Amanece el primero de enero de 2012. Grecia se enfrenta a un nuevo año con muchas incertidumbres por delante, pero una mayor que las demás: ya no está en el euro. Pese a todas las negociaciones y los contactos de alto nivel, la situación no ha podido reconducirse y el país no tuvo más remedio que romper la baraja. Era el peor escenario posible, el que instituciones, Gobiernos y economistas apremiaban a evitar a toda costa. Pero sucedió y hoy es el primer día del nuevo dracma.
¿Cómo se convertirían las deudas y los ahorros?
A falta de un manual sobre La perfecta espantada del euro, nadie sabe cómo manejaría Grecia una situación así. Sin embargo, la vuelta al dracma podría asemejarse a lo que vivió Argentina en 2002, cuando el Gobierno decidió pesificar la economía y romper la paridad entre el dólar y la divisa nacional al verse incapaz de sobrevivir ligada a una divisa tan fuerte y de honrar sus compromisos internacionales.
Los argentinos se levantaron un día del mes de enero con una Ley de Emergencia Pública y Reforma del Régimen Cambiario que transformaba de dólares a pesos sus deudas y ahorros a un tipo de cambio fijo, aunque distinto para un caso y otro con el objetivo de beneficiar a los deudores. A partir de ahí, con todo, la divisa nacional se desplomó en el mercado. «La sensación general fue de pérdida de poder adquisitivo pese a las medidas decretadas desde el Ejecutivo», recuerda una ciudadana argentina afincada ahora en España.
Del ejemplo argentino se deduce que, en un primer momento, la relación entre el dracma y el euro se fijaría de forma artificial, sobre la base de variables económicas. Eso serviría para convertir los activos y pasivos depositados en los bancos, pero en una proporción que nadie conoce. De hecho, no hay una receta única, así que Grecia podría decidir casi cualquier cosa. En teoría, lo más lógico sería convertir en dracmas tanto las deudas como los depósitos. «Dejar la hipoteca en euros sería un atraco y no tendría ningún sentido para el país y sus ciudadanos», alerta un economista.
Pero luego el dracma saldría a cotizar al mercado y serían los inversores los que le pondrían precio. Puesto que ahora ya no hay reservas de oro para respaldar la moneda, el precio final dependería de la fortaleza de la economía griega. Y eso, en estos momentos, no es nada bueno, dada la situación y las perspectivas del país. El resultado sería una fuerte devaluación y el consiguiente derrumbe del poder adquisitivo de la población.
¿Qué pasaría con el dinero de los griegos?
El diario alemán Bild Zeitung afirmaba hace unos días que las grandes fortunas de Grecia, ante el temor de una salida de la moneda única, habían desviado 200.000 millones de euros desde bancos nacionales a cuentas domiciliadas en Suiza desde principios de la crisis.
Para el resto, lo más normal es que se estableciera un corralito, lo que implica la imposibilidad de recuperar todos los ahorros, incluso aunque sea en dracmas. ¿Objetivo? «Defender el sistema financiero hasta que se recupere algo», explica Tomás García-Purriños, analista de economía y estrategia de Cortal Consors. En el caso griego, la salida del euro implicaría casi inmediatamente la quiebra de los bancos nacionales, advierte este experto, al igual que la del Estado. De ahí que para imprimir la cantidad de dinero suficiente para respaldar las necesidades sin que la moneda se hunda hasta el abismo haya que esperar a que mejore la salud financiera y económica del país. Mientras tanto, no quedaría más remedio que racionar los fondos.
De hecho, es muy posible que el corralito empezara antes de la salida del euro. Así fue en Argentina, ante la avalancha de ciudadanos que acudieron en masa a la puerta de los bancos a sacar su dinero.
¿Cómo se vive en un corralito?
«Muchas personas tenías ahorros en cuentas extranjeras en dólares y esos vivieron muy bien, porque cambiaban sus divisas a un tipo de cambio muy beneficioso», recuerda la ciudadana argentina. «Los que no tenían lo pasaron peor. Pese a que sus deudas se redujeron, el corralito solo permitía sacar un poco de dinero al mes y muchas veces no daba para vivir».
Ante la situación griega, no son pocos los expertos que recomiendan sacar el dinero de los bancos y meter los euros aunque sea debajo del colchón, aunque eso será garantía de quiebra del sistema bancario.
¿Qué pasa con las empresas?
