Popi Panteli es griega, tiene 53 años y está jubilada. Perdió su trabajo como administrativa en un diario de tirada nacional a finales de 2013. Fue en uno de los «días de la carnicería», a final de mes, cuando las grandes empresas ejecutan despidos periódicos por la prohibición de acabar con más del 5% de los empleos cada 30 días.
Buscó trabajo por unos meses, pero la suerte le fue esquiva. No es fácil lograr la confianza de los jefes de recursos humanos a su edad y menos en un país con una tasa de desempleo del 25,6%. Tampoco tenía el apoyo de su marido. El estrés causado por la crisis económica se llevó por delante su matrimonio, como tantos otros en Grecia.
Necesitaba sustentar a su hijo de 13 años y sólo vio una posibilidad: solicitar la jubilación anticipada, posible en Grecia para madres separadas de más de 50 años con vástagos menores de edad a su cargo. «Cobro 480 euros. No podré tener mi pensión completa, de unos 1.000 euros, hasta dentro de cinco años, porque no he trabajado los 35 años pertinentes», explica Popi a EL MUNDO.
Su caso es paradigmático en la Grecia actual. Su familia entra dentro del 52% de los hogares helenos que cuenta con las pensiones como principal fuente de ingreso: «Hemos tenido cinco años de austeridad y la sociedad se ha empobrecido gradualmente. La clase media ha sido destruida», reflexiona. Son las mismas razones esgrimidas por el primer ministro, Alexis Tsipras, para negarse a recortar los subsidios.
El mayor gasto de Europa
La Troika reclama un ahorro de 1.800 millones de euros en pensiones. Supondría un 1% del PIB. También que no sean subsidiadas por el Estado. Arrastran un déficit equivalente al 9% del PIB.
El gasto en esas pagas supone el 15,7% de la economía del país, según un informe del portal heleno Macropolis elaborado a partir de datos oficiales. Es la más elevada de Europa, aunque hay que tener en cuenta que Grecia ha perdido un cuarto de su economía durante la crisis. España gasta un 11,8% de su PIB, por ejemplo, en retribuir esos subsidios.
Tsipras se ha negado, sin embargo, a reducir las pensiones más bajas. Se trata posiblemente de su única línea roja firme. Atenas argumenta que el 44,8% de los pensionistas helenos ya reciben pagas por debajo del nivel de la pobreza, definida para Grecia en 665 euros según Eurostat. La pensión media es de 664,9 euros.
No parece posible que el ‘premier’ se baje de ese caballo al no haberlo hecho tampoco su predecesor, el conservador Antonis Samaras. Los pagos ya han sido recortados, algunos por un tercio. Las pensiones del sector privado han llegado a caer hasta un 44,2% entre 2010 y 2013 y las del sector público hasta un 48%, según el gobierno.
Reformar el sistema
Sí parece estar dispuesto a reformar el sistema, visto como insostenible por buena parte de su propio Gobierno. Ya ha propuesto algunas medidas, vistas como insuficientes por sus acreedores, pero las ampliará en la cumbre de hoy. Planea reducir las pensiones complementarias más elevadas de algunos funcionarios -168 euros de media- y abolir las jubilaciones anticipadas a partir de 2016, según los medios helenos.
Esa reforma dejaría sin pensión a griegos con planes de jubilarse anticipadamente como hizo Popi. Es una de las grandes exigencias de los acreedores. Los hombres se jubilan a los 63 años, de media, y las mujeres a los 59, según datos gubernamentales. «Si la Troika recorta las pensiones no sé cómo voy a continuar. Me estoy manteniendo a través de redes de solidaridad. Los griegos hoy vivimos el presente, ese es el gran cambio», comenta.
Popi colabora en una comunidad que recoge alimentos de los supermercados y ropa donada para repartirlo entre los necesitados del suburbio ateniense de Neos Kosmos. Le ayudan a mejorar la educación de su hijo, con clases de inglés. La situación fue distinta con su primera hija, de 32 años, que vive en Holanda. A ella sí pudo dárselo todo.
No cree haber tenido más elección que la jubilación anticipada: «Prefiero trabajar. Solicité la pensión es porque no hay empleo», comenta. Los 480 euros no dan más que para sobrevivir: «No puedo ir al cine, si tengo un libro nuevo es prestado. No disfruto de más entretenimiento, no tengo coche ni vacaciones».
Recortes
La pensión de Syssy Vovou, una ex operadora de ordenadores de 66 años, está entre el 20% de los pagos más elevados. También ha sido recortada. Cobra 1.050 euros en 12 pagas cuando en 2010 cobraba 1.350 euros en 14 pagas. No cree que deban volver a recortarse: «Ya nos cobran 100 euros de impuestos cada mes y tenemos deudas contraídas contando con la anterior pensión, como la hipoteca de mi casa, que me costaría pagar si la paga se reduce más».
Su pensión está catalogada entre las medias-altas. Tampoco cree que deban recortarse las más onerosas: «Quienes más cobran han pagado mucho de su salario a los fondos de seguros y perderían ese dinero».
Yorgos Moraitis, de 85 años, está en ese grupo. Trabajó 10 años como conductor de autobuses y 30 en la empresa de electricidad pública. Cobraba 2.420 euros de pensión antes de la crisis. La paga se le ha quedado ahora en 1250 euros.
Con ese dinero ayuda económicamente a su hermana, quien tiene tres nietos en paro que sustentar y no le da con los 670 euros de su pensión: «Si recortan las pensiones más bajas será la muerte para los griegos. Estoy categóricamente en contra de cualquier nuevo recorte de las pensiones», esgrime. Es, además, uno de los afectados por la quita a los pequeños tenedores de bonos helenos. Perdió el 53% de sus ahorros. La crisis en Grecia es un drama para la mayoría de los helenos.
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