Hace unos días, el usuario Alex Mostovoi escribía en Twitter este mensaje: «Ha aparecido esto en mi portal. Orange propone colocar una antena a cambio de 6.000€ + IVA anuales». Su tuit tenía como objetivo convencer a sus vecinos para que aceptasen la antena y dejasen de lado los temores infundados de que esta estructura pueda afectar a su salud. El anuncio, sin embargo, despertó otras dudas sobre el desconocido negocio de las antenas de telefonía: ¿cómo funcionan estos contratos? ¿Cómo eligen las compañías uno u otro bloque para colocar la antena?
Estamos acostumbrados a ver en las azoteas de nuestras ciudades antenas, carteles y otro tipo de estructuras que adornan el ‘skyline’ del lugar, pero pocas veces nos preguntamos cómo llegaron allí. En bastantes casos, hay un gran negocio detrás. Un buenejemplo de ello son las antenas móviles de las operadoras. Estas compañías pagan miles de euros al año a los propietarios de los inmuebles donde colocan sus dispositivos. Casi siempre lo hacen sin levantar mucho la voz.Despliegue técnico en el Valle de los Caídos por temor a colapsos y sabotajes de la redMANUEL ÁNGEL MÉNDEZEl Ejecutivo ha encargado a Telefónica la misión de asegurar que haya cobertura en el Valle de los Caídos durante la exhumación de Franco y, sobre todo, que no haya fallos ni sabotajes
«Mensajes como el de Twitter demuestran la ignorancia que hay sobre este asunto. Es un tema muy oscuro«, explica a Teknautas Alfonso Ramírez Ortiz, gerente de Civic Consultores, una pequeña empresa sevillana que se dedica a aconsejar a dueños de terrenos e inmuebles en la instalación de antenas de telefonía móvil. Según este experto, las operadoras se aprovechan de este desconocimiento para conseguir mantener precios bajos en el alquiler y, de paso, poder colar todo tipo de condiciones abusivas negociando directamente con los propietarios. «¿Tú sabes lo que vale una antena? Seguramente ni tú ni la mayoría de la gente lo sepa, y de eso se aprovechan. Nuestra idea es ayudar a la gente que nos llame a conseguir el beneficio que le corresponde por la instalación», apunta Ramírez.
Ha aparecido esto en mi portal. Orange propone colocar una antena a cambio de 6000€ + IVA anuales. Me consta que otras veces mis vecinos lo han rechazado por miedos infundados por la magufada. ¿Cómo me recomendáis que les explique científicamente que cojan el dinero?
Lo cierto es que el caso de Mostovoi no es el primero ni el único que se encuentra por la red. En foros especializados y otros generalistas como Forocoches o GSM, las consultas de los usuarios para saber más sobre la instalación de este tipo de estructuras son continuas. Las preguntas sobre el precio que puede llegar a cobrar un propietario por la antena o sobre el supuesto ‘peligro’ de estas para la salud aparecen repetidas cientos de veces. Incluso hay quien pregunta sobre cómo puede ofrecer su espacio para la instalación de una antena. «La cosa es que tres o cuatro empresas se reparten la mayoría del negocio, alquilan por un precio y por periodos largos y luego el propietario no vuelve a saber nada más», asegura el consultor sevillano.
Esto último es clave. La mayoría de estas compañías subarrendan la torre o llevan a cabo otro tipo de operaciones para sacarle mayores beneficios de los que trasladan a los propietarios del inmueble. «Al no tratar con especialistas, el propietario cede el espacio por el tiempo negociado, le pagan por él y se olvida de todo lo demás. Él no sabe que se hacen estas cosas y que puede impugnar el contrato para cobrar más por el espacio o romper el contrato».
Entonces, ¿hay pautas y reglas claras sobre cómo y dónde se ponen las antenas? La respuesta es que sí: aunque hay ciertas sombras sobre los procesos, hay varios puntos clave que siguen todos los operadores para colocar sus antenas. Y, además, el proceso es bastante similar en casi todos los casos.
Cómo es el proceso hasta colocar la antena
Consultados desde Teknautas y a falta de la respuesta de Orange a la petición de este periódico, tanto Movistar como Vodafone explican que la colocación de estas antenas es algo de lo más habitual y que se hace cada vez que detectan un hueco de cobertura (zonas de nueva construcción, peticiones de clientes localizadas geográficamente, la propia extensión de la red por extensión o densificación…). En ese momento, contactan con intermediarios como gestores de infraestructuras (Telefónica, por ejemplo, tiene la mayoría de sus torres gestionadas por su filial Telxius) o agentes inmobiliarios, o directamente hablan con los propietarios del espacio más idóneo de la zona y hacen la oferta. Aseguran que la cantidad a pagar no se puede hacer pública, pero confirman que se negocia en cada caso.
