Una vez esquivada in extremis la recesión técnica, Alemania se dispone a enfrentarse a un problema de empleo recurrente pero agravado en los últimos meses. La falta de trabajadores, estimada en 1,4 millones de puestos sin cubrir, ha empujado al país europeo a lanzarse a una búsqueda desesperada de mano de obra ante los temores de una fuga de empresas. Y, para ello, se ha propuesto convertirse en un «país de inmigración«.
Así lo aseguró el ministro de Finanzas teutón, Olaf Scholz, después de una reunión clave entre el gobierno de Angela Merkel, la patronal y los sindicatos para sentar las líneas básicas de un plan de empleo que se verá cimentado por la nueva Ley de Inmigración Para Trabajadores Cualificados que entrará en vigor en marzo. El nuevo texto promete mayores facilidades para la entrada en Alemania de mano de obra preparada que actualmente el mercado nacional y europeo (actualmente hay 2,5 millones de trabajadores comunitarios en territorio germano) no proporciona.
El Gobierno alemán asegura que los campos que más trabajadores cualificados necesitan son el de la artesanía, el sector de los cuidados y el técnico. Una encuesta de la Asociación de las Cámaras de Comercio e Industria nacional (DIHK) asegura que más del 50% de las empresas destacan la falta de esta categoría de trabajadores como su mayor riesgo problema.
Un panorama que causa preocupación en Alemania, tal y como ha reconocido la propia canciller. Antes de la reunión con sindicatos y patronal, Angela Merkel admitía que, en caso de no encontrar soluciones, «las empresas tendrán que migrar y es lo último que queremos». El ministro de Economía, Peter Altmaier iba en la misma línea, asegurando que «la necesidad de trabajadores calificados es uno de los mayores desafíos para nuestra ubicación comercial». Algo que pretende ir de la mano con el fomento del «potencial del trabajo doméstico», al que se destinarán medidas conciliación y de equiparación salarial para las mujeres.
Sin embargo, la nueva ley de inmigración es la que se ha llevado todos los focos porque va encaminada directamente a la obtención de esa mano de obra cualificada. Una normativa ya aprobada por el Bundestag que aliviará ciertos requisitos para la entrada de profesionales en el mercado, ampliará los supuestos en los que éstos pueden optar a los empleos y permitirá a los inmigrantes la entrada al país con una visa especial de seis meses para buscar empleo, entre los aspectos más reseñables.
La evolución de los puestos de trabajo vacante es clara en Alemania: desde principios de 2018 a la actualidad ha subido de 1,18 a 1,4 millones de personas. Este aumento, precisamente, ha tenido lugar en un contexto de mínimos en cuanto al desempleo, que el año pasado llegó a tener una tasa del 3,5%. El dato más reciente, de noviembre, es del 4,8% tras una bajada de 16.000 personas contra todo pronóstico.
Destatis, el órgano de estadística alemán, da otra pista (pinche aquí) que ayuda a ilustrar el cuadro de la falta de trabajadores en el país: la reducción de la inmigración, expresada en la bajada de la inmigración neta (inmigrantes menos emigrantes), que en tres años ha bajado en más de 700.000 personas, de 1,1 millones a los 400.000 actuales. Una circunstancia que ha creado un problema que adelantaba hace un año el banco suizo UBS: si la entrada neta de inmigrantes bajaba del medio millón (y ahora se cumple), «el crecimiento a largo plazo se moderará».
Fuente: Eleconomista.es (19/12/19) Pixabay.com