La autopista europea E45, que nace en Noruega y atraviesa Italia de norte a sur, esquiva por escasos kilómetros a la pequeña región italiana de Molise. Es un reflejo del anonimato que atormenta a estas tierras del país transalpino, ubicadas entre los montes Apeninos y el mar Adriático. No sorprende. A lo largo de la historia de la bota itálica, Molise siempre ha vivido bajo un misterioso aislacionismo, que hoy día se traduce en una región despoblada y en la cola del desarrollo italiano. Su caso recuerda al de Teruel no solo por el estigma que carga («Molise no existe» es una sonada burla entre los italianos), sino porque también los molisanos han intentado generar atención sobre sí mismos para evitar un peor destino.
Lo último fue una iniciativa de la administración regional de Molise: la promesa de entregar 8.000 euros al año (por un periodo máximo de tres años) a quienes se muden a uno de los más de cien municipios con menos de 2.000 habitantes que hay en la región. La convocatoria, que caducó en los últimos días de noviembre pasado, también solicitaba el traslado de la residencia en el lugar (para el pago de los impuestos) y la gestión de una actividad comercial ‘in situ’ durante al menos cinco años.
«Sabemos que esto no es la panacea que pondrá fin a todos los males, pero podría ser un pequeño primer paso para dar nueva vida a nuestros pequeños pueblos», explicó entonces Antonio Tedeschi, concejal de la administración de centroderecha de la región. «Es una iniciativa que nació para poner un freno al triste fenómeno de la despoblación», añadió.
Médicos del Ejército en los ambulatorios
Todo tiene un límite, en efecto. En junio pasado, la misma región había lanzado una alerta por la falta de personal en los hospitales públicos, a causa de la migración de médicos de esta región a otros lares, y la falta de recursos para contratar a nuevos. Por ello, la región llegó a sugerir al Estado que enviara médicos del Ejército para poder continuar y garantizar algunos servicios públicos, como llegó a explicar el comisario en la región de Salud, Angelo Giustini.
También han aparecido algunas asociaciones que, en clave irónica, intentan promover la imagen de la pequeña región. «Molisn’t. Yo no creo en la existencia de Molise», con 68.000 seguidores en Facebook, es una de ellas. De momento, sin embargo, ninguna de estas organizaciones ha intentado dar el salto a la política, como en el caso de Teruel.
Han aparecido algunas asociaciones que intentan promover la imagen de la región. Pero ninguna de ellas ha intentado dar el salto a la política
El destierro de Molise no es cosa nueva. Conquistada en el siglo III por los romanos, sus tierras fueron ignoradas primero por estos, y también —cuentan las crónicas— por los pueblos que llegaron después, como los lombardos, los normandos, e incluso los borbones. Y eso mismo continuó también con la unificación de Italia (1861-1970), y también tras su separación de la cercana región de Los Abruzos (1963), que dio vida a Molise como la región más joven y desconocida del país.
Con semejante pasado, el presente no promete un futuro mejor. Su tasa de paro de larga duración es una de las más altas de la UE (69%, según Eurostat) y su PIB per cápita de los más bajos de Italia (19.800 euros al año, según la misma fuente). Esta región es hoy una de las zonas del país donde ni la inmigración extraeuropea es ya suficiente para evitar el desplome poblacional. Tanto así que, de 2017 a 2018, los últimos dos años censados integralmente por el Instituto italiano de Estadísticas (Istat), Molise batió de récord negativo como la región que más habitantes perdió. En concreto: unos 2.000 de los 300.000 que siguen viviendo allí.
La Italia vaciada
El caso de Molise no es único en una Italia cada vez más vaciada. De los 7.954 municipios que hay en Italia, 3.504 (el 44%) son pueblos que tienen menos de 2.000 residentes, según datos de Istat analizados por este diario. Nada desdeñable tampoco es la cifra de los pueblos italianos con menos de 500 habitantes, que son 868, mientras que los de menos de 150 personas suman 137.
Los datos también muestran que el fenómeno afecta menos a las zonas costeras y más a las zonas montañosas de los Apeninos y de los Alpes italianos, y a la isla de Cerdeña. La región de Molise, junto a la de Valle de Aosta (en el extremo noroeste), es donde se concentra la ratio más elevada de pueblos pequeños.
Ni la inmigración extraeuropea es ya suficiente para evitar el desplome poblacional
Otra característica es que la población aún residente en los pequeños pueblos italianos ha ido reduciéndose y envejeciendo. En concreto, las localidades con menos de 2.000 habitantes han pasado de alojar a 3,6 millones de italianos en 1981, a los 3,2 millones que viven allí en la actualidad (el equivalente a 5.3% de la población total de Italia), mientras que la edad media se elevó de 39,5 años a 46,9 años en estas zonas, según datos elaborados por la Unión de Cámaras de Comercio de Italia. Es decir, más que la edad media italiana, que es de 45,2 años.
El problema no es solo el envejecimiento, sino la cada vez más acuciante falta de recursos públicos. Según un informe publicado el pasado mayo, en los centros más pequeños hay una cobertura de los servicios públicos que apenas llega al 17%. Paralelamente, se licencian solo unas 7,1 personas de cada 100 (10,8 es la media nacional) y, en consecuencia, la renta media es más baja (alrededor de 17.000 euros anuales, unos 7.000 euros menos que en los centros con más de 250.000 habitantes).