Según Ramírez, ahí está la clave de la opacidad, y es que dependiendo de la importancia estratégica de cada lugar, la negociación puede ser muy diferente y hay que saber valorar tu espacio. «Nosotros tenemos casos muy llamativos, como el de una torre en Sierra Morena que cubre solo 50 metros de la salida de un túnel del AVE y por la que la operadora paga ahora 18.000 euros al año».
Ellos se han especializado en esto: espacios donde la antena ya ha sido colocada y el cliente quiere renegociar el precio que paga la operadora. «Hacemos un estudio detallado y vemos cómo puede sacar más beneficio. Obviamente, esto no gusta a las empresas, pero damos seguridad a los propietarios». Para renegociar, como dicta la ley, debe cumplirse el tiempo del alquiler, que suele ser de más de 10 años, pero se puede impugnar el contrato si encuentran irregularidades o incumplimientos. «Por ejemplo, en algunos casos, detectamos que además de la operadora que alquila, hay otras usando esa misma torre sin informar al propietario. Entonces, se exige el aumento y se suele conseguir».
En cuanto a los requisitos que tiene que tener un espacio para la colocación de una antena, son bastante básicos. Es importante, según Ramírez, que sea un lugar alto o alejado, que se necesite cobertura en esa zona, que interese a una operadora y que sea accesible. «Nosotros, como parte del sector, recibimos unas tablas con precios y demás, pero luego siempre se negocia». Los baremos que se manejan van de los 4.000 a los 20.000 euros al año en zona urbana y de 1.000 a 15.000 en zona rural. «Para poder conseguir el mejor precio, se deben conocer las necesidades que tiene la operadora en la zona, de esta manera, conocemos hasta dónde está dispuesta a pagar, la dificultad para encontrar un emplazamiento, la normativa local, la actitud del ayuntamiento ante estas instalaciones…».
Si estás interesado en ofrecer un espacio de tu propiedad para que se coloque una de estas antenas, Ramírez es bastante tajante: «A día de hoy, no hay casi canales disponibles. Es la operadora la que oferta o puedes ir por intermediarios». Aquí, sus palabras chocan con lo que se muestra en páginas de sitios como Telxius, que sí tiene un lugar de contacto donde hacer tu propuesta. «Nuestro modelo de relación con los arrendadores se basa en contratos a largo plazo, para asegurar estabilidad en el modelo de negocio de nuestros clientes. Si estás interesado en recibir una propuesta de arrendamiento para nuestros emplazamientos, ponte en contacto con nosotros», asegura la filial de Telefónica en su web.
Un negocio en crecimiento (y no perjudicial)
La duda que queda para expertos como Raúl Heranz, ingeniero de telecomunicaciones y miembro del Grupo de Trabajo de Ejercicio Profesional del Colegio Oficial de Ingenieros de Telecomunicación, es lo que puede llegar a pasar con la llegada del 5G y cómo revolucionará este mercado. «Obviamente, si esto se está moviendo es porque las operadoras están preparándose para el 5G, pero habrá que ver cómo evoluciona todo», apunta este experto. Según él, se van a necesitar muchas más antenas para bajar la latencia y transmitir los datos a mucha más velocidad. Por ello, el sector tendrá que cambiar. «Necesitamos estructuras más cercanas y pequeñas para conectar toda la ciudad y, por ejemplo, poder usar los coches autónomos sin problemas».
El ingeniero no se atreve a hablar de cómo gestionarán las operadoras y los propietarios del espacio estos cambios, pero habla de algunos proyectos que ya se están poniendo en marcha. «Ya se han presentado ideas para poner antenas en canalones o incluso en alcantarillas, para poder gestionar el tráfico y que la latencia sea menor a un milisegundo. Hay que pensar que lo que conocemos como antenas dejará de transmitir las ondas como un paraguas para hacerlo de forma directa». Por último, recuerda que esto no tendrá ningún impacto en nuestra salud. «Se ha demostrado, son ondas no ionizantes y no influyen para nada en nuestra salud».
Ante esta nueva situación, Ramírez es más escéptico y no cree que vaya a cambiar mucho la historia, pero sí está seguro de que el negocio va a crecer. «Esto es como la M-30 o la M-40. Al principio se construyó una, al colapsarse se hizo otra y así sucesivamente. Cuantos más datos consumamos, mayor tendrá que ser la red que soporte el tráfico».
Fuente: Elconfidencial.com (5/12/19) Pixabay.com