El golf en la Costa Daurada está en auge. La práctica de este deporte ha crecido de una forma excepcional en los últimos años y esto se ha producido gracias a los esfuerzos por asociar la marca Costa Daurada con una destinación para los golfistas.
Si bien el verano no representa la temporada alta, el mercado extranjero ha permitido mantener la actividad durante todo el año, siendo los meses de invierno aquellos con una mayor demanda. Para el presidente de la Associació Costa Daurada destinació de Golf i Pitch & Putt, Àngel Llopis, la explicación es muy sencilla: «De los 365 días del año prácticamente podemos salir durante 363».
Más allá de las condiciones climatológicas, los golfistas de la Costa Daurada disponen, en un radio de 30 kilómetros, de cinco campos de golf, que suman en total seis circuitos y medio. Además, tienen a su alrededor a una veintena de empresas de restauración, hospedaje y transporte que son las que han entrado más directamente en este sector que a día de hoy representa el 1% de los turistas que llegan a nuestro territorio. Sin embargo, el peso de este deporte está creciendo año tras año.
Según la asociación que preside Àngel Llopis, en 2012 se vendieron 15.250 salidas de campo, el año pasado se cerró con 47.400, y solo durante los primeros cuatro meses de este año se alcanzó la cifra de 20.000. El hito que se ha fijado este colectivo, constituido hace cuatro años, es ambicioso. El objetivo pasa por poder llegar a las 100.000 salidas en tres o cuatro años. Y esto requiere seguir ganando presencia, sobre todo entre los turistas escandinavos, alemanes y franceses. La carrera de fondo empieza cuando algunos mercados llevan más de veinte años de ventaja.
Un deporte en auge
El golf se ha convertido en un atractivo más del territorio de cara a los extranjeros, y esto ha hecho que el sector camine seguro en un momento en el que la demanda internacional representa casi la mitad de los clientes.
El punto de inflexión se sitúa en 2008, cuando Lumine inauguró los 45 hoyos junto a PortAventura y diversificaba una oferta que básicamente se había nutrido de los socios locales. Esto permitía a los agentes del territorio salir a vender la Costa Daurada como una destinación golfista de primer nivel.
Sin embargo, el principal escaparate fue el mismo territorio, que en noviembre del año pasado reunía en el marco de la feria IGTM a 1.200 touroperadores, procedentes de más de sesenta países. «Un evento a una escala que no se había producido nunca en nuestra casa», argumenta el gerente del Patronat de Turisme de la Diputació de Tarragona, Octavi Bono.
Para el sector, el hecho de acoger la feria más importante a nivel mundial está dando ya los primeros resultados. «La verdad es que no esperábamos que fuera tan inmediato, pero los efectos ya son notables», asegura Bono.
180 euros de gasto
El perfil de cliente es de clase media- alta, de más de 40 años de edad y un gasto medio de unos 180 euros diarios. Es poco frecuente que viaje con la pareja o la familia, su estancia acostumbra a ser de unos siete días, de los cuales entre cuatro y cinco los dedica a jugar.
Estos clientes proceden principalmente de los países nórdicos, Reino Unido, Alemania y Francia que buscan junto al Mediterráneo las condiciones climáticas que no tienen en su país de origen.
Los meses de invierno son los más fuertes de cara a la llegada de estos clientes, lo que, por otro lado, representa un primer paso para la desestacionalización del sector. Sin embargo, Bono quiere ser cauto. «Es una de las herramientas, pero debemos ser rigurosos y honestos. No representará la solución para las 64.000 plazas que tenemos en la demarcación, ni llegará a todos los municipios».
Aunque sí lo ve de esta forma Lumine. «Le veo un futuro indispensable para la zona. Es una región que solo vive del sol y playa», apunta César Burguière, assistant director of golf.
El mercado internacional está detrás del 50% de los 65.000 visitantes que tuvo este club durante el año pasado. Para Burguière es el sector que ofrece más posibilidades de crecimiento. Sin olvidar la demanda local. Y esto pasa por intentar llegar a sectores que tradicionalmente se han mantenido alejados de este deporte. «Estamos en fase de romper las ideas preconcebidas», argumenta César Burguière. Y, en este sentido, se han intensificado los actos específicos para mujeres y cursos de verano para niños en los que se combina la práctica del golf con las clases de inglés.
El sector ha registrado en los últimos años una caída de entre un 15 y un 20% en cuanto a los clientes nacionales. Un descenso que ha obligado a reinventar algunas de las viejas estrategias de los clubs.
Después de cuatro o cinco años «muy complicados», Bonmont Costa Daurada ha hecho de la «flexibilización» su filosofía. «Mucha gente se descolgó del golf por la crisis y a estos les decimos que vuelvan y se reenganchen. Ven, siéntate, hablamos y te ayudamos. Estamos renegociando las condiciones», describe Ian Williams, general manager & head PGA professional.
Algunos de los principales clubs de golf han enterrado definitivamente las cuotas de acceso que durante muchos años habían sido la barrera insalvable para nuevos clientes. «Las matrículas forman parte del pasado», argumenta Williams.
En el caso de Bonmont se adquiría el derecho de juego para un periodo de cinco a diez años, además de la cuota anual. «Si quieres la cantidad fija, la pagas», continúa diciendo. Además se han introducido nuevos abonos para seis meses, e incluso semanales, pensados para los extranjeros.
Desde que iniciaron esta nueva política comercial, este histórico club, con más de veinte años, y con un green diseñado por Robert Trent Jones Jr., ha conseguido incrementar las matrículas en un 10%. Y, pensando en el jugador extranjero, ha diseñado un producto específico que los touroperadores venden para este invierno y que son estancias de un mes completo para grupos numerosos de suecos.
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