Y muchos de esos pueblos más terminales han ido desapareciendo, es decir, fueron despojados de su condición de «centros urbanizados», y su territorio fue aglutinado por otros centros más grandes. No son pocos. Aunque no hay cifras precisas, de acuerdo con un informe de UECoop, ya han desaparecido cerca del 25% de los pueblos pequeños que existían en Italia hace 30 años.
Pueblos desaparecidos
Las causas son múltiples. Algunos pueblos llevan años en la soledad y han sido abandonados tras sufrir devastadores desastres naturales (como Lecce nei Marsi, víctima del terremoto de 2009); otros han sido víctimas de eventos de contaminación extrema, desplomes industriales o la construcción de alguna infraestructura (autopistas, por ejemplo) que han transformado la geografía existente.
Muchos también se han sumado al grupo sencillamente por la desbandada hacia las ciudades protagonistas del desarrollismo desde el pasado siglo: las grandes urbes del centro y norte del país —Milán, Bolonia y Florencia a la cabeza—, en una tendencia que se prevé continúe de aquí hasta 2036, según un reciente análisis del centro Cresme.
Ya han desaparecido cerca del 25% de los pueblos pequeños que existían en Italia hace 30 años
Los pequeños pueblos han intentado armarse de ingenio. Así nació, hace hoy una década, la estrategia de las casas a un euro, idea que luego fue copiada y se expandió más allá de las fronteras italianas. Sus creadores improvisaron, aunque no eran unos novatos. El proyecto vio la luz de la mano del crítico de arte Vittorio Sgarbi, conocido en su país por sus ideas heterodoxas y polémicas, y de Oliviero Toscani, el fotógrafo italiano que revolucionó el mundo de la publicidad trabajando para los Benetton.
Casas a un euro…pero se pierde población
La aspiración era mucha, y a Sgarbi y a Toscani se les permitió experimentar porque el pueblo elegido para ser el proyecto piloto era Salemi, una pequeña aldea dentro de Sicilia del que el primero era alcalde y el segundo, concejal. Otros ayuntamientos se dejaron luego cautivar, y hoy se calcula que son unos veinte los pueblos italianos que ofrecen casas por la simbólica cifra. La única condición suele ser que los nuevos propietarios reformen y hagan luego la manutención de los edificios que reciben.
Y sí, la iniciativa ha despertado una gran atención mediática y también ha permitido que algunos edificios puedan tener una segunda oportunidad. Pero no son pocos los que ven todavía lejano el objetivo de ser un verdadero freno para la despoblación. Uno de los peores ejemplos es quizá precisamente el de Salemi, cuyos habitantes han pasado de los 11.200 a de 2008 a los 10.500 de 2018.
Una de las razones, dicen los observadores, está en que muchos de compradores son extranjeros o italianos que han adquirido las derruidas viviendas para convertirlas en sus segundas viviendas (y, por tanto, no viven de forma continuada en estos sitios), mientras que en otros casos las ventas han sido frenadas por problemas burocráticos.
Estas iniciativas funcionan «a corto plazo, porque a los extranjeros les encantan las bellezas de Italia», pero con el pasar del tiempo serán necesarias «infraestructuras, hospitales buenos y cercanos, servicios eficientes, especialmente para jubilados», sostiene Andrea Ungari, profesor de Historia Contemporánea de la Universidad Luiss de Roma.
Incluso la idea de Molise no es pionera. Antes de esta región, ha habido casos en Estados Unidos, Canadá, Suiza y España. En Italia hay al menos otra iniciativa conocida: el del pueblo de Locana, en la norteña región de Piamonte (fronteriza con Suiza y Francia), cuyo alcalde Giovanni Bruno Mattiet, en enero del año pasado, ofreció 9.000 euros a quien decida mudarse a vivir en la localidad, tenga al menos un hijo y un sueldo anual mínimo de 6.000 euros.
Como otros, Mattiet decidió no rendirse y puso en marcha su proyecto. «Nuestros habitantes bajaron de los 7.000 que vivían aquí a comienzos del siglo veinte, a los 1.500 habitantes de ahora», ha explicado. «Nuestra escuela todos los años está a riesgo de cerrar por falta de alumnos. No puedo permitir que pase», añadió en declaraciones a la televisión estadounidense CNN. En el pueblo, por cada 10 nacimientos hay 40 personas que abandonan la zona.
1.000 euros por bebé
En la cercana localidad de Borgomezzavalle, nacida en 2016 de la fusión de dos pueblos que estaban desapareciendo, las cosas no van mucho mejor. Tanto así que, además de ofrecer casas a un euro, el alcalde de este pueblo también ha prometido 1.000 euros por cada nuevo bebé que nazca y 2.000 euros a quien abra una actividad comercial. «Invito a todos a venir y visitar para conocer la tranquilidad de este lugar», ha dicho el desesperado alcalde local, Alberto Preioni, quien también prometió el transporte gratuito para todos los estudiantes.
El Estado central también ha empezado a dar alguna respuesta a estas inquietudes. El año pasado, aprobó un fondo especial de 400.000 millones de euros para la manutención de los pueblos con menos de 20.000 habitantes. Y la última ley de Presupuestos, aprobada en la última semana de diciembre, confirmó unos 50.000 euros por cada ayuntamiento de menos de 5.000 residentes.
Fuente: Eleconomista.es (12/1/20) Pixabay.com