Alquilar piso en Nueva York es una experiencia inolvidable… sobre todo para un expatriado que no conoce el particular mercado inmobiliario de la Gran Manzana. La ingenuidad y la falta de experiencia salen caras y no es raro pasarse el primer año peregrinando por pisos turísticos hasta lograr el primer contrato de alquiler.
1.- Contrata una tarjeta de crédito en EEUU meses antes de aterrizar.
Sin credit score no eres nadie en Nueva York. Este sistema sirve para calificar tu crédito. No se trata de si tienes o no dinero, sino de si los bancos se fían de ti lo suficiente como para prestarte. Se actualiza en función del uso de la tarjeta (también se tienen en cuenta hipotecas y créditos al consumo). Se tarda un año en lograr un ‘buen’ o ‘muy buen’ credit score –más de 700 puntos sobre un máximo de 850–. Hay caseros que no miran una solicitud por debajo de 800 puntos (un listón casi imposible incluso para un estadounidense).
2.- ¿Cuánto ganas?
Es la segunda pregunta que te harán. Si el salario anual no es superior a la renta mensual multiplicada por cuarenta, olvídate de ese piso. Ni siquiera te lo enseñarán. ¡No eres apto! Actualmente, es imposible encontrar un piso a las afueras de Nueva York por menos de 2.000 euros. Eso implica que el aspirante (o la unidad familiar) necesita reunir unos ingresos anuales de 80.000 euros. En Manhattan, la media para un apartamento de un dormitorio está por encima de 4.000 euros, es decir, sólo para quienes ganan más de 160.000 euros al año.
3.- Te van a atracar, no te resistas.
El mercado inmobiliario de Nueva York está controlado por una mafia que se hace llamar brókers inmobiliarios, pero que está muy lejos de ofrecer ese servicio como tal. Mínimo cobran una mensualidad o el equivalente al 12% del importe anual del alquiler. Da igual si lo has contratado tú o el dueño del inmueble. O pagas o no hay piso. Y eso en el caso de que tú hagas todo el trabajo (buscando en aplicaciones móviles gratuitas); si realmente contratas un bróker para que se encargue de buscarte un apartamento la factura será mucho mayor.
4.- Comisiones fantasma.
En la bolsa de inmuebles de la ciudad hay unas pocas viviendas alquiladas directamente por los propietarios, que intentan ahorrarse el sablazo del broker. Se trata de menos del 5% del total, así que son un tesoro muy codiciado. Se anuncian como sin comisiones, pero no es verdad. Cierto es que no hay que pagar al intermediario, pero sí un rosario de gastos que como mínimo oscilan entre 500 y 1.000 euros por conceptos tan diversos como gestión, administración o tramitación. Parecen lo mismo, pero alguna diferencia debe de haber, porque hay que pagarlas todas.
5.- Acércate a conocer y elige un barrio antes de iniciar la búsqueda.
La oferta es casi infinita, pero los pisos se apalabran en cuestión de minutos. “Me lo voy a pensar y voy a dar una vuelta por la zona para ver si me convence” no es una opción. Es más, aunque muestres tu interés durante la visita, es posible que te informen de que ya hay lista de espera…
6.- El papeleo, siempre listo.
Por el mismo motivo, hay que estar listo para presentar una solicitud in situ. La cola salta turno si no tienes todos los documentos que te van a pedir: credit score, nóminas (o declaración de la renta), número de la Seguridad Social (mucho más valioso que tener pasaporte, visa o greencard), extractos bancarios, un par de cartas de recomendación y otra de tu compañía para certificar que tienes trabajo.
7.- Los bróker detectan un novato a kilómetros.
Y no pierden la oportunidad para solicitar una comisión mayor. Ayuda no preguntar qué está incluido en el alquiler. En Nueva York lo normal es que el casero pague el agua y la calefacción. La luz y el gas corren de parte del inquilino. Los pisos se alquilan mayoritariamente vacíos (sin ningún mueble) y así hay que dejarlos el último día, para regocijo de las empresas de mudanzas.
8.- ¿Aceptan mascotas?
Más allá de lo que permita el casero, quien decide es el edificio. Los más restrictivos prohíben la entrada de cualquier animal. La mayoría permite gatos. Y una minoría son dog friendly.
9.- No apures al último día.
Para alquilar un piso en Manhattan se necesita, de media, mes y medio. Más allá de la búsqueda, una vez encontrado el piso casi perfecto, el proceso de solicitud y aprobación lleva como mínimo un par de semanas (algunos hasta un mes), más el plazo posterior para gestiones varias –como pagar más comisiones: mudanza, entrega de llaves… –.
10.- Si no cumples con todos los requisitos, aún hay esperanza.
Sin credit score, sin nóminas o sin declaración de la renta, hay empresas que actúan como avalistas para este tipo de casos a cambio de una generosa comisión del 10% del alquiler anual. Si aun así este recurso de emergencia falla, la única opción es alquilar directamente a un casero al que le hayas caído en gracia o que a estas alturas esté tan desesperado por encontrar un inquilino como tú de no terminar bajo uno de los muchos puentes que tiene Manhattan.
Fuente: expansion.com (14/5/23) pixabay.com