Casos como la operación emperador han puesto encima de la mesa el fraude relacionado con la importación de productos chinos. El engaño tributario se inicia con la llegada de la mercancía y concluye con la salida de los beneficios logrados en España bajo una apariencia legal.
Que los chinos cuentan con privilegios para no pagar impuestos es un bulo recurrente que corre por internet. Sin embargo, cualquier residente fiscal en España tributa bajo las mismas leyes, haya nacido en Almendralejo, en Kuala Lumpur o en Pekín. Actualmente, hay 170.782 contribuyentes chinos y según datos a los que ha tenido acceso CincoDías, desde 2008, la colonia china ha sido objeto de 1.109 expedientes y de 474 actas de inspección que han revelado una cuota defraudada de 12,5 millones. Estas cifras incluyen solo las actuaciones de control tributario y no contemplan los casos más complejos descubiertos.
La operación emperador, que desarticuló en octubre una red criminal de blanqueo de capitales, puso encima de la mesa las fórmulas que utilizan estas tramas que acumulan un volumen inmenso de dinero en efectivo para eludir a la Agencia Tributaria.
El fraude, en muchas ocasiones, se inicia ya con la entrada de los productos asiáticos. La trama -ver el primer gráfico- consiste en crear dos realidades paralelas hasta que los productos importados de China llegan al comprador final. A la entrada de la mercancía en España, aparece un intermediario que recibe los bienes y se ocupa de entregar la documentación falsa a la aduana. En esos documentos, suele figurar un volumen menor de los productos importados y a un precio inferior al real. Superado el trámite aduanero, la carga llega al comerciante minorista que, por otra vía, recibe la documentación real de los bienes que ha importado de China (albarán, factura y relación del contenido).
Estos productos suelen venderse en los llamados todo a cien regentados mayoritariamente por miembros de la colonia china. Fuentes de Hacienda indican que en los fraudes descubiertos, «las facturas exhibidas en Aduanas apenas suponían el 20% del precio real satisfecho en origen». Ello permite sortear el pago de impuestos y vender los productos a precios muy por debajo de la competencia. En algunos de los casos investigados, el fraude generado superaba el 60% de las ventas totales.
La Agencia Tributaria cuenta con modernos y gigantescos escáneres en un buen número de puertos que permiten controlar con rayos X la mercancía. Si bien los contenedores de productos textiles o de bienes que se venden en los todo a cien procedentes de Asia reciben un especial control, resulta simplemente imposible inspeccionarlos todos. En caso contrario, se paralizaría el comercio en los puertos españoles.
La lista de productos que llega de Asia es variada, aunque Hacienda señala que entre 2006 y 2009, se detectó un importante volumen de fraude en el sector del calzado. En los casos descubiertos, las transferencias a los proveedores chinos se realizaba a través de una red organizada de personas y sociedades. Estos intermediarios, que servían para trazar un maraña de facturas que dificultaba conocer el origen y destino final de los pagos, cobraban una comisión entre el 0,8% y el 1%.
Los productos que entran en España de forma ilegal y sin declarar, pueden distribuirse por la economía sumergida y, por lo tanto, las compraventas siempre se realizarán en dinero en efectivo. Si el destino es la economía legal, Hacienda indica que la organización «enmascarará» las operaciones con facturas falsas.
Uno de los mayores problemas que se encuentran las organizaciones que importan, distribuyen y venden productos procedentes de China de forma ilegal es dar salida al inmenso volumen de dinero en efectivo que reúnen. La operación emperador desveló diversos métodos para blanquear dinero. Uno de ellos, es la utilización de ciudadanos españoles con dinero en paraísos fiscales. Estos contribuyentes realizaban una transferencia desde sus cuentas en territorios opacos con destino a China. A cambio, recibían el importe transferido en efectivo. En un momento en que la falta de liquidez domina la economía y que resulta muy arriesgado repatriar el capital ubicado en paraísos fiscales, la trama china ofrecía una oportunidad para acceder a dinero en metálico sin dejar un rastro fácil de detectar por la Agencia Tributaria.
Otra fórmula clásica de blanqueo es a través de las facturas falsas (ver el segundo gráfico). Un negocio que acumula un gran volumen de dinero negro y en efectivo en España realiza la siguiente operación para blanquearlo: emite facturas falsas para otras compañías que aceptan colaborar en el blanqueo. Todos ganan. La empresas auxiliares, que reciben el dinero en efectivo, abonan a través de una transferencia las facturas falsas. Así elevan de forma ficticia sus gastos y pagar menos impuestos. La compañía que ha iniciado el proceso también sale beneficiada. Se saca de encima el dinero negro en efectivo y recibe el mismo importe (más una comisión) a través de una transferencia. Ello facilita sacar el capital de España con destino a China bajo una apariencia legal.
Fuente: Cincodias.com (7/12/12)
Otras fuentes: Leyenda urbana: los chinos no pagan impuestos en España
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