Las compañías argentinas con deuda exterior en dólares y activos en pesos se enfrentaron en algunos casos a la quiebra, lo mismo que les sucedería a las griegas. En cambio, las empresas con pasivos dentro de Argentina se vieron beneficiadas por el recorte de sus compromisos.
¿Qué se hace en esos casos?
Corralito, quiebra bancaria… En una situación como la descrita, la posibilidad de que Grecia como país pague sus deudas es imposible. Si ya lo es ahora (de ahí los sucesivos rescates), más lo sería con un dracma devaluado y unas deudas mucho más elevadas en euros en relación con su PIB. Porque, eso sí, esas deudas seguirían en euros. No queda otra que sentarse a negociar con los acreedores, como hizo Argentina o como hace cualquier empresa en circunstancias similares. Es muy parecido a lo que está sucediendo ahora en las negociaciones con el FMI y Europa. Se establecen unas quitas (pérdidas para los acreedores) y un calendario de devolución de lo que se pueda y se cruzan los dedos para que los bancos lo acepten.
Pero hay un lado oscuro: el ostracismo. Otra vez Argentina es un buen ejemplo. Quebró a principios de siglo y todavía no ha vuelto a financiarse en los mercados internacionales a largo plazo.
¿Qué es la hiperinflación?
Algo que los griegos conocerán muy bien si se da el peor escenario y su país abandona el euro, según sentencia la agencia de calificación de riesgos Fitch en su último informe sobre el futuro heleno. Al menos, si se hace ahora y de forma precipitada. «Una salida estudiada y meditada en tres años sería distinta», matiza García-Purriños.
Y es que el dracma emprendería con toda probabilidad una depreciación en el mercado que llevará a que la moneda cada vez valga menos mientras los precios se disparan, sobre todo los de los productos importados. Venezuela sabe mucho de eso, después de devaluar el bolívar varias veces y pese a que aun así el tipo de cambio oficial está muy por encima del que se paga en el mercado negro. También Argentina vive hoy con una inflación real galopante, aunque evitó la hiperinflación en los primeros años tras la crisis porque congeló las tarifas de los servicios esenciales (agua, electricidad, teléfono…).
¿Dónde están los beneficios, entonces?
Es complicado encontrar expertos que defiendan la salida del euro de Grecia. Sí hay analistas que cuestionan la forma en la que Europa (léase Alemania) está planteando tanto el rescate heleno como la salida de la crisis europea en su conjunto. La idea es que la austeridad y los planes de ajuste generalizados difícilmente van a conseguir que las maltrechas economías se recuperen, y que pedir sacrificio tras sacrificio a la ciudadanía solo está retrasando la curación.
En este contexto, la salida de Grecia de la moneda única se entiende como una ruptura obligada con un euro y un BCE que se han convertido en una losa. Si el Banco Central Europeo no actúa como lo han hecho supervisores como los de Estados Unidos o Reino Unido y los ajustes asociados a las condiciones de su rescate no se aligeran, puede que el camino para Grecia no sea otro que salir de la moneda única.
En la práctica, sería más bien una expulsión, según los defensores de esta postura. En todo caso, el abandono del euro permitiría a la economía recuperarse bastante rápido vía aumento de la productividad y la competitividad. En dos o tres años, el crecimiento del PIB podría ser relativamente fuerte, según varios expertos. Otra cosa es el salud del sistema financiero…, cuya recuperación podría tardar mucho y eso seguiría penalizando al país.
Pero, sobre todo, Grecia recuperaría la capacidad para decidir su futuro, ajustar donde quiera y mantener los servicios sociales si así lo decide… y sus finanzas lo permiten.
Argentina no tardó demasiado en salir del hoyo, incluso la mayoría de las reclamaciones internacionales que pusieron multitud de empresas extranjeras contra este país por incumplimiento de los contratos de concesión han sido negociadas y han quedado en nada. Pero se trata de un país muy distinto a Grecia, rodeado de otras naciones que no estaban ni mucho menos en crisis (Brasil, por ejemplo) y con una riqueza natural de la que Grecia carece.
¿Hay un camino intermedio?
Cortal Consors cree que Europa podría seguir manteniendo un plan de ayuda a Grecia incluso si saliera del euro, lo que podría mitigar los males. Pero la recomendación de esta casa de análisis y de otras muchas es que no se llegue a este punto. En estos momentos, toda la presión está puesta en evitar el referendo, pero puedo que incluso así el futuro del euro no incluya a todos los países que están ahora, al menos si el camino elegido para ello sigue siendo el mismo.
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