10.000 euros al año y casa gratis para quien abra esta farmacia en la sierra de Soria

La última vez que a Santiago Martínez le dio un arreón el lumbago se tomó un antiinflamatorio caducado en 2015. «Era lo único que me quedaba en el botiquín y me dolía mucho». Al menos ese día tuvo con qué medicarse. A veces tiene que pasar los dolores a palo seco, tirado en el sillón y mirando al techo. O mendigar una aspirina a algún vecino como quien pide una pizca de sal. Hace un año esto no era así. Entonces había farmacia en el pueblo. Pero un día de marzo el farmacéutico se marchó a Madrid y a nadie le interesó tomar el relevo. Así fue como desapareció la única farmacia de Villar del Río, la última que quedaba en todo el valle del río Cidacos, una vasta sucesión de ásperos montes y pueblos de piedra en las Tierras Altas de Soria.

Hoy, quien necesita medicamentos de urgencia, unas tiritas o sencillamente recibir su medicación habitual en estos páramos, ha de acercarse adonde la antigua farmacia los lunes, miércoles y viernes de 15h a 16h, que es cuando el farmacéutico de San Pedro Manrique, el último profesional en activo en toda la comarca de Tierras Altas, se acerca a abrir el botiquín. Pero a esas horas muchos no están en el pueblo, o no tienen a nadie que les baje en coche desde las lomas, o se acercan y el botiquín no tiene lo que les ha recetado el médico rural. Así que, o bien se quedan sin recibir sus pastillas durante varios días, o terminan dependiendo de la buena fe de algún vecino que baje en coche a Soria (45 kilómetros) y les traiga los medicamentos.

Cansados de esta situación, en Las Aldehuelas decidieron hace meses contratar a un taxista para que recoja sus recetas y les traiga los medicamentos, en muchos casos necesarios para tratar enfermedades crónicas, después de haberse quedado colgados a 20 kilómetros de la farmacia más cercana. Fue el alcalde mismo, Segundo Revilla, quien organizó el servicio. Rizar el rizo del abandono rural era esto: dejar a una comarca llena de ancianos semiaislados a media hora en coche de la farmacia más cercanacuando hace bueno. Cuando se acumula la nieve o hay temporal de hielo y las carreteras quedan cortadas, no hay taxi que valga.

«La gente ha terminado por buscarse la vida y se ha acostumbrado a vivir sin farmacia, pero esto es muy grave. El problema no es solo que el botiquín abra tres horas a la semana en el peor horario, sino que antes el farmacéutico también repartía los medicamentos por los pueblos de la zona, donde casi todos son gente mayor a la que le cuesta mucho desplazarse. Estas personas llevan un año abandonadas por el sistema de salud. La Junta de Castilla y León y el Colegio de Farmacéuticos de Soria han sido incapaces de resolver un asunto que afecta a los derechos fundamentales de miles de personas», protesta Miguel Ángel López, portavoz de la plataforma por la reapertura de la farmacia comarcal de Villar del Río.

En total, hay 17 pueblos y mil habitantes (4.000 en época de verano) afectados por el cierre, una extensión de 275 km2 en la que es imposible encontrar una cruz verde en lo alto de un letrero.

De hecho, entre marzo y diciembre de 2018 ni siquiera hubo botiquín en el valle y a ninguna administración pareció importarle. Fue la presión de la plataforma, visibilizada en dos caceroladas masivas en noviembre y diciembre con más de 200 asistentes, la que obligó al Colegio de Farmacéuticos de Soria a reaccionar enviando a Juan José Caballero, el único farmacéutico que queda ya en las Tierras Altas, a prestar el servicio por unas horas en Villar del Río, obligándole a cerrar su local durante ese tiempo y a desatender la residencia de ancianos que hay en San Pedro Manrique, la capital comarcal.

Días atrás, la plataforma volvió a la carga y registró más de 4.000 firmas ante la delegación de la Junta de Castilla y León en Soria para exigir la reapertura de un servicio sanitario básico. Y para conseguirlo también han lanzado un llamamiento desesperado a todos los farmacéuticos del país. Si alguno se anima a mudarse a Villar del Río, dispone de casa y cochera gratis y 10.000 euros al año en subvenciones y ayudas públicas para desarrollar su negocio, dinero que aportan la Mancomunidad de Tierras Altas, la Excomunidad de Yanguas, algunos ayuntamientos y la Diputación de Soria en concepto de apoyo a las farmacias rurales. Luego está, por supuesto, todo lo que el recién llegado ingrese en concepto de venta de medicamentos.

