El negocio de los cigarrillos electrónicos está viviendo un verdadero ‘boom’ en España, las tiendas proliferan en cada barrio. Tanto la industria del tabaco como la farmacéutica, se disputan el nuevo y creciente número de consumidores de cigarrillos electrónicos, producto desarrollado originalmente y casi que exclusivamente por los chinos.
El consumo de los ‘e-cigs’ se ha disparado en los últimos dos años, a juzgar por las cifras de ventas: 500 millones de euros en Europa, según Euromonitor Internacional, una firma de investigación de mercados que opera en varios países, y hasta los 2.000 millones en todo el mundo hasta final de 2013.
«Cuando en 2008 empezamos a distribuir pitillos electrónicos en España, vendíamos unas 1500 unidades al mes», afirma Rafael Lozano, director general de Cigar-Clean, empresa que distribuye en toda la red de farmacias y que tiene la exclusiva con el Corte Inglés. Desde que entró en vigor la ley anti-tabaco en enero de 2011 «hemos pasado a vender casi 30.000 cigarrillos al mes», explica Lozano. Todo esto a pesar de que ahora «tenemos mucha más competencia». En los últimos dos años, han venido de Italia, en su mayoría, a abrir franquicias aquí.
El tabaco clásico pierde terreno
En España cada vez se fuma menos. Según el Instituto Nacional de Estadística, el número de fumadores en España ha descendido al 24% de la población de 15 y más años, la cifra más baja en los últimos 25 años. Siguen fumando más los hombres, un 28% frente a un 20% en mujeres. Sin embargo, el consumo del tabaco tradicional ha bajado cinco puntos en los últimos años mientras aumenta el número de «e-smokers».
Se calcula que actualmente los «vapeadores» sean 900.000, el 10% de los fumadores tradicionales, más mujeres que hombres, y hay alrededor de 300 tiendas especializadas repartidas en todo el territorio español y el fenómeno parece destinado a crecer.
El éxito de estos cigarrillos se debe al hecho que se puedan usar en todos los lugares públicos cerrados, los bares, los restaurantes, las oficinas e incluso en los aviones, en definitiva, en todos los sitios donde la ley 42/2010 prohíbe fumar. Su consumo es complementario y no sustitutivo a los pitillos tradicionales.
Una nueva adicción y además cara
Cada año los fumadores de cigarrillos electrónicos se gastan una media de 350 euros, casi un euro al día, cifra que incluye el kit inicial, las recargas, los complementos. Para tener una idea, un estuche básico cuesta unos 35 euros y suele incluir el cigarro y un cargador.
El siguiente paso es comprar los cartuchos para el «vapeo«, que consiste en aspirar un líquido de diferentes sabores y que hay que recargar cuando se consume. Cada recarga cuesta unos 8 euros, equivale más o menos a unos 20 cigarros y dura dependiendo del uso que haga el fumador. Además, hay que cambiarle la mecha antes de que se ponga negra, son cinco euros. Los accesorios son muy variados, hay fundas, colgantes, baterías de diseño para todos los gustos y todos los bolsillos.
Se modera el gasto en tabaco
El ‘boom’ del cigarrillo electrónico se produce en un momento delicado para el negocio del tabaco, donde la crisis también ha hecho mella. Los españoles moderaron el gasto en tabaco en 2012 hasta los 203,68 euros anuales por persona, lo que supone un incremento del 1,22%, casi cinco puntos y medio por debajo del registrado en 2011 (+6,65%), según un informe elaborado por EAE Business School.
En concreto, el consumo de cigarrillos creció hasta los 2.357 por habitante al año (118 cajetillas, es decir, 6,46 cigarrillos al día). Por comunidades autónomas, son los extremeños, madrileños, aragoneses, andaluces y murcianos los que más gastan en tabaco en España, con 201 euros, 195 euros, 184 euros, 181 euros y 180 euros por persona, respectivamente. Por el contrario, Canarias, Cataluña, Baleares y La Rioja son las regiones en las que menos se fuma, con gastos por habitante de 87 euros, 140 euros, 142 euros, 144 euros y 150 euros, respectivamente.
Los cigarrillos electrónicos están ganando terreno a los tradicionales, aunque de momento resulten más caros y sin que se sepa aún si son o no dañinos para la salud. Las incertidumbres no se quedan solo en el ámbito sanitario. En España el Gobierno no presta ninguna atención a esta materia. Ni en el Comisionado para el Mercado de Tabacos, ni en el Ministerio de Hacienda ni en el de Sanidad tienen datos sobre el consumo de estos pitillos. Tampoco sobre la proliferación de tiendas especializadas. La ley ni siquiera prohíbe su venta a menores.
Fuente: elmundo.es (24/8/13)
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