El bitcoin ha despertado la codicia de todos los interesados por el mundo financiero. Este mismo jueves se pagaban 37.800 dólares (más de 30.800 euros), el precio más alto de su historia, por esta criptomoneda pionera cuyo valor de mercado supera los 600.000 millones de dólares y que comenzó 2020 cotizando en 7.184 dólares. Por ello, el bitcoin —comparado con la capitalización de las mayores empresas del mundo— ocuparía el noveno puesto, al lado de Tesla, Alibaba o Tencent y por encima del gigante financiero Berkshire, del famoso inversor Warren Buffet. No hay ningún banco en el mundo que valga tanto como la criptomoneda más famosa creada en 2008 por un grupo de informáticos bajo el seudónimo de Satoshi Nakamoto.
En el bitcoin se mezcla el concepto de moneda con la primera aplicación a gran escala de la tecnología de cadena de bloques (blockchain). Una red descentralizada que funciona sin un órgano de gobierno, como pudiera ser un banco central, y que se ofrecía como alternativa a las monedas tradicionales en principio para facilitar pagos seguros y al margen de los canales tradicionales.
En el protocolo que hicieron los fundadores sobre esta criptomoneda se establece que solo se pueden crear 21 millones de bitcoins con un horizonte temporal hasta el año 2140. Esta limitación es, según Javier Molina, analista del broker eToro, una de las claves de la subida meteórica que ha experimentado la criptomoneda en los mercados durante 2020 y en los primeros compases del recién estrenado 2021. “Hasta ahora se han lanzado 18,6 millones de bitcoins y desde su creación se han perdido unos tres millones, con un horizonte de emisión máxima de 21 millones. A diferencia de los bancos centrales con sus políticas monetarias expansivas para atajar la crisis económica y que pueden emitir lo que quieren, en el bitcoin la cifra ya está cerrada: es un bien escaso”.
Y esto se aprecia en los mercados, donde cada día menos inversores están dispuestos a vender esta criptomoneda y optan por mantenerla en su ordenador, en un simple pendrive. Una falta de liquidez que explica una de las características del bitcoin desde su creación: su elevada volatilidad. Aunque estos últimos meses se haya comportado como un cohete, son frecuentes las fuertes caídas y las alzas estratosféricas en su corta historia. En la pasada fiebre del bitcoin llegó a cotizar a 13.860 dólares a finales de 2017, aunque terminó el año 2018 a 3.689 dólares. En general, su volatilidad triplica a la de los índices de las Bolsas estadounidenses. Hay, por tanto, mucho riesgo de ganar y también de perder. Es una inversión solo apta para los que conozcan el producto y, además, como indican los expertos, a la que destinar una parte de la cartera que no supere el 5% del total.
En el complejo 2020 para los mercados financieros, el bitcoin también ofreció una característica singular, como indica el profesor del Instituto de Estudios Bursátiles, Daniel Díez: “El bitcoin podría ser el activo definitivo para protegernos en el escenario de un cisne negro [suceso imprevisto] como el que ha supuesto la llegada de la covid-19, al mantener una descorrelación con los principales índices bursátiles protegiendo a quienes disponían de los mismos en su cartera, y es esta una circunstancia que ha atraído más atención que nunca”, explica.
Ventajas
Y en esta idea abunda Javier Molina, para quien el bitcoin es el nuevo oro de los millennials. “No funciona como moneda de pago, al igual que le ocurre al oro y, además, como el metal precioso, es escaso. Pero tiene ventajas para las nuevas generaciones frente al oro, ya que la criptomoneda no debe estar depositada en ningún sitio y la puedes tener en tu ordenador. Así, el bitcoin hace ahora mismo más un papel de reserva de valor como el oro, especialmente atractivo para las personas más jóvenes. Creo que el bitcoin es un oro 2.0”, concluye.
La inversión en bitcoins en años anteriores tenía a los pequeños inversores como sus grandes aliados, pero su capitalización ha empezado a atraer a inversores instituciones que no quieren perderse la fiesta. Dow Jones ya prepara índices sobre la criptomoneda y el consejero delegado de BlackRock, Larry Fink, apuntaba el pasado mes de diciembre que el bitcoin empezaba a captar su atención y que podría convertirse en un mercado global en el que asumiera parte del papel desempeñado hasta entonces por el oro.
Diego Morín, analista del broker IG Markets, explica las fuertes fluctuaciones de la criptodivisa “por el posicionamiento de los inversores institucionales, entre ellos, los bancos de inversión que ven factible la conquista de los 50.000 dólares en los próximos dos meses”.
Pero no solo muestran interés las empresas financieras. “Ha emergido asimismo una tendencia iniciada por la firma de software MicroStrategy en el reemplazo de la tesorería de grandes multinacionales de dólares por bitcoins. Esto es algo que podrían repetir un elevado número de grandes empresas al existir ya la liquidez suficiente como para que tal tipo de operaciones se hagan realidad. Esto tendría un gran impacto al alza en la cotización del bitcoin”, explica el profesor Daniel Díez. Mode Global Holdings, Mass Mutual, Stone Ridgeo Ruffer Investment también están invirtiendo parte de su tesorería en bitcoins.
Las previsiones son muy halagüeñas en cuanto a la evolución de su precio. Raúl López, responsable en España de Coinmotion, comenta que cuanto menor sea la cantidad de bitcoins creados (escasez), mayor será su precio en el mercado. Analistas consultados por Bloomberg apuntan a que podría alcanzar los 50.000 dólares. En este sentido, destaca la previsión de Citibank, que coloca el valor de esta criptomoneda en 318.000 dólares en diciembre de 2021.
Fe, lotería y ecos de Ponzi
La principal criptodivisa en el mundo tiene también sus detractores. Destaca el profesor brasileño, Jorge Stolfi, que en un reciente artículo volvía a describir el bitcoin como un esquema de inversión piramidal o Ponzi. Para Stolfi, la criptodivisa mantiene las cinco características básicas de un sistema de estafa piramidal: 1. Las personas invierten en él porque esperan buenas ganancias. 2. Esa expectativa se sustenta en que tales ganancias se paguen a quienes opten por cobrar. 3. Sin embargo, no existe una fuente externa de ingresos para esos pagos. 4. Los beneficios provienen enteramente de nuevos fondos. 5. Los operadores se llevan una gran parte de este dinero. Y apunta en su artículo que “invertir en bitcoin verifica todos estos elementos. Los inversores son todos aquellos que han comprado o comprarán bitcoins; invierten comprando bitcoins y cobran vendiéndolos. Los operadores son los mineros, que sacan dinero del esquema cuando venden sus monedas extraídas a los inversores. Las características 3, 4 y 5 implican que invertir en bitcoins es como invertir en billetes de lotería, es un juego de suma muy negativa”.
Fuente: elpais.com (8/1/21) Pixabay.com