En la localidad barcelonesa de Santa Perpètua de Mogoda, de 25.000 habitantes, se asienta una pequeña empresa familiar, de 11 trabajadores, que compite con multinacionales en la fabricación de máquinas de fabricación de circuitos impresos, que se usan para conectar componentes electrónicos. Se trata de Chemplate Materials, que desde hace una década colabora con el CDTI (Centro para el Desarrollo Tecnológico Industrial) para llevar a cabo tecnologías más innovadoras.
Chemplate nació en el año 1987 en Sant Quirze del Vallés, primero vendiendo procesos químicos para galvanotecnia (recubrimiento de materiales con metales), cuyas aplicaciones principales son los plásticos metalizados, empleados en la automoción, o los sistemas anticorrosión para las piezas metálicas de un motor.
En los noventa empezaron a vender procesos químicos para la fabricación de los circuitos impresos; a mediados de la década se trasladaron a su sede actual, y comenzaron a distribuir máquinas para la producción de circuitos y, ya en el siglo XXI, aprovecharon que muchas empresas europeas y americanas se deslocalizaron hacia Asia y empezaron a investigar para producir equipos propios.
“Hemos desarrollado una nueva tecnología y un nuevo proceso de fabricación distinto al que existía en el mercado y que aporta mejoras a los clientes”, resume Didac Cubeiro, gerente de Chemplate, que pertenece a la segunda generación de las familias fundadoras. “Somos especialistas en el proceso de fabricación de circuitos multicapa, que permiten ahorrar mucho espacio vertical, e innovamos continuamente en los equipos que comercializamos”, añade.
Desde el principio supieron que el mercado nacional era demasiado pequeño y que tendrían que exportar. Mediante una presencia continua en ferias sectoriales y la creación de una red de distribución que da soporte comercial y servicio técnico a los clientes, ya han conseguido estar en los mercados más importantes: Europa, EEUU, Corea del Sur e Israel. Ahora esperan consolidarse en ellos y acceder al mercado japonés, taiwanés y chino. “Nuestro objetivo es obtener entre un 5% y un 10% de la cuota de mercado internacional de las máquinas de registro de capas internas y bonding dentro de los próximos cinco años”.
La empresa factura alrededor de los 2 millones de euros anuales. La mayoría del equipo está formado por ingenieros con un perfil muy técnico y especializado, señala Cubeiro. Los accionistas de la empresa fueron los miembros fundadores de la compañía: tres de ellos eran técnicos que desarrollaban su trabajo en el mismo sector de actividad de la nueva empresa, y los otros dos eran socios capitalistas, también con experiencia en el sector. Las cinco familias siguen controlando la empresa.
El CDTI, con ayuda del Feder (Fondo Europeo de Desarrollo Regional), ha financiado dos proyectos de I+D de Chemplate. El primero, en 2005, fue InduBond 130N: “Fue un paso importante por el cambio de concepción empresarial, de ser comercializadores y distribuidores a ser fabricantes y orientarnos al mercado internacional”, resume Cubeiro. El segundo proyecto, en 2012, fue InduBond RFX, máquina para la fabricación de circuitos rígido-flexibles, “en la vanguardia tecnológica del sector”. A finales de este año pretenden tener lista la InduBond PLR.
“La aportación del CDTI permite a las empresas iniciar proyectos de innovación que de otro modo serían difícilmente financiables”, valora Didac Cubeiro. Para una empresa pequeña como la suya, “la banca comercial pone muchas dificultades para acceder a créditos destinados a I+D. En muchas ocasiones se parte de una idea de mejora que no se lleva a cabo por problemas en encontrar fuentes de financiación”. Reconocen que “ser una pyme les da flexibilidad de reacción pero tienen menor capacidad económica para desarrollar su actividad y su red comercial”.
¿Cómo ha afectado la crisis a la empresa? “Ha liberado actividad en nuestro departamento de equipos y nos ha orientado hacia la exportación, enfocándonos a desarrollar productos de mayor calidad, de la mano de fabricantes de primer orden internacional. Durante estos años hemos creado una red de distribución en los principales mercados de fabricación de circuitos multicapa”.
Una creación militar extendida al consumo
Los circuitos impresos nacieron en 1930, y fueron utilizados por EEUU para fabricar radios robustas en la Segunda Guerra Mundial, pero no se popularizaron en la electrónica de consumo hasta los cincuenta.
Los circuitos multicapa permiten ahorrar espacio y se utilizan en los teléfonos inteligentes, la electromedicina, con instrumentos miniaturizados o la industria aeroespacial. En este último campo, Chemplate tiene clientes que trabajan para el programa del caza Eurofighter y los de defensa de EE UU e Israel.
Actualmente, los circuitos se fabrican cada vez más con formas geométricas complejas, muy diferentes a los prototipos rectangulares utilizados en la mayoría de las aplicaciones.
Dejar una contestacion