPod y el iPad y que emplean a un millón de trabajadores.
Explotación
Foxconn ha sido acusada de sobreexplotar a sus empleados (bajos salarios, extensos horarios y contratación de menores), llevando a algunos de ellos al suicidio. «Es inevitable que sucedan este tipo de noticias en la medida en que tus proveedores están en países con instituciones políticas y sociales diferentes a los países occidentales», apunta Joaquín Garralda, profesor de IE Business School.
«El riesgo debe reducirse al mínimo mediante un sistema de auditorías y de apoyo a proveedores. También eliminando aquéllos que no están dispuestos a cambiar para cumplir los estándares de responsabilidad social empresarial», apunta Ignasi Carreras, director del Instituto de Innovación Social de Esade.
Las presiones, incluidas las de los fondos de pensiones que tienen a Apple en su cartera de inversión, han llevado al grupo americano a anunciar la puesta en marcha de auditorías especiales en las empresas que ensamblan sus productos en China. Entre ellas, Foxconn, que se ha visto obligada a aumentar hasta un 25% el sueldo en sus plantas (el salario mínimo ronda los 240 dólares, 180 euros).
Sin responsabilidad
«Apple ha aprendido de lo mal que se gestionaron en el pasado este tipo de incidentes que afectan a empresas y países en los que se deslocaliza producción. Entonces se decía que como el incidente se generaba en otra compañía (la que fabricaba), la situación no era responsabilidad de la que vendía el producto. Ahora, se acepta que tu responsabilidad se extiende a toda la cadena de aprovisionamiento. Apple lo acepta, pero su reacción ha sido tardía y a la defensiva, aunque es un paso adelante que realice auditorías a sus proveedores», dice Carreras.
La preocupación por cómo las compañías del denominado Primer Mundo deslocalizan su producción ha puesto la lupa sobre las condiciones de trabajo en las subcontratas, normalmente situadas en países en desarrollo.
Un caso al que no fue ajeno el grupo Inditex. La dueña de la cadena Zara aceptó realizar importantes inversiones en Brasil tras las denuncias de que uno de sus proveedores compraba ropa en talleres donde los trabajadores vivían en condiciones cercanas a la esclavitud. Inditex se comprometía, también, a extremar los controles que ya de por sí ejerce sobre su cadena de suministro.
Garralda coincide en que, desde el caso Nike, «las respuestas de las empresas han mejorado, aunque en algunos sectores aceptan a regañadientes la responsabilidad».
Consecuencias
La duda que planea en estas crisis es si afectará a la imagen de la empresa. El caso Nike se cita como ejemplo porque sus ventas y beneficios se resintieron, coincidiendo con la cercanía de unos Juegos Olímpicos (Sydney 2000), cuando más aumentan las ventas de estos artículos, y su valor en bolsa bajó en 2.000 millones de dólares. La acción de Apple, de momento, no ha sufrido, manteniéndose durante el último mes como la compañía con mayor capitalización del mundo.
Garralda considera que las noticias negativas si afectan a la imagen de una empresa, aunque el nivel de impacto dependerá de sus primeras reacciones. «En cuanto a la bolsa, reflejará lo que ocurra en las tiendas. Dependiendo del país, las ventas se pueden resentir hasta un 25%, pero en un nivel de intensidad que, según el producto, puede repercutir en que dejemos de comprarlo o no».
Fuente: Expansión (6/3/2012)
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