«La casa del farmacéutico está recién reformada, tiene calefacción y todas las comodidades. Creemos que con la ayuda económica y la casa pagada, quien venga tiene muchas opciones de sacar beneficios a su negocio. Pacientes no le van a faltar«, sostiene López. A cambio, claro está, el farmacéutico tendrá que estar muy atento a las necesidades de personas que viven cuasiincomunicadas en pueblos distantes. Saber qué toma cada uno, saber cuándo le fue prescrita la última dosis para comprobar si la está tomando y velar por ellos casi como si se tratara de un familiar.

Antonio Arroyo, párroco del valle y miembro de la plataforma, apunta un detalle que parece menor pero lo es todo: «La farmacia no es solo el lugar donde te dan las medicinas, porque eso en parte queda cubierto con el botiquín. También es un lugar de socialización, la gente mayor sale a la farmacia y charla con el farmacéutico o con los vecinos, en vez de quedarse todo el día sola en casa. Para su salud mental eso es muy importante«. El portavoz incide en esta idea con resignación: «Se nos llevaron el agua para los pantanos, luego el sol para las placas solares y después el aire para los aerogeneradores. Se nos llevaron la gente, las escuelas y los niños. Ahora se nos llevan las farmacias. Ya no queda nada por llevar. Igual que nosotros pagamos nuestros impuestos y el 21% de IVA, exigimos el mismo derecho que el resto de personas a esos servicios».

A pesar de la oferta con alfombra roja al estilo ‘Bienvenido, Mr. Marshall’, película para la que, casualidades de la vida, Luis García Berlanga tomó prestado el nombre de Villar del Río, al valle del Cidacos le está costando encontrar farmacéuticos interesados. Actualmente, se está tanteando a dos candidatos, pero el miedo siempre es el mismo: la viabilidad de abrir una farmacia en uno de los rincones más deshabitados y envejecidos de toda España, donde muchos pueblos no pasan de las dos o tres casas abiertas todo el año y cuya densidad de población apenas alcanza 2,3 habitantes por km2. Un hecho que se compensa en los meses de verano, cuando miles de personas abren los porticones de las casas familiares y una caravana de turistas transita la carretera comarcal que cruza las Tierras Altas para unir Soria con Logroño.

«El principal problema es que al cerrar la anterior farmacia, se perdió la licencia. Y ahora necesitamos que se convoque un concurso público para recuperar la plaza. El anterior farmacéutico se fue sin avisar y no tuvimos tiempo para conseguir un relevo», indica Enrique Jiménez, alcalde de Villar del Río. La Dirección General de Salud Pública de la Junta de Castilla y León ya ha avisado a la plataforma y a los alcaldes de que no prevé la convocatoria de un concurso público para nuevas farmacias próximamente, y menos aún en mitad de un proceso judicial que afecta a la concesión de cuatro plazas en la última convocatoria.

«Tiene que haber una manera», reclama el portavoz de la plataforma. «Se puede modificar la ley para agilizar la apertura de farmacias rurales en las que no hay problema de competencia. Nosotros ponemos el local, el dinero y con un poco de suerte el candidato. ¿Qué más necesitan? Estamos hablando de una necesidad básica para cientos de personas».

Pasan los meses y las malas hierbas van tomando el patio trasero de la casa del farmacéutico. En el valle del Cidacos todo el mundo se las apaña semana a semana para ver quién le puede traer las medicinas de Soria. Si hay suerte, bien; si no, habrá que tirar sin pastillas unos cuantos días, o sin analgésicos o gasas o agua oxigenada. Cuando lleguen las nevadas, como ya ocurrió en enero, el problema puede ser serio. Aunque en la sierra norte de Soria, tierra de recios ganaderos y de trashumantes, sus gentes están muy bregadas en luchar contra las adversidades.

Fuente: Elconfidencial.com (2/3/19) Pixabay.com

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