La Comisión Europea ha lanzado este lunes una nueva estrategia de lucha contra los plásticos de un solo uso y que incluye la futura prohibición de pajitas o cubiertos de plástico y obligaciones más estrictas para los productores. Las medidas —que tendrán que ser aceptadas ahora por el Europarlamento y los Gobiernos de la UE— intentan atajar uno de los grandes problemas de contaminación generados por el hombre. En estos momentos, solo un 30% de los residuos de plástico de Europa se recogen para ser reciclados. Y buena parte del 70% restante acaba en el mar.
Hay batallas que se libran aunque estén perdidas de antemano. Cada cierto tiempo una noticia habla de cientos de kilos o toneladas de plásticos retirados por un grupo de voluntarios en una playa. En Almuñécar. En La Graciosa. En Cartagena. En Pontevedra. Son solo algunos de los casos del último año en las costas españolas. Es un trabajo desagradecido. Unas semanas o meses después, el mar vuelve a escupir plástico con igual o mayor intensidad. Y de nuevo voluntarios enguantados regresan a la arena para apartar una ínfima parte de lo que flota en los océanos.
Cada año se estima que acaban en los mares ocho millones de toneladas de plásticos. Bruselas quiere atajar el problema acudiendo a su raíz, a través de un plan que contempla prohibir la venta de ciertos productos plásticos desechables. Una ambiciosa propuesta que implicaría la desaparición de las estanterías de pajitas, platos y cubiertos de plástico para ser reemplazados por sus equivalentes fabricados con materiales sostenibles.
Para que la idea se materialice debe lograr primero el respaldo de la Eurocámara y los Estados miembros, un apoyo que Bruselas confía en obtener antes de las elecciones europeas de mayo de 2019. La Comisión ya ha conseguido que en los 28 aprueben normas para reducir el uso de bolsas de plástico de un solo uso —en España, por ejemplo, dejarán de ser gratuitas a partir de julio en todos los comercios—, pero ahora da un paso de más calado con esta propuesta.
La salida de los supermercados de los productos de plástico de un solo uso tendrá un impacto económico para las empresas fabricantes, pero la Comisión estima que sus beneficios para el medio ambiente o el turismo justifican ampliamente las nuevas restricciones. «Los desechos plásticos terminan en nuestro aire, nuestro suelo, nuestros océanos y en nuestros alimentos», ha alertado este lunes el vicepresidente Frans Timmermans. La presencia de una botella de agua de plástico desde el atril en el que se explicaba ayer ante los periodistas llamó su atención. «Es una muestra de que en la Comisión también nos queda mucho por hacer», ha comentado durante su intervención.
Bruselas no puede alegar desconocimiento del problema de la contaminación por plástico. El Centro Común de Investigación de la Comisión —conocido por las siglas JRC— realizó en 2016 un completo análisis de las basuras que acumulan las playas europeas. Y la conclusión fue que el 84% de los residuos encontrados eran plásticos. Además, se daban detalles concretos del tipo de plásticos localizados, que ha servido a la Comisión para elaborar un top 10 de las basuras más presentes en las playas con medidas para reducir su uso.
Entre las propuestas lanzadas este lunes se plantea también la prohibición de los bastoncillos de algodón —excepto aquellos que se utilicen por motivos médicos—, los palitos para remover bebidas y los palos para sujetar los globos. Eso no supone que tengan que dejar de existir, pero sí que los fabricantes deberán optar por otros materiales menos dañinos para el medio ambiente. El plástico puede tardar varios siglos en descomponerse, alrededor del 70% de los residuos plásticos acaban depositados en los fondos marinos. Y lo llegan a ingerir tortugas, focas, ballenas, aves y también peces que luego pasan a la cadena alimentaria, con consecuencias para la salud humana.
La propuesta es menos restrictiva para otros productos plásticos de un solo uso, pero también incluye nuevas obligaciones para los fabricantes de envases de comida, vasos, botellas, bolsas, envoltorios de caramelos, colillas de cigarrillo, toallitas húmedas y globos. Todos ellos deberán sufragar una parte de los gastos de la limpieza de los desechos, promover su reciclaje en los casos que sea posible y participar en campañas de concienciación. En el caso de los envases para alimentos, solo estarán permitidos si el diseño permite que las tapas y tapones sigan fijados al recipiente.
Bruselas también establece que el 90% de las botellas de plástico se deberán reciclar en 2025. En España la tasa de reciclaje de los envases domésticos es ahora del 77%, según los datos de Ecoembes, la entidad encargada de la recogida y tratamiento de estas botellas en España. Coca-Cola, por ejemplo, ha recordado este lunes que su objetivo para 2025 es llegar al 100% de recogida de sus envases para el reciclaje. Y ha anunciado un plan de limpieza de playas y costas —en colaboración con un centenar de entidades— para los próximos ocho años. Este año esperan retirar 250 toneladas de residuos.
Etiquetado de las toallitas
Entre las medidas que propone la Comisión está también un cambio en el etiquetado de las toallitas húmedas, que están causando problemas en los sistemas de alcantarillado de medio mundo. Al estar fabricadas con fibras sintéticas, su eliminación a través del inodoro causa importantes atascos. Bruselas propone que este tipo de productos —también las compresas higiénicas y los globos— deban “llevar una etiqueta clara y normalizada que informe sobre el modo de eliminación de los residuos, su impacto ambiental negativo y la presencia de plásticos en ellos”. Este cambio en el etiquetado es una medida reclamada por varios Estados a la Comisión, entre ellos, España, que a mediados de mes remitió un escrito alertando del daño medioambiental de las toallitas húmedas.
Fuente: Elpais.es (28/5/18) Pixabay.com