Cuando un periodista recibe un correo cuyo asunto reza «información de interés mundial», nunca piensa que el contenido vaya a ser, efectivamente, de tal magnitud. Pero si, tras abrirlo (curiosidad obliga), encuentra un documento notarial que da fe de la «adquisición de los fenómenos naturales, elementos químicos, cantidades físicas y magnitudes físicas del Planeta Tierra» por parte de un señor colombiano, sabe que aquí hay una historia, sí, de interés mundial.
Veamos, el señor en cuestión se llama Carlos Manuel Sierra de la Rosa, nació en 1971 en Remolino, un pequeño municipio de apenas 8.000 habitantes en el norte de Colombia, y es licenciado en Matemáticas y Física e ingeniero electromecánico. Trabaja como diseñador industrial y gerente técnico comercial en varias empresas y, el 8 de octubre de 2014 se proclamó «único dueño» de, atención:
«El vapor de agua, las nubes, las lluvias, los rayos, la nieve, la atmósfera, el vacío, el viento, el aire, la fuerza de la gravedad, la energía o magnitud física, el oxígeno, el hidrógeno, el nitrógeno, el dióxido de carbono, el argón, el neón, el helio, el metano, el kriptón, el óxido nitroso, el xenón, el ozono, el dióxido de nitrógeno, el yodo, el monóxido de carbono, el amoníaco, el nitrógeno molecular, el oxígeno atómico, las ondas electromagnéticas, los campos eléctricos, los campos magnéticos, el sonido, la frecuencia eléctrica, la intensidad eléctrica, la presión térmica, la temperatura, el voltaje eléctrico, la energía eólica, la energía termosolar, la energía fotovoltaica, la energía cinética, la energía geotérmica, los campos electromagnéticos, la radiación electromagnética, las señales análogas, etc.».
Sí, ha leído bien, «etc.». Porque Sierra se ha proclamado propietario de tantas cosas que no caben en un folio A4. Primera pregunta, ¿por qué? Aunque parezca egoísta hacerse con lo poco que sigue siendo público en el mundo, la motivación es puramente altruista. «Soy una persona que, a diario, revisa cómo podemos mejorar el mundo para beneficio de la humanidad. Hace 38 meses tomé la decisión de escriturar a mi nombre estos recursos, que se utilizan gratuitamente en los procesos de las empresas y me gustaría que pagaran un porcentaje de sus utilidades para utilizar ese dinero donde ocurran fenómenos naturales que dejan a tantas familias desamparadas», responde, a lo largo de una conversación por e-mail y Whatsapp que se extenderá a lo largo de varios días.
Un alquiler para equilibrar el mundo
Es un concepto complicado ése de ser «dueño de las nubes», pero Sierra lo hace fácil con un símil común: «Es como cuando se compra un vehículo. Tú haces uso de él y, cuando no lo usas, lo puedes arrendar y que sea para beneficio de quien lo va a conducir». Por eso, la idea de este filántropo colombiano es forzar a que las compañías le paguen «un canon de arriendo», algo así como un alquiler por utilizar esos recursos, y destinar esos fondos a los más necesitados. Y aunque tres años más tarde, no ha obtenido respuesta de ninguna de las compañías a las que ha escrito, tiene un plan bien elaborado en su cabeza.
Todo se gestionaría desde Colombia, pero con una vocación global, y el arrendamiento de los recursos se calcularía en función del valor que la empresa da a ese recurso en particular en su producción, a través de un porcentaje de sus ventas mensuales. El plan es, cuando menos, ambicioso, porque su objetivo son las compañías más grandes del mundo: empresas de telecomunicaciones, aerolíneas, generadoras de energía eléctrica, eólica, carboníferas, petroleras y productoras de equipos electrónicos o hardware. Ahí es nada.
¿Y la ley? ¿De verdad se pueden registrar los recursos naturales? «No existen leyes que lo prohíban. Todo lo que existe en el mundo que no tenga dueño se puede escriturar«, explica Sierra. A él, de hecho, no le pusieron ningún problema cuando acudió a la notaría de Barranquilla. «Un día cualquiera, revisé qué cosas no tenían dueño en el mundo, y fue cuando me di cuenta de que el sol, la luna y los planetas tenían dueños [de hecho, la dueña del sol es una vecina de Vigo, María Ángeles Durán, que vende parcelas del astro rey por eBay] y que éstos, de alguna manera, recibían un beneficio económico», relata, «me puse a pensar en qué recursos naturales utilizan las empresas en sus procesos de forma gratuita, e investigué si me podía apropiar de ellos. Fue cuando descubrí que sí podía. Busqué a una amiga que es abogada, y me informó de que no había problema».
«Dueño» de todo por unos cientos de euros
El primer paso fue redactar un documento jurídico, con un coste de 500.000 pesos colombianos (143 euros) en concepto de honorarios del abogado; después, elevó el documento a escritura pública en la notaría, donde pagó 450.000 pesos (129 euros). Resumiendo: Carlos Sierra se proclamó «único dueño» de, básicamente, todo por 272 euros. Una auténtica ganga.
Pero ojo, que no todo es tan sencillo. Tras una consulta con fuentes notariales, acta en mano, la respuesta no se hace esperar: «El documento no tiene validez alguna porque no se trata de una escritura pública, sino de un acta de manifestación». La notaria que nos atiende, al otro lado del teléfono, explica que los notarios no pueden negar la función si lo que manifiesta quien acude al despacho no es ilegal: «Esto se utiliza mucho en política para dar fe de promesas electorales o declaraciones, por ejemplo. Éste es un caso atípico, pero en cualquier caso no tiene ningún valor jurídico, sólo recoge la manifestación de este señor».
En cualquier caso, Sierra ha seguido trabajando en su proyecto los últimos tres años, a razón de tres horas diarias. Su rutina incluye estudiar, detalla en una lista numerada, «1) Qué necesidades prioritarias tienen las personas que sufren desastres naturales; 2) En qué lugares del mundo son más frecuentes estos sucesos; 3) Quiénes podrían formar parte de los equipos de trabajo, expertos en desastres naturales; 4) Cómo convertir esta adquisición en algo real y darla a conocer, para recibir nuevas ideas de las personas de buen corazón; 5) Cómo hacer realidad uno de mis sueños: ser una persona humanitaria a nivel internacional».
De momento, el colombiano busca socio capitalista para sus dos inventos más inmediatos, dos innovaciones tecnológicas que pretende enfocar a ayudar a las familias desamparadas. La primera se llama Portavideobeam, y es una especie de ordenador portátil con un proyector con una batería que le permitiría funcionar en zonas sin corriente eléctrica, y completamente hermético para evitar que lo dañe el agua. La segunda es Alpor, una alarma portátil de seguridad personal. Con una forma similar a la de un mando de garaje, permitiría un contacto inmediato con las autoridades en caso de crisis.
En cualquier caso, y mientras se materializan sus ambiciosos proyectos, lo que queda claro es que Carlos Sierra es un devoto filántropo, con algo de filósofo, también: «La vida es muy corta y debemos ser ejemplo para que, quienes tienen suficiente dinero, sigan con la misma misión».
Fuente: Elmundo.es (26/12/17) Pixabay.com
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