El confinamiento impuesto por la crisis del coronavirus ha disparado el comercio electrónico en España. Las primeras semanas de reclusión en casa han aumentado el tráfico de las tiendas en Internet un 20,4%, de acuerdo con el último informe presentado por Doofinder, que ha analizado las búsquedas en un millar de establecimientos durante el mes de marzo. Una tendencia replicada en el resto de países europeos. En Italia, uno de los epicentros de la pandemia, las ventas se han duplicado y en Francia y Alemania crecen a un ritmo similar al de España. “Es evidente que estamos ante un pico debido a la situación social que vivimos. La duda es si esto se va a mantener cuando termine”, asegura Juan Jesús Álvarez, fundador de Meridiad y experto en comercio electrónico.
En EE UU la tendencia es parecida: Amazon planea contratar a otras 75.000 personas en el país para poder frente al pico de demanda que están teniendo en las últimas semanas debido al coronavirus Covid-19, según ha informado en un comunicado.
En nuestro país, uno de los sectores que más se ha beneficiado es el de la alimentación, que ha visto incrementado el tráfico online un 168%. Un porcentaje al que han contribuido tanto la mayor oferta de establecimientos como de demanda por parte de los consumidores. Cada vez más negocios locales se han lanzado al mundo digital para sobrellevar el cierre económico. Fruterías, pescaderías y carnicerías han habilitado pedidos a través de Internet con la ayuda de diversas plataformas que, en cuestión de dos días, les han abierto esta posibilidad. “Es un salto sin red. Un comercio electrónico no se monta de la noche a la mañana. Por mucho que cueste, improvisar en esta situación no es lo más recomendable”, argumenta Gustavo Entrala, experto en tendencias, innovación y branding y partícipe del informe.
Otros sectores, como el deportivo, el de material escolar, el farmacéutico y el de mascotas también navegan por la cresta de la ola del crecimiento. Como sostiene Álvarez, mejor mantener la cautela ante esta moda porque, en la gran mayoría de casos, estos datos encubren un falso comercio electrónico. “No deja de ser algo telefónico. Envían un whatsapp a los teléfonos de sus clientes y les dicen que ahora pueden pedir a través de la web que acaban de montar. ¿Esto es ecommerce? Es más una acción social que funcionaria igualmente sin ni siquiera estar en Internet”, zanja.
El estudio elaborado por Doofinder sitúa en la lado opuesto de la balanza a la moda, con un descenso del 54%, y los productos relacionado con bebés, que caen un 16%. La reacción por la que han apostado estas empresas es lanzar campañas muy agresivas de descuentos. “Necesitan quitarse el stock de encima, que representa un gran coste”, explica Entrala. Con la pretensión de remontar las cifras online esta estrategia tiene otra intención fundamental: convertir la compra racional de Internet en una emocional, como sucede en el punto de venta. “Las rebajas son muy emocionales y tienen que convencer tanto al cliente fidelizado como al nuevo”, determina Álvarez.
Precisamente, las oscilaciones de precios son cada vez más acusadas. La ventanilla digital se ha convertido en casi la única forma de mantener activo el consumo, afectando a la oferta y la demanda. Cuesta mantener el ritmo de producción, en especial de productos muy solicitados, como ha ocurrido con mancuernas, webcam y máquinas elípticas. Para prevenir posibles abusos, Amazon ha intentado frenar la especulación, sobre todo en el material sanitario, y prohibir la publicidad falsa. “Quien compre algo, que mire en varios sitios. También hay que tener en cuenta los plazos de entrega, que ciertas páginas hablan de dos días y luego tardan hasta tres semanas”, advierte Entrala.
Una evolución digital a la fuerza
La llegada casi sin avisar del coronavirus ha empujado hacia lo digital a la mayoría de los entornos; y el comercial no iba a quedarse al margen. Ante la imposibilidad de acudir físicamente a las tiendas, la Red se ha convertido en un gran bazar. El confinamiento ha dejado un pequeño resquicio para los bienes básicos, aunque insuficiente para una sociedad que consume por encima de este límite. “Los grandes cambios para el ser humano llegan en momentos de crisis. Romper hábitos de consumo es muy complicado, pero ahora nos toca modificarlos por obligación, tanto para compradores como para vendedores”, precisa Álvarez.
Mientras la vuelta a la normalidad llega, el salto online requiere de una preparación y una estrategia pasadas por alto por muchas tiendas. Al igual que el comercio electrónico ha alcanzado cifras impensables un par de meses atrás, la competencia se ha incrementado casi en la misma proporción. Infinidad de productos, independientemente de la demanda, luchando por llegar a los hogares a través de Internet. Entrala deja claro que conviene pensar cómo optimizar el SEO, la creación de canales sociales y publicidad digital. “Muchos se dan cuenta tarde de que ni tienen una base de datos de sus clientes. La realidad siempre asoma”, destaca.
Ningún experto se aventura a determinar si los cambios en los hábitos de compra serán una tendencia pasajera o han llegado para quedarse. Álvarez matiza que el verdadero problema del ecommerce en España es que hay 47 millones de habitantes, aunque insuficientes tiendas digitales de calidad como para conseguir un incremento total del sector. “Hay mercado y crecerá a raíz de la pandemia, pero faltan proyectos, plataformas y estrategias adecuadas. Cuidado con los establecimientos recién abiertos en la Red que van a tener una curva vertical tanto de crecimiento como de retroceso”, concluye.
Fuente: Elpais.es (15/4/20) Pixabay.com