Durante el confinamiento, la industria del fitness vivió un gran apogeo: las empresas de suplementos alimenticios elevaron sus ventas, el yoga se hizo inmensamente popular y los instructores de hit y cardio se convirtieron en verdaderos influencers. Entre ellos, la española Patry Jordan, la venezolana Michelle Lewin y el colombiano Beto Pérez (50), el responsable del conocido método Zumba. Una disciplina, creada a mediados de los 80, que cada vez acumula más adeptos. De hecho, Pérez asegura que más de 15 millones de personas en 186 países practican Zumba cada semana, lo que va en directo beneficio de su inmensa cuenta bancaria.
Alberto Pérez nació un 15 de marzo de 1979 en Cali, Colombia, en el seno de una familia humilde. Su progenitora había sido madre soltera y tenía tres trabajos para poder mantener a sus hijos. No obstante, Gloria Pérez siempre quiso que su niño brillase en lo que más le gustaba: la danza. Todo, a pesar de que no tenía los medios para financiar su educación. «Mi mamá me dio unas bases de valores de trabajo. Me dijo que las cosas tenía que ganármelas trabajando, entonces me acostumbré a ser muy responsable… Porque no contaban con que yo le iba a salir artista en un país tercermundista… «, comentó, Pérez a People hace algunos años.
De acuerdo con numerosas entrevistas, la infancia de Beto no fue fácil. El joven debió pasar por diversos trabajos -como vendedor de helados y albañil-, además de soportar estar lejos de su madre, quien se mudó a Estados Unidos, tras ser víctima de una bala perdida. Es decir, el camino del futuro millonario no fue para nada simple. «Grabé una serie sobre mi vida. Mi madre ha visto el reel dos veces y llora de inmediato. Ya me advirtió que no va a ser capaz de verla. Mi mamá no supo muchas cosas por las cuales sufrí. Entonces es difícil para ella», comentó Pérez a El Tiempo, en 2018. Sin embargo, el empresario también reconoce que sus inicios estuvieron llenos de esperanza. Sobre todo, después de ser aceptado en una academia de baile en Cali.
Según cuentan sus biografías, Beto debía dar clases de ejercicios aérobicos para poder mantenerse en la academia que lo había «becado». Así, se convirtió en instructor a los 16 años y en 1986 una casualidad se trasformó en su golpe de suerte. Un día, a Pérez le tocaba enseñar una clase con coreografías de canciones pop, pero el adolescente olvidó el casete en su casa y tuvo que improvisar. ¿Qué hizo? Buscó en su mochila, encontró una cinta llena de canciones latinas y fingió que había preparado una clase especial con movimientos típicos de la salsa y el merengue. Sus alumnos no se dieron cuenta del error y, al contrario de lo que esperaba, quedaron fascinados con la clase. Es más, comenzaron a pedir más lecciones de ese tipo.
«Cada vez que enseñaba, aparecían más personas y daban una clase. Había filas de personas en la puerta que esperaban entrar. Se corrió la voz rápidamente. Este fue el comienzo del zumba», relató Pérez, a la BBC, en 2019. En un principio, el instructor decidió bautizar su método como «Rumba» -que significa fiesta en varios países de Latinoamérica- y pronto decidió trasladarse a Bogotá para enseñar la disciplina. Pero la capital de Colombia le quedó pequeña al entrenador y, en 1999 decidió mudarse a Miami para cumplir el sueño americano. Aunque nada fue como planeó. «No sabía inglés con fluidez y estaba solo. Dormí en un banco del parque hasta que me pude mudar a un departamento, así que la vida fue difícil», reconoció hace algunos años.
A pesar de todo, Pérez nunca se rindió y empezó a trabajar en su especialidad: enseñar sus clases de baile y hacer sonreír a la gente con sus pasos. De ese modo, su popularidad comenzó a recorrer Miami y un alumno tomó la determinación de presentarle a su hijo Alberto Perlman, y a un amigo, Alberto Aghion, para que se asociaran en una empresa. Así, a comienzos de los 2000, Rumba pasó a llamarse Zumba. Un nombre más interesante para una marca juvenil. «(Hablamos sobre algunas opciones), pensamos en Tinga, Tongo, Cunga, Tunga y mi socio dijo ‘Sumba’. Le dije ‘pongámosle la Z al comienzo’, porque a mí, de pequeño, me gustaba El Zorro y así quedó», explicó Beto hace un par de años.
Posteriormente, los nuevos socios decidieron grabar las rutinas de Zumba para que la gente las pudiera hacer en casa. Pero, como el mismo Pérez ha revelado, el trío de empresarios no contaba con demasiados recursos y sus primeras grabaciones fueron hechas en un garaje. Aun así, Zumba adquirió gran notoriedad y en 2003 lograron fichar a cientos de latinos como instructores de la disciplina. Y hoy, según cifras oficiales, hay más de 100.000 instructores de Zumba en el mundo, quienes pagan para certificarse y tener derecho a usar la marca de Pérez, que -de acuerdo el New York Times– está valorada en 500 millones de dólares.
Por otra parte, Beto Pérez tendría una fortuna personal estimada en 30 millones de dólares. Aunque su dinero no ha sido siempre sinónimo de felicidad. Por ejemplo, el magnate tardó 50 años en convertirse en padre y casi no se le conocen parejas estables. Pese a ello, la prensa sí conoció a una de sus amantes… Hace dos décadas se difundió un vídeo sexual en el que participaba junto a la actriz colombiana Luly Bossa. La artista aseguró que el entrenador había sido el culpable de que el clip viese la luz. No obstante, él siempre negó esa versión de los hechos e incluso decidió alejarse de su tierra hasta que el incidente dejase de ser relevante. Y lo consiguió, hoy Cali se siente orgullosa de haber visto nacer a Pérez y Colombia lo considera una de las estrellas más importantes del mundo del fitness.
Fuente: elmundo.es (16/2/21) Pixabay.com