Airbus, ante la desescalada: un avión filtra el 99% de virus y no hay que eliminar plazas

Airbus quiere que se oiga su voz en medio de la configuración de protocolos que, en todo el mundo, permitan ir recuperando el transporte aéreo con el coronavirus aún presente en nuestras vidas. Con 17.000 aviones en tierra de manera forzosa —dos tercios de la flota mundial— y las aerolíneas siendo rescatadas por los gobiernos en Europa y el resto del planeta, el constructor mundial proclama con un puñado de ideas clave por qué la cabina de una aeronave es «uno de los lugares más seguros del mundo» en este momento.

Lo dijo así el CEO del grupo, Guillaume Faury, hace una semana al presentar los resultados del primer trimestre, y con datos más concretos lo ha ratificado hoy Jean-Brice Dumont, director de Ingeniería de Airbus, en un encuentro telefónico con medios de comunicación españoles. «La cabina no es un lugar de propagación de virus o microbios. El sistema de ventilación renueva el aire cada dos o tres minutos, y los filtros que utiliza son capaces de retener el 99,997% de las partículas del tamaño que tiene el coronavirus. Además, el aire del sistema de ventilación fluye de arriba abajo de cada pasajero, por lo que no se está intercambiando el aire entre ellos», resume.

Airbus está trabajando en cuatro frentes. El de las administraciones públicas de Sanidad y Transporte, que emitirán recomendaciones para la vuelta de los vuelos; el de los aeropuertos y aerolíneas; el de la propia fabricación de aviones, y el de las comunicaciones con los pasajeros. «Hemos recibido un centenar de propuestas de nuestro propio personal y hay 800 ingenieros involucrados en cómo adaptar nuestras operaciones a esta coyuntura», ha detallado. ¿Cuáles son entonces las recomendaciones que Airbus está haciendo a sus aerolíneas clientes?

Primero, que los sistemas de ventilación estén operativos antes de que los pasajeros entren en la aeronave. También que se desarrollen protocolos de limpieza estrictos de la cabina entre un vuelo y el siguiente. También facilitar elementos de desinfección a los pasajeros para limpiar adicionalmente sus asientos, sus apoyabrazos y bandejas. «Por supuesto, llevar mascarillas de manera obligatoria en clientes y tripulantes, además de recordar la práctica de toser contra nuestro codo. Todos estos elementos convierten un avión en un lugar seguro. Como ingeniero, quiero añadir que por su diseño y construcción, que cuida de la seguridad y la salud de los pasajeros, el avión es el espacio más seguro que conozco», sintetiza Dumont.

Sin eliminar plazas y sin pantallas

Un documento distribuido ayer martes por Iata, la patronal global de líneas aéreas, recopila que en dos vuelos en el primer trimestre de este año entre China, EEUU y Canadá, se localizaron 13 pasajeros con síntomas del coronavirus. Al seguir el rastro del resto de pasajeros posteriormente, no se detectó transmisión a ninguno de ellos. Iata siguió la pista a otros 1.100 pasajeros que desarrollaron covid-19 tras haber volado y no detectó ninguna transmisión secundaria a los casi 100.000 pasajeros que compartieron esos mismos vuelos o aviones con esos contagiados —solo se registraron dos casos de contagio entre tripulantes—.

En la práctica, Dumont cree «un sinsentido» eliminar la plaza central en filas de tres asientos dentro del avión para mantener la distancia de seguridad como en otros lugares. «Cada medio de transporte tiene que adoptar medidas de protección diferenciadas. No es lo mismo sentarse en un espacio cerrado, donde el aire apenas circula, que en la cabina de un avión», remacha. También se muestra escéptico respecto de la instalación de pantallas de metacrilato u otro material entre asientos, o incluso cambiar de sentido el asiento central. «Generaría posibles problemas en caso de evacuación y, en cualquier caso, lo consideramos como una posible medida adicional a medio plazo».

Comparar con otros medios de transporte supone un terreno resbaladizo para el directivo de Airbus, que prefiere ser cauto. Reconoce, no obstante, que es chocante para un cliente coger un metro o autobús, con medidas de separación entre viajeros o incluso limitaciones de número de usuarios, para ir a un aeropuerto donde los aviones siguen llenándose como antes. «No tengo los datos, pero mi experiencia de viajes a Asia durante otras pandemias como el SARS me indica que los viajeros siempre llevan mascarilla en cualquier medio de transporte excepto en un avión. Sé que es un elemento no técnico, pero ahí está».

En ese mismo escenario a medio plazo, Dumont apuesta por estudiar el uso del cobre, por ejemplo, en elementos como los apoyabrazos. «Quizá le daría el aspecto de un avión del siglo XIX, por lo que habría que buscar aleaciones que lo incluyan. Pero sus cualidades antivíricas lo hacen muy apropiado», señala.

Hay que lograr un set mundial de recomendaciones, los ejemplos de China y Oriente Medio son muy valiosos

Junto a todo ello, el jefe de Ingeniería del grupo recomienda especialmente mirar aquellos países donde los vuelos han seguido funcionando aunque con menor vigor, o donde el sector está retomando o a punto de retomar su actividad. Oriente Medio, en el primer caso, o China y el resto de Asia, en el segundo. «Tenemos que conseguir un acuerdo mundial sobre un set de recomendaciones mínimas sobre las que luego cada país o área pueda añadir las suyas propias. En Oriente Medio, han llevado a cabo un control exhaustivo de los viajeros que llegan a los aeropuertos con controles de temperatura, entre otros. Y el documento elaborado por el regulador de aviación de China es superpreciso, muy descriptivo y prescriptivo. Es una buena fuente de inspiración para el resto del mundo», asegura.

Las recomendaciones de la patronal global de líneas aéreas Iata van alineadas con Airbus en cuanto al uso obligatorio de mascarillas por parte de los pasajeros y la tripulación de la aeronave. También desaconseja medidas de distanciamiento físico que conlleven la eliminación del asiento intermedio en las filas de plazas. Si la capacidad máxima se reduce al 62%, está por debajo del 77% de umbral promedio de ocupación que necesita un vuelo para ser rentable. Poner menos plazas a la venta elevaría sus precios, defienden las empresas.

También recomienda Iata hacer mediciones de temperatura a pasajeros, tripulantes y trabajadores aeroportuarios, embarques y desembarques que minimicen el contacto entre pasajeros, limitación de movimientos dentro de la cabina durante el vuelo o simplificar los procedimientos de ‘catering’ para minimizar el contacto de tripulación y clientes.

Fuente: Elconfidencial.com (6/5/20) Pixabay.